GUANTÁNAMO, Cuba. -El grupo humorístico guantanamero Komotú celebra su vigésimo aniversario con un nuevo espectáculo titulado “El Muro”, que se ha estado presentado con notable éxito de público en el teatro Guaso de esta ciudad desde el pasado mes de diciembre de 2014, durante varios fines de semana.
Fundado en Guantánamo el 9 de septiembre de 1994 por Jorge Luís Vega (actualmente reside en el extranjero) y Alexis Ayala, el grupo está conformado también por Miguel Moreno y Yasnay Ricardo, quienes han popularizado en la televisión nacional a sus personajes La Llave y La Cuca respectivamente.
Relevantes premios a nivel nacional como los de los festivales nacionales del humor Aquelarre en 1996, 97, 98, 2000, 2003 y 2005; el de teatro en el 2000, el de mejor puesta en escena en el 2005, el premio nacional de la televisión cubana en el 2009 y el premio Caricato de actuación otorgado por la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) en el 2010, unidos a la calidad de sus textos y al nivel de sus actuaciones colocan a Komotú en un lugar de vanguardia dentro del Centro Promotor del Humor, al cual pertenecen. Según han dicho en otras ocasiones, su mayor premio continúa siendo la fidelidad de los guantanameros, reflejada nuevamente en el teatro a lleno completo.
El Muro: Disección de una derrota
“Un hombre muy viejo con unas ganas enormes”, interpretado por Miguel Moreno, es el cuadro inicial de la obra y funciona como una especie de preámbulo. Usando la figura de Matusalén, el monólogo de fuerte acento costumbrista inserta abundantes expresiones incisivas que invitan, después de la risa delirante, a la reflexión. A veces con un gesto o una inflexión de la voz el actor lo dice todo gracias a la eficaz comunicación y empatía que de inmediato establece con el público, un mérito que no es exclusivo de este cuadro sino de toda la obra y actores.
El rejuego entre texto y gestualidad se pone de manifiesto en varios momentos, por ejemplo, cuando el personaje afirma: “No me hagan preguntas tontas como: ¿Qué se siente siendo tan viejo? A mí me han sacado más pellejo que al picadillo de la bodega”, para luego cuadrarse a modo militar y afirmar: “969 y pa´lante. ¿No se me olvida nada? Ya me iba sin decirle nada al pueblo. Pueblo: ¡Nada! Son muchos años diciéndole nada a la gente”.
Lo que vendrá según Matusalén es el diluvio, por eso nos dice: “Viene un diluvio y tenemos que estar preparados. Va a venir lo que va a venir. No olviden que estamos rodeados de agua y aunque no cojamos medallas en natación somos buenos en canoa y kayak. Canoa, a no sé cuántas millas y kayak para que no te cojan”.
El segundo cuadro, titulado “Los que están judíos” (o El Muro de los lamentos) es muy breve y está centrado en la crítica a los precios de los productos agrícolas. En él actúan Yasnay Ricardo y Alexis Ayala.
El tercer cuadro, titulado “La Oficina Central de Justificaciones” es, en mi opinión, el mejor de la obra y una pieza de exquisita factura que combina elementos del teatro del absurdo con un eficaz uso de la escenografía, para realizar una acerba crítica a la burocracia cubana. La obra se inicia con el actor Miguel Moreno en su papel de Mc Kenzie en la recepción de la oficina, una entidad encargada de elaborar las justificaciones que las entidades estatales deben entregar a quienes las supervisan y al pueblo.
Se recibe una llamada telefónica y Mc Kenzie dice: “Afuera de nuestra oficina hay un muro. Usted viene, se arrodilla y se lamenta. Ojo, lo que usted diga ahí es responsabilidad suya. Apúrese que a fin de mes llegar al muro es casi imposible. Puede usar anónimos. No se preocupe que sus lamentos no los leerá nadie, quedarán en el muro”.
Las actuaciones de Yasnay Ricardo, Alexis Ayala y Miguel Moreno son excelentes y refuerzan con eficacia el mensaje subliminal que no es otro que la develación de la hipocresía, ineficacia y corrupción que corroen a la sociedad cubana así como la mutilación de los derechos ciudadanos.
El último cuadro, titulado “El suicidio”, trata sobre un trabajador que decide suicidarse porque le están pagando un salario muy alto, lo cual da desde el inicio la magnitud de la farsa. El problema radica en que quiere hacerlo en un monumento dedicado a unos ciudadanos chinos y ese día una comitiva oficial de ese país ha decidido ir al sitio. Por tal razón se despliega un operativo de la Seguridad del Estado para impedir el suicidio del trabajador. Se trata de otro texto inteligente que esta vez lanza sus dardos contra los bajos salarios que perciben los cubanos y contra el estado de vigilancia permanente que nos acosa.
Agradezco mucho a Komotú su espectáculo, aunque todavía, pasada la risa, algunos de sus chistes me devuelvan un sabor amargo.