VILLA CLARA, Cuba.- El 31 de diciembre de 2014, 13 días después del maridaje Cuba-USA, develaron la Letra de Ifá. Signo Regente: Obeyono. Oración Profética: “Un beneficio de comprender con mayor equidad siguiendo los patrones de Elégbà”. Sentencia esta última un tincito enrevesada.
Enero nos recibió perturbados por aquel anuncio de diciembre 17: nueva época para reacomodar antiguas angustias que alejaron a dos naciones vecinas de sus históricos nexos. La esperanza en los cambios que partirían desde ambas orillas signó la insólita apertura.
Aunque fuese el primer año que “no viviríamos en peligro” de la fantasmagórica guerra que Fidel Castro insufló desde 1961 al pueblo desangrándolo en prepararse, el enfriamiento global en los tardíos años 80 entre potencias reales, tampoco incidió mucho en el “calentamiento” insular, al menos, cerebralmente. Porque proseguimos indiferentes el curso, pretendiendo ser ombligo planetario.
Los isleños jamás creímos en el enfriamiento de distensiones continentales. Y “La Unión Sorbética contra Los Helados Unidos” no fue excepción, porque se traducía en el fin de nuestra “era huera en la nevera” e inminentes vaciamientos. No nos importó que aquella confederación volviera a llamarse Rusia. De alguna “bola” manera, siempre lo había sido.
Febrero estalló con la invasión a Costa Rica (y el asqueroso rechazo nicaragüense a dejar pasar compatriotas decepcionados, previo contubernio secreto entre zorrunos virreinatos) de cubanos urgidos por dar el brinco hacia los EE.UU.
La salida de Obama asustó con anticipación a todos los potenciales prófugos “del paraíso” socialista bajo alerta del fin de la Ley de Ajuste. Luego el grupo trasladó operaciones a la frontera colombo-panameña y México jugó su papel de compuerta del infierno siendo monstruo él. Pocos juzgaron a los cretinos que convenían en obstaculizar a quienes se erigirían en sustentos para la nación.
Y también mes de la visita a Europa del general, ajeno a otra estampida que no fuera la propia. No obstante, lo más destacable en París no fue el acuerdo para destronar la posición común mediando Hollande (que es francés, no neerlandés), sino el nieto omnisciente, desplegando proteccionismo ejemplar.
En Marzo aterrizaron en la isla maltratada por agentes enemigos, el Air Force One —con The Beast dentro— y también el zika. Ya en Abril había miríada de enfermos contagiados por ambas plagas. Transcurrió además el “tranquilo” y gratuito concierto de los Rolling Stones, como si nunca antes hubiesen cobrado suplicio a seguidores (solo pedradas del camino).
Faranduleramente, antes y después de Obama, medio Hollywood y artistas como la fotógrafa Annie Leibovitz se lanzaron a graficar el páramo vedado. Y Chanel montó pasarela de estío enfocada al (bienvestido) mundo exterior, pero presenciada por inexcluibles herederos, representantes fidelísimos de todos los cubanos (harapientos) que pronto reestrenarán su Manzana de Gómez.
En Abril Jaime Ortega fue relevado del sufrimiento cardenalicio. Tras varios intentos papales por renombrar obispo en la Habana, la romana institución prosiguió sus bodas de porcelana con la Gerencia de Zambrana, cantando polémicas concesiones. Si se nos preguntara el nombre del actual católico regente, sólo cercanos al clero podrían mentarlo.
En Mayo (desfile obrero transferido al día 2), nadie escuchaba ni entendía absolutamente nada. Como englobó un soberbio letrado: la civilización del espectáculo. Así que todos marcharon sin cuestionar. Incluso al exilio, el mismo día, si hubiesen podido esconderse en el “Phantom-Carnival” que al fin habanizó, causando revuelo de banderitas mal cosidas.
El 28 de Junio el Proyecto Arcoíris —desalojado en Febrero de la plataforma “Reflejos”—, desafiando el silencio del CENESEX en torno al crimen de Orlando donde murieron cubanos, realizó una sonada besada en La Rampa y el Malecón para desperezar a la atontada comunidad LGBTIQ. Días después Cuba votó en la ONU a favor de un relator contra la discriminación por género y orientación sexual.
Y bueno, en pleno recorte gubernamental de combustibles, el anuncio en Julio —desde fuera— y la negación oficial de la existencia de petróleos procesables en Motembo, nos hizo recordar cuánto convenía demorar lo que siempre fue evidente, igual que hicieron en los años 60 los técnicos soviéticos de prospección geológica al mantener intacta la dependencia (y deuda) eterna de su(s)ministros sellando lo encontrado. Se ignora si se trató de acuerdo tácito unilateral o empírico bipartita.
Agosto fue, mucho más que las cuatrienales y esmirriadas olimpiadas para un pueblo acostumbrado al triunfo arrollador, la apoteosis por los años 90 del perenne vencedor. Lo inmoderado en las celebraciones colmó hasta la construcción —no autorizada— de una estatua suya en algún lugar de Holguín. Tal vez preámbulo funesto de lo que en noviembre acontecería para festín de oportunistas.
En lo social, Fariñas remontó su rocinante de hambre y sed sin resultados. Tania Bruguera insistió en el empeño de frijolizar a Tatlin. Y el Sexto, se sextuplicó.
Para vacacionar de tan fatigosos públicos, los “cinco antiterroristas” (que debieron ser abucheados en sus CDR cuando “traicionaron” los estatutos), siguiendo las rutas abiertas por Antonio Castro en el Mediterráneo se tomaron unas licencias baratísimas… en Londres, familias consigo (las cuales retractaron el desdén tras saberlos en honorable servicio). No le apetecía al conjunto una acampada probolivariana quizá, así que partieron al meollo mismo del capitalismo. A conocer otras entrañas, las del marxismo criogénico.
Alejandro Castro Espín por fin “pudo satisfacer vieja ambición de ver Atenas”, gracias a la solvente “solidaridad de un pueblo” (en ruinas) que le debe el Partenón y hasta las Cariátides a la Unión Europea. Pero he ahí un socio: Tsipras
En Setiembre resucitaron los tribunales inquisidores para acorralar a adolescentes que viajaron a USA con una beca del homólogo estudiantado, pero ocultando “misión desestabilizadora o disidente”, dijeron sus jueces. El joven al que invitaron a la Mesa Redonda para referir del “adoctrinamiento”, desacopló al comisario Randy Alonso soltando lo contrario de lo que se le insinuó. Nunca hubo en vivo fiasco mayor.
Los sismógrafos registraron otra explosión nuclear en las antípodas, porque hablando (mal) de Asia, 68 cumplió Corea del Norte y diez menos nosotros. Pero a pesar de esa distancia con aquellos “invictos” en ámbitos productivos y represivos, nos acerca un desasido no sé qué que abrazó Díaz-Canel.
A Octubre lo descuartizó Matthew, incluso en territorios cercanos. ¿Para qué ahondar la herida supurante cuando aún el Sandy pervive en los techos volados?
Noviembre: El bipolar naufragio de la democracia norteña y el viernes negrísimo isleño. Diciembre extendió irracionalmente ambos lutos.
La esperada firma con Google para aumentar la conectividad bajando precios —excepto en el estudio de Kcho— redujo a la mitad también la velocidad.
Este año se recordará mejor como el de los arribos continuos de proveedores del mercantilismo “más despreciable” y de los protocolos hipócritas, tendida la alfombra a “excelentísimos dignatarios”. Las visitas de “amistad” y reverencias ridículas a líderes impopulares y sumarísimos como Rohaní, Jong-un, Putin o Peña Nieto constituyen certezas de tan tristes giros.
Aunque la incierta paz de Colombia se haya maniobrado aquí (Dios sabrá a qué precio del erario), antes nos despacharon tres lustros de guerra africana (1975-91) y a médicos por divisas encubriendo compromisos ajenos al patriotismo. Constituye pues, evento no nacional.
Algo trascendental seguro olvidé, la memoria traiciona. Pero resumiendo ceñidamente qué ha primado en estos doce meses de políticas rumberas más o menos ensayadas (y enyesadas), la consonancia sigue su rima con un pasito pa´lante y tres pa´tras. Nada más.
“Es un pedazo del alma que se arranca sin piedad”.