
LA HABANA, Cuba.- En el programa “Universidad para todos” comenzó a impartirse hace varias semanas, por iniciativa de la periodista Dayamí Toledano, un curso de Lengua de Señas. Este curso amplía las posibilidades para la inclusión social de sordos e hipoacúsicos, a la vez que es un paso de avance para acabar con las barreras comunicativas entre sordos y oyentes. Sin embargo, estas teleclases (lunes y jueves, 8:00 a.m.) podrían beneficiarse con más retransmisiones adicionales a las programadas (sábados a mediodía).
Con esta inquietud llamé a la Dirección Nacional de la ANSOC (Asociación Nacional de Sordos de Cuba). Les sugerí otra retransmisión, por ejemplo, en el horario de la tarde de entresemanas o en horario nocturno para que así más personas (por ejemplo, quienes trabajan a esa hora) participaran en el curso. Para mi sorpresa, mi interlocutora exclamó: “¡Usted no sabe el trabajo que nos costó conseguir ese espacio!”.
Las personas sordas e hipoacúsicas aprenden la lengua de señas, además de a leer y escribir, en escuelas especiales. Pero si la comunidad oyente no conoce al menos las señas más empleadas, ¿cómo podemos comunicarnos? Es vital por eso que estas clases estén al alcance de la mayor cantidad posible de personas. Cabe añadir que no son pocos los oyentes interesados en ello.
Según los medios, en aras de la inserción social de los discapacitados el gobierno cubano promueve distintas actividades. Sería bueno que una de ellas fuera incluir un intérprete de lengua de señas en más programas de la televisión —que en definitiva es propiedad del gobierno—. Podría ser en documentales, musicales, y el noticiero nacional. Otra opción sería el subtitulaje, así estarían menos aisladas estas personas a quienes la vida les impuso una limitación, pero que son por lo demás normales.
Hace algunos años, en 2003, en Cuba se inauguró la telefonía pública para sordos e hipoacúsicos. Una de sus grandes dificultades era que había muy pocos teléfonos, además, el proceso de las llamadas era engorroso, pues debían contar con un intérprete de lengua de señas (puente) para transmitir lo que decía el interlocutor. Esta “bondad” de la revolución tuvo muy poca aceptación entre los clientes sordos.
Pero lo que sí revolucionó el mundo de los sordos e hipoacúsicos fueron los celulares. Para ellos se acabó la falta de comunicación, y no necesitaban un puente para hablar. Fue tan notorio el beneficio que trajeron los celulares que algunos sordos se aventuraron en el mundo del negocio. Mi vecina Teresita Montero, por ejemplo, es hipoacúsica, y vende ropa y cosméticos a domicilio. Se los traen de México. Todas las ventas las coordina a través del móvil, y al parecer le va bien.
Luis López es sordo. Aprendió con su padre a reparar refrigeradores y aires acondicionados. Al morir aquel, las limitaciones para comunicarse le dificultaban conseguir encargos, pues aunque sabe lengua de señas, la mayoría de los posibles clientes no. Ahora tiene un celular con el que logra comunicarse. No obstante, afirma que si más oyentes supieran lengua de señas, sería mucho mejor.
La ANSOC es la organización que nuclea a más de 26 000 sordos en todo el país, y además la única permitida por el gobierno, ya que responde a sus intereses. Es bueno señalar que esta cifra no representa la totalidad de sordos de hipoacúsicos existentes en Cuba.