LA HABANA, Cuba.- “Dialogo con mi Abuela” es la más reciente producción documental de la cineasta Gloria Rolando junto al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). El 25 de mayo, Día de África, fue la premier nacional en la habanera Sala Chaplin.
A pesar de tratarse de un evento único, dado que es la primera vez que el estreno de un documental de esta cineasta ocurre en uno de los sitios emblemáticos del cine cubano, los medios nacionales no cubrieron su presentación. A la presentación asistieron representantes del cuerpo diplomático de varios países africanos en Cuba, artistas, intelectuales y activistas comprometidos con la batalla del antirracismo.
La reconocida cineasta tiene una vasta obra cinematográfica acerca de las raíces africanas y caribeñas de la cultura cubana. Es protagonista de un cine de observación, desde el cual penetra la memoria, que demuestra que el racismo sigue siendo un castigo social.
Entre sus obras se destacan “Voces para el silencio”, cuando se asomó a la masacre de los Independientes de Color en 1912, y “Reembarque”, que se concentra en el proceso de repatriación de los inmigrantes haitianos que fueron traídos a Cuba como mano de obra barata para trabajar en la industria azucarera y la xenofobia hacia ellos.
La nueva mirada de Gloria Rolando es desde su propia intimidad, pues aborda su historia familiar a partir de la relación que tuvo con su abuela, Inocencia Leonarda Armas y Abreu. Es un homenaje a su abuela, a su madre a y su familia, que también es parte de la aún no contada historia social del negro; un ejercicio desde el cual se narra la etnografía de la nación cubana, un buen pretexto para desmontar la “frontera de la igualdad”.
Es la mirada de la otra familia, la negra, de los Abreu de Santa Clara, de la patriota blanca Marta Abreu y Estévez que puso su fortuna al servicio de la patria y cuyos esclavos llevaron su apellido. Es asimismo la historia de familias rotas.
Para la periodista Gladys Egües, quien presentó el filme, se trata de una obra llena de responsabilidad y respeto ante nuestra propia historia.
El documental le toma el pulso a los llantos y tristezas de la esclavitud. Se cruzan las marcas de género desde la racialidad y la violencia cuando la cineasta denuncia la imagen estereotipada de la mujer negra y mestiza que hoy se comercializa en Cuba, fundamentalmente en artesanías para vender a los visitantes extranjeros.
El historiador Gustavo Pérez Silverio, quien asesoró la investigación del documental y se asomó a los archivos, comenta “la afluencia de público tan masiva, sin publicidad en los medios oficiales, que llenó la Sala Chaplin (…) Es una buena señal de la necesidad de la población no blanca de verse reflejada en los medios, en los discursos estéticos desde la televisión, el teatro, el cine”.
Sobre el problema de la raza hoy en la Isla, opina que “aparentemente no hay un conflicto, pero subyace un silenciamiento a los problemas que hoy vive Cuba como es el racismo, la discriminación y la desigualdad, donde la población no blanca es la más afectada. Es una muestra de que el problema está; solo tenemos que destapar ese pasado, llevarlo al presente, y tenemos que construir un futuro que supere estos problemas que hoy nos dividen como nación”.