LA HABANA, Cuba.- ¿Pondrá fin la visita de Obama a los malabares burocráticos, la cuerda floja económica y el salto mortal sin red protectora que significa para los cubanos mantenerse de su salario? ¿Agilizará los trámites que durante décadas debe realizar cualquier ciudadano de a pie para conseguir un cuarto, obtener un colchón, o comprar un refrigerador?
Entre ‘cativanas’ (coches), quitrines y coches tirados por caballos. Bicitaxis, camiones y ómnibus al estallar. Las moscas y la hediondez de las viandas y la carne de cerdo sin refrigerar en los agros mercados, los ecos de la visita de Barack Obama forman apenas un neblinoso espectro para los habitantes de Bayamo, distante a más de 700 kilómetros de la capital.
Inmersos en otro combate muy distinto al que los convocara el Himno Nacional para expulsar al colonialismo español en el siglo XIX, los bayameses corren —como todo cubano—, detrás de unas papas, pescados o frijoles para sobrevivir. Muy pocos creen que la Patria los contemple orgullosa por aguantar medio siglo de olvido y marginación.
A Bayamo en coche
Sentados en el Parque Central de Bayamo, donde las estatuas del Padre de la Patria y del creador del Himno Nacional, Pedro “Perucho” Figueredo, se miran de frente como preguntándose qué hicieron con la libertad, un maestro jubilado y una museóloga que prefirieron mantener sus nombres en el anonimato, dijeron sobre Obama:
“Todo eso suena muy bien”, dijo el maestro. “Restablecimiento de relaciones, inversiones comerciales, intercambio cultural, visitas pueblo a pueblo y qué se yo, pero: ¿qué beneficios recibe la población, si a más de un año de fanfarrias y conversaciones las cosas van de mal en peor? La visita de Obama es puro humo. Desde aquí no se verá”, agregó.
Por su parte, la museóloga expresó: “Estamos de acuerdo con la visita, aunque nadie piensa que las cosas pronto nos irán mejor. Son muchas las necesidades acumuladas durante años, así como la desconfianza y la falta de voluntad de cambios por la parte cubana, para pensar que con un apretón de manos y unas fotos todo se resolverá”.
Obama, El manco y el televisor Krim
Adentrarse en barrios periféricos como Manopla, Siboney o Barrio Azul, es como pasear por Belén o La Timba, en la capital. Las zanjas de aguas albañales, las calles apenas sin asfaltar, los improvisados timbiriches de los cuentapropistas, la falta de espacios para la recreación, y el consumo de alcohol, generan violencia en la población.
Hermanados en la insalubridad, el trapicheo y el abandono de las autoridades, los habitantes de las zonas marginales de Bayamo viven de espaldas a la realidad, o cuando más, la miran como un reto a vencer con recursos propios, donde vale todo para “escapar”: el juego, la prostitución, el robo y cuanto deje un peso para comer.
De acuerdo con unos transeúntes que consumían unas pizzas sui géneris frente a unos quioscos ubicados en la intersección de las Avenidas Francisco Vicente Aguilera y Jimmy Hirzel, en esta localidad, de la visita del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica hablar para qué. Temen que si aplauden o se niegan se pueden embrollar.
Sin embargo, un señor que bajaba un matahambre o tentempié con un jugo de guarapo de caña, señaló. “Ese miedo que nos paraliza tiene su razón. Cualquier expresión te puede condenar. Si ayer te pedían que odiaras y hoy te convocan a aplaudir, ¿quién duda que mañana las cosas vuelvan a ser igual, y tu ingenuidad te pase la cuenta por bocón? Aquí lo mejor es no tomar partido y esperar”.
Por su parte, una señora que dijo tener una nieta ingresada en el Hospital Infantil Milanés, al otro lado de la calle donde tenía lugar la conversación, expresó. “A mí que me maten por hablar. Ya no tengo nada que perder. Después de pasar más trabajo que un puerco a soga, considero que la visita de Obama es una traición. Perdí un hijo que trataba de huir en balsa por el Golfo de Guacanayabo y esta visita no me lo devolverá.”
Según añadió un estudiante que dijo cursar el 3er año en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de Bayamo (ISCAB), para su padre, excombatiente de la guerra en Angola, la traición es del gobierno cubano, quien arría las banderas del antimperialismo preconizada por Fidel, y aún más por el Che, quien dijo: A los yanquis ni un tantico así.
Para él, lo mismo le da. Su ideología es vivir libre y bien, algo que en Cuba es difícil de lograr. “Mientras exista la misma mentalidad estalinista de control y represión nada cambiará, aunque mañana se llene la isla de McDonald’s, automóviles, corporaciones y cuanto pueda generar un capital que Cuba no tiene y cuando lo tenga lo despilfarrará.”
“¿De qué nos sirve a los cubanos la cantaleta de los Rolling Stones, que Beyoncé o Rihanna se paseen semiencueras por La Habana, o que el Patriarca Kiril y el papa Francisco intercambien cruces en el aeropuerto José Martí, si acá, en el medioevo bayamés, los señores feudales de la revolución siguen con el control total de la ciudadanía?”, añadió.
De acuerdo a su opinión, con el conservadurismo, el miedo y la ineficiencia de la rancia y clonada burocracia comunista de ese territorio oriental, esa visita nada cambiará. “Figúrese que aquí a dos de las máximas autoridades del partido provincial, la población las bautizó con los sobrenombres de El manco y el Televisor Krim 218.”
“El manco porque durante toda su gestión, y ante los innumerables problemas y quejas planteados por la población en general, sólo se limitaba a decir: ‘Eso no está en mis manos. Nada puedo resolver’. El Krim 218, porque en igual período de mandato, no hablaba, no se oía, y mucho menos se veía, como el homónimo televisor ruso”, explicó.
Escepticismo, burlas, temor de que todo salga mal, falsas expectativas, optimismo rayano en el desconocimiento total de la situación, se mezclan en una especie de sueños y pesadillas entre los bayameses, y ondean como banderas, barras y estrellas por los agitados y ruidosos suburbios periféricos, para quienes apenas tienen hacia dónde correr.