VILLA CLARA.- Antes del 12 de enero de 2017, los cubanos emprendían una ruta hacia el norte, en busca del american way of life. Llegaban a suelo estadounidense desde los cuatro puntos cardinales y se asentaban con privilegios que ningún otro inmigrante poseía. Pero el entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama puso fin a la política “pies Secos, pies Mojados”, que permitía la entrada ilegal a territorio norteamericano de cuantos cubanos llegaran.
Desde ese cierre, el emigrante de la Mayor de las Antillas se ha vuelto un nómada, en busca de cualquier destino, con tal de salir de la Isla. Acomoda en una maleta sus ahorros y sus sueños y se dispone a probar suerte en países que no le exigen visado.
Así operaron muchos, entre ellos Alejandro Febles (así lo presentaremos), un joven de 26 años que vendió todo lo que tenía para reunir los más de 1000 euros que cuesta el boleto a Rusia y mantenerse por un corto tiempo. El 30 de noviembre del 2017 partió de Cuba al lejano Moscú en un vuelo con escala en Ámsterdam, con las intenciones de solicitar, una vez en territorio holandés, asilo político.
Alejandro narra, vía correo electrónico, que en Cuba vivía regular, en una casa rentada y con un sueldo ínfimo, básicamente en las mismas condiciones que los casi 11 millones de cubanos en el país. Pero Alejandro sentía algo más: “Miedo, discriminación, represión, me sentía mal”, apunta.
Alejandro es homosexual, y si bien en Cuba el contexto para este colectivo ha variado algo, aún persisten rezagos y temores políticos, que frenan el normal desarrollo de esta comunidad.
“Veía que el tiempo pasaba y que mi vida, ni la de los demás mejoraba, al contrario. Tampoco tengo intensiones de envejecer dentro de una tiranía sin fin”. Por eso, Alejandro vio la luz al final del túnel en Holanda, una nación desarrollada, donde el matrimonio igualitario y la adopción son una realidad.
— ¿Qué habías oído de Holanda para decidirte a tomar esta vía?
— Que le estaban iniciando el proceso de asilo político a los gais que llegaban desde Cuba y que era un país tolerante en ese tema.
— ¿Qué dijo tu familia sobre esta partida tan arriesgada?
— Que cada quien es libre para decidir su futuro. Los jóvenes cubanos todos en su momento somos emigrantes en potencia. El que no lo haga quedará condenado a robar o a deprimirse, viendo que de su salario no puede vivir y que las opciones son cada vez menos y peor si eres gay.
Alejandro, graduado en Enfermería y viajero internacional novato, arribó a Holanda antes del 29 de enero de 2018, cuando el país europeo comenzó a exigir a los cubanos una visa de tránsito para la estancia aeroportuaria, medida que precisamente busca frenar el número de solicitantes de asilo. Alejandro “clasificó” por muy poco.
— ¿Qué haces en el aeropuerto una vez que llegas?
— Buscas un oficial de Inmigración y pides asilo en inglés. El proceso es largo.
— ¿Luego del aeropuerto, hacia dónde te llevaron?
— Me llevaron al Centro de Detención para emigrantes de Schiphol, que no es otra cosa que una prisión de alta seguridad en áreas del aeropuerto. Allí, y por un plazo de 11 días, tienen lugar entrevistas con el Servicio de Inmigración y Naturalización y con tu abogado de oficio. El régimen es carcelario en toda la extensión de la palabra.
— ¿Luego te trasladaron a un campamento de refugiados?
— Sí, actualmente estoy en el de Dronten.
— ¿Cómo es la vida allí?
— Exactamente como una beca de escuela al campo, pero con wifi libre, sin restricciones y buena comida. Otros campamentos no ofrecen alimentación y te la tienes que comprar tú. Para eso el gobierno te facilita un estipendio semanal en una tarjeta magnética.
— ¿Hay muchos cubanos?
— Sí, pero los están deportando y creándole condiciones de asfixia psicológica para que escapen a otro país y se vayan de Holanda.
En 2017, 256 cubanos pidieron asilo en Holanda, informó a CubaNet Bastiaan Engelhard, funcionario acreditado en Cuba por el Reino de los Países Bajos. Actualmente, han sido más de 2500 los socilitantes de asilo, mayormente de la comunidad LGTBI en Cuba, lo cual fue negado por Cyntha van Gorp, Jefa de Prensa del Servicio de Inmigración y Naturalización del Ministerio de Justicia y Seguridad holandés. La funcionaria agregó, en una entrevista con Radio Martí, que han denegado 9 de cada 10 peticiones de refugio solicitadas.
— ¿Cómo te sientes tú y el resto de los cubanos en esos campamentos?
— Muy mal, porque esto no es lo que al principio las mismas autoridades nos prometieron.
— ¿Qué has conocido del país?
— Que son la mezcla perfecta entre el fascismo hitleriano y el comunismo castrista. Hubieran sido los mejores dictadores a nivel mundial.
— Tengo entendido que tuviste una entrevista en La Haya, ¿en qué consiste, allí es donde te dan el asilo?
— Sí, la corte de la Haya, como mismo hay otras en toda Holanda, trató mi caso y llegó a la conclusion de que no tengo razón suficiente para solicitar el asilo aquí. Dicen que Cuba no es una zona de riesgo, que las condiciones van a cambiar, que Mariela es la defensora, que el CENESEX funciona y que Cuba será, sin dudas, un lugar mejor.
— ¿Qué razones expusiste para solicitar el asilo?
— Mis condiciones de vida, cuestiones de salud, asedio, represión, persecución, miedo, discriminación…y todo con pruebas documentadas. Cuba no es más que una escuela para artistas político-teatrales, especialistas en cortinas de opinión internacional a conveniencia.
— ¿Cómo ha sido el trato de las autoridades holandesas en tu caso y con el resto de los cubanos?
— Han sido muy cuidadosos, pero para nada amables.
— ¿Son realmente los Países Bajos un paraíso homosexual, como dicen?
— No. Holanda es un país homofóbico, católico, apostólico y romano. Odian a los gais, a pesar que profesan ser la meca de la tolerancia. Existen, incluso, grupos neonazis en contra de los homosexuales.
Ahora, con la negativa de La Haya en su caso, Alejandro pretende huir hacia España, donde el panorama no es más alentador. Está solo fuera de Cuba, sin una mano que le tienda ayuda, pero, aun así, lucha por sus objetivos. “Quiero establecerme en España, obtener documentación, dinero y sacar a mi madre de aquella pocilga de Isla”.
— ¿Cómo te sentirías si tuvieras que regresar a Cuba?
— Fatal, pero lo haría con mucho orgullo y con las mayores ganas de enfrentarme a lo que sea, porque aquel es mi país, y si no me quieren, qué pena me da, pero me tendrán que comer con papas. Seré la piedra en el zapato de quien sea y no tengo miedo.
— ¿Crees que en Cuba hay futuro?
— ¿Acaso tiene futuro un país detenido en el tiempo por 60 años y que no provee mejoría a su pueblo?
— ¿Cuáles serían los planes si tuvieras que regresar?
— Remar con los demás esclavos.
Alejandro dice que intentaría cuantas veces fuera necesario salir de Cuba, y que el mejor sueño que pudiera tener para la nación que lo vio nacer es libertad. Cualquiera pensaría que resulta un sueño diminuto, pero solo con ese, ya los otros no demoran en llegar.
Me cuenta que ahora su cuerpo hierve con una fiebre de 38.5. “Le llaman la fiebre nórdica y ya la tenemos 6 cubanos aquí. Es horrible”, escribe. Le digo que se cuide y que se mantenga positivo. Al parecer, en su historia de emigrante, Holanda será eso, un malestar pasajero en su persecución del sueño europeo.