GUANTÁNAMO, Cuba. -Este sábado 31 de enero, varios vecinos del Reparto Pastorita, situado al noroeste de la ciudad de Guantánamo, amanecieron con una amarga sorpresa: las lámparas situadas el frente de sus viviendas habían sido robadas durante la noche.
Una de las viviendas objeto de este acto vandálico fue la de Santiago Enrique Rodríguez Avilés, un vecino que en menos de seis meses ha sufrido además la sustracción de una parte de las tuberías de agua de su casa, de una jaula con pájaros ornamentales y fue objeto de un asalto. Ante mi pregunta de si iba a denunciar este nuevo delito me contestó rotundamente que no. ¨Para qué voy a hacerlo si cuando me asaltaron y por poco me matan la hice y todavía no han agarrado a nadie¨, me dijo.
Al lado de su casa, en la vivienda de la señora Mirtha Pérez, los ladrones también arrancaron la lámpara del portal. Ella tampoco ha hecho la denuncia porque considera que no vale la pena perder el tiempo en esos trámites.
El otrora seguro y tranquilo barrio de Pastorita de la ciudad de Guantánamo, es ahora uno de los blancos preferidos de los delincuentes pues se trata de una zona periférica con deficiencias en el alumbrado público y en la cual la policía no realiza recorridos nocturnos.
Ya no es noticia que a plena luz del día un maleante sea sorprendido hurtando prendas de ropa de las tendederas, una bicicleta colocada a la misma entrada de las viviendas o las tuberías para el suministro de agua porque nada escapa de la avidez de los ladrones por el dinero fácil.
Ahora les llegó el turno a las lámparas. De nada ha servido protegerlas mediante una reja de alambrón o de acero pues los ladrones usan una pata de cabra para desprenderlas y luego se esfuman con sesenta y cinco pesos a cuestas, unos dos dólares y setenta y cinco centavos aproximadamente, que es el precio en el que luego venden las lámparas. Ningún vecino sale a ver qué pasa porque por esa cifra también matan.