HOLGUIN, Cuba.- En busca de gas licuado para cocinar, en esta semana Gilberto ha visitado durante tres días seguidos el punto de venta número seis situado en el reparto Piedra Blanca. Allí siempre encuentra el cartel “No hay gas”, que está próximo a cumplir 20 días.
“Ni el dependiente del punto sabe cuándo lo traen”, dice Gilberto, y agrega: “dentro de poco tendremos que retomar las cocinas eléctricas porque no tenemos con qué cocinar”.
La venta “liberada” del gas licuado comenzó en Holguín el 2 de febrero de 2015, dando cumplimiento a uno de los lineamientos de la política económica y social aprobados en el sexto congreso del Partido Comunista de Cuba.
Para obtener el derecho a la compra, la población realizó los trámites de contratación que, por su lentitud, originaron largas colas donde eran frecuentes las riñas y los turnos se vendía a 50 y 100 pesos.
“Después de pasar ese disgusto, ahora otro porque no hay gas”, se lamenta Alcides, un jubilado. Un año después de iniciada la venta liberada del gas, la empresa que lo comercializa, Cuba Petróleo (CUPET), no ha resuelto el problema de la distribución.
“Es un descontento generalizado porque la llegada del gas no es puntual”, comenta Karina, enfermera de un policlínico. “Yo trabajo y mi esposo también, y para venir a comprar el gas tenemos que ausentarnos de nuestro centro laboral y nos exponemos a una medida disciplinaria”, lamenta la joven empleada de Salud Pública.
Otro problema señalado por los clientes es el relacionado con la popularmente conocida balita, el recipiente donde se guarda el gas licuado. Con una capacidad para 20 libras, la balita es comercializada por el Gobierno a 110 pesos.
A pesar que el vendedor del punto pesa el envase delante del cliente, muchos creen que no compran el recipiente a plena capacidad, porque el gas se agota en muy poco tiempo.
“Cuando pesan la balita utilizan una balanza que está manipulada para que muestre más peso, y esto beneficia al vendedor, tal y como sucede con los productos que se venden en las bodegas, en las carnicerías y en los mercados”, asegura Teresa quien dice estar en la cola desde las seis de la mañana.
“Por eso en el mercado negro encuentras a un precio de 250 pesos todas las balitas que quieras, llenas, pero mi chequera de 270 pesos no me da para pagarla”, agrega la señora.
También afectan a los clientes la carencia del regulador, la presilla y la manguera, accesorios necesarios para utilizar la balita y que también se comercializan a precios elevados en el mercado informal.
Sin embargo, una fácil adquisición de estos aditamentos fue prometida por los funcionarios de CUPET, pero “del dicho al hecho va un largo trecho, y los accesorios solo se pueden conseguir en el mercado negro a precios altos. Nos sentimos engañados”, puntualiza Margot, quien vino con su nieto de cinco años al que cuida mientras los padres trabajan.
Bajo anonimato, un funcionario de CUPET comentó a CubaNet que los problemas relacionados con la venta del gas licuado se deben a que la infraestructura económica del país todavía nos está lista para la comercialización liberada de este producto. “Había que hacerlo para dar cumplimiento a uno de los lineamientos políticos del partido comunista”, aseguró el directivo.
En un recorrido por los 14 puntos de venta de gas licuado en la ciudad, CubaNet encontró la misma situación de escasez.
Sin embargo, en un reporte reciente del Noticiero Nacional de Televisión desde Matanzas se anunció que la empresa cubana de petróleo acaba de establecer un nuevo récord de extracción del codiciado líquido, de donde se deriva el gas licuado.
A esto se suma que Venezuela, con facilidad de pago, suministra a Cuba petróleo de buena calidad, un producto cuyos precios internacionales están en su más bajo nivel.