LA HABANA, Cuba.- Kendra Rosabal Domínguez es una activista del Partido Unión por Cuba Libre, perteneciente a la oposición cubana. Madre soltera de 37 años de edad y con dos hijos menores, fue detenida el 15 de agosto del 2014 por un supuesto delito de hurto y sacrificio de ganado mayor. Tras cumplir casi cinco meses de reclusión preventiva en la Cárcel Occidental de mujeres conocida por “El Guatao”, fue llevada a juicio el 17 de enero del 2015 y condenada a dos años de trabajo correccional sin internamiento y multa de 3 000 CUP.
Desde hace muchos años el consumo de carne de res en la isla está casi prohibido y altamente vigilado. El gobierno castiga duramente a todo ciudadano sospechoso de su tráfico o comercialización. Para ello se apoya en una amplia red de puntos de control policiaco en todas las carreteras cubanas.
Rosabal reside en el municipio San Cristóbal, en la Provincia de Artemisa, y en entrevista con CubaNet explica cómo fue víctima de una de estas redadas policiales. Resultó acusada de un delito que, según ella, jamás cometió: receptación de carne de res en el mercado negro.
La activista narra que nunca hubiera imaginado que su intento de viaje en la tarde del 15 de agosto del 2014 rumbo a La Habana, con el objetivo de desbloquear un celular, sería el preludio de una infernal peregrinación por calabozos de varias estaciones policiales de su provincia, hasta llegar a la cárcel.
Ahora Kendra trabaja en una cooperativa agropecuaria, para poder mantener a sus dos hijos, bajo la vigilancia perenne de un juez de ejecución. Algunos de sus vecinos, pertenecientes al Comité de Defensa de la Revolución, también se ocupan de hacer su vida un infierno.
Aun cuando faltan nueve meses para terminar la sanción impuesta en el 2015 por el Tribunal de San Cristóbal, Rosabal Domínguez denuncia los atropellos de parte de las autoridades contra ella y por consiguiente contra sus hijos. Según la testigo, todo es debido a su activismo político. En una sociedad tan machista y patriarcal como la cubana, a Kendra le tocaron características bien difíciles: ser mujer, soltera y, para “colmo”, opositora al régimen.
¿A qué atribuyes el origen de tu arresto y la posterior sanción?
Provengo de una familia opositora. Pertenezco al Partido Unión por Cuba Libre, de ahí la fabricación de esta causa. Sabemos por experiencia cómo actúa la policía política al interior de Cuba con los oponentes al sistema. Ya mucho antes me amenazaban. Incluso, en ocasiones dejaron entrever que podía perder la patria potestad de mis hijos.
¿En qué lugar y bajo qué circunstancias te detuvieron?
El 15 de agosto del 2014, a las dos de la tarde, abordé en San Cristóbal un ómnibus procedente de San Diego con rumbo a la capital. Viajaba a La Habana para desbloquear un celular. Ese día ni llevaba bultos, pero la policía que detuvo el ómnibus en Artemisa encontró debajo de unos asientos traseros, muy cerca donde yo estaba, 215 libras de carne de res. Me acusaron de ser la dueña, fui arrestada y posteriormente conducida hacia la estación de Guanajay. En horas de la noche me llevaron hacia San Cristóbal, donde me confinaron sola, en un calabozo de aquella tenebrosa unidad, done permanecí durante un mes bajo fuertes tortura sicológicas y sin poder ver a mis niños.
¿Bajo qué cargo te mantuvieron arrestada tanto tiempo sin juicio? ¿Cuándo tuviste derecho a un abogado?
Se basaban en la prueba verbal de una mujer que me señalaba como la dueña de la carne, pero chocó con el resultado negativo de las diferentes pruebas prevista en estos casos. Las veces que enfrenté los interrogatorios, la policía intentaba presionarme para que me responsabilizara con el hecho, como si yo hubiera matado la vaca. En cuanto al derecho a un abogado, nada de eso. Me tenían incomunicada, solo lo vi en el juicio. Tampoco me permitieron ver a mis hijos durante ese tiempo.
Luego del mes en el calabozo, te enviaron a cumplir prisión preventiva ¿Cómo fue el recorrido y recibimiento en ese recinto carcelario para mujeres?
A mediados de septiembre de ese año, me trasladaron hacia Artemisa y de allí a la prisión; pero al llegar me rechazaron ya que los papeles no estaban en regla. Fue entonces que me depositaron en la unidad policial de San Antonio de los Baños, donde pasé la peor noche de mi vida: Me ubicaron junto a otros hombres en el patio trasero, porque todos los calabozos estaban repletos. Bajo esas condiciones, entre violadores y delincuentes, estuve todo un fin de semana. Cuando finalmente llegué al penal, me depositaron en un cubículo diseñado para 22 mujeres, donde habíamos cerca de 40, muchas de ellas durmiendo en el piso.
¿Cuál es tu valoración sobre la vista oral del 17 de enero del 2015, ante el Tribunal de San Cristóbal?
Todo el proceso contra mí fue una farsa. En el juicio no se pudo probar nada, y el único testigo fue el mismo policía que detuvo el ómnibus, al que una de las juezas del Tribunal le dijo idiota luego de sus declaraciones incoherentes, porque no probaban nada; pero lamentablemente mi condena estaba ordenada. El objetivo de la policía política era paralizar mi activismo y las reuniones en mi casa. Recuerdo que, durante mi estancia en prisión, a mi abogado le negaron las cuatro solicitudes de cambios de medidas, y solo una semana antes del juicio, cambiaron el delito de hurto y sacrificio de ganado por receptación. Había que inculparme en algo.
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