LA HABANA, Cuba.- Los cubanos pierden incontables horas en espera del transporte público. El acceso a las bicicletas sería un paliativo a este problema, pero la indolencia gubernamental no permite resolverlo
En los años más críticos del período especial, en que el transporte público se vio prácticamente colapsado, el gobierno vendió a trabajadores y estudiantes –a precios asequibles y en moneda nacional– bicicletas adquiridas primero en la URSS y luego en China. Los ciclos contribuyeron a aliviar en cierta medida la crisis del transporte público.
El uso de la bicicleta se generalizó de tal forma, que los cubanos recorrían grandes distancias en ella, por lo que muchos le adicionaron motores para mitigar un poco el pedaleo. Pero resultó que estos motores, adaptados de las motobombas de los aparatos de fumigación, de las cortadoras de césped, motosierras y otros equipos, constituían un grave peligro para los ciclistas, pues había quienes llevaban la gasolina en un pepino de refresco o en algún otro recipiente plástico, lo cual provocó no pocas quemaduras si la adaptación no estaba bien hecha. Por ello, dichos motores quedaron prohibidos y eran confiscados en la vía pública.
Con el transcurso de los años, la escasez de piezas de repuesto y de gomas en la red de tiendas estatales hizo mermar la vida útil de las bicicletas, y aunque en el mercado negro aparecían algunos aditamentos y agregados, los precios eran elevados para un trabajador o estudiante. Y rivalizando con los precios del mercado negro, la venta de piezas en divisa (por ejemplo, en la Manzana de Gómez). De esta manera, las bicicletas fueron quedando olvidadas en algún cuarto de desahogo.
Sorprendentemente, la Empresa Mecánica Ángel Villarreal Bravo (Minerva), de Santa Clara, había comenzado a producir bicicletas ya desde 1995, precisamente para “paliar el déficit de transporte que afectó al país en medio de la crisis provocada por la caída del campo socialista”, según publicó la prensa oficialista en un artículo llamado “Ciclocentro rueda bien”, aparecido en Granma el 14 de agosto de 2012
Inclusive se enalteció la labor de la fábrica, que suministra al mercado nacional más de 20 surtidos distribuidos por todo el país.
Resulta entonces contradictorio el hecho de que las bicicletas siguen desaparecidas de nuestras calles. Avanzando un poco más en la cadena de comercialización, solo pudimos localizar los vehículos Minerva en algunas tiendas, costando entre 150 y 200 CUC (las bicicletas mecánicas) y 900 o 1000 CUC (los ciclomotores eléctricos); o lo que es lo mismo, totalmente fuera del alcance del bolsillo de un trabajador, a pesar de la necesidad que tienen los cubanos de este sencillo pero útil medio de transporte.
Un ciclista entrevistado confesó: “Me compré esta bicicletica ‘Tornado de mujer’, que me costó 117 CUC; no me alcanzaba para una Minerva. Me molesta que no nos vendan motores para la bicicleta, porque es como que nos quieren coger por el narigón y obligarnos a comprar la moto eléctrica, pero, ¿quién tiene para eso? Sin embargo, todavía circulan algunas bicicletas coreanas con motor, de esas que hace un tiempo les dieron a algunos dirigentes”.
Según el artículo de Bohemia, casi la totalidad de las partes se importan de China (gomas, cámaras, pedales, sillines, tuberías, pintura y rayos), menos los cuadros y tenedores, que se hacen en Cuba. Pero según la opinión de algunos consumidores, precisamente en estos últimos es donde radican las mayores fallas, pues a menudo se parten provocando peligrosos accidentes.
Otro de los problemas más graves afrontados con las bicicletas es el de los neumáticos. “Las gomas son de pésima calidad. Si me pongo de suerte, me duran 2 o 3 meses, o 2 o 3 semanas en el peor de los casos. No todos los meses puedo gastarme 4 o 5 CUC en gomas”, dice un cartero, que por estos días reparte el periódico a pie. “Ahora se me partió una pieza que vale 40 CUC, así que tendré que seguir a pie por el momento”.
Cabría preguntarse si llegan las mismas quejas desde el sector turístico, a donde la fábrica destina desde 2011 ciclos “reforzados” y con “altos componentes”.