BAYAMO, Cuba. -Militares de las tropas guardafronteras decomisaron a varios pobladores de Cabo Cruz, Niquero, el botín que traían a la orilla, luego de desmantelar prácticamente un velero francés encallado y abandonado en las cercanías de esa comunidad pesquera oriental, a mediados de la semana anterior. CubaNet estuvo en el lugar de los hechos y recogió detalles de lo sucedido.
La embarcación, tripulada originalmente por tres personas, quedó varada aproximadamente a casi 200 metros de la orilla del poblado, encallada en la barrera de arrecifes coralinos que bordea la zona, por culpa de una ráfaga repentina de viento que la sacó de curso.
Afortunadamente no hubo pérdida de vidas humanas, pero investigaciones posteriores con las autoridades competentes arrojaron que a pesar de la cercanía a la costa, el rescate y reparación de la embarcación era de un precio tan elevado, que el propietario decidió que era más rentable adquirir otra en vez de enfrascarse en salvar el navío.
Las tropas de Guardafronteras, según comentaron a este reportero varios presentes en el lugar, emitieron la orden de que ningún poblador local, podía acercarse a la zona, donde producto del oleaje y el roce con las rocas, se destruía lentamente el barco.
Los pobladores contaron que miraban con desconsuelo el velero encallado, opinando que de haberlos dejado intervenir, habrían tratado de desatascarlo antes de que fuera inevitable el destrozo y comentaban lo injusto de dejar destruir algo tan valioso por culpa de trámites burocráticos e imposiciones legales.
Pero al cabo del rato, al correrse la voz, otra multitud de lugareños acudió donde el velero, armada con diversas herramientas. Allí dispusieron a su antojo de todo lo que le pudieron echar mano, desde víveres hasta muebles y avituallamiento. Prácticamente nada se salvó de esa ofensiva interminable de “hombres bibijaguas”.
Sin embargo, al llegar a la orilla, descubrieron que miembros de Guardafronteras los esperaban para decomisarles su recién adquirido “tesoro”. Las protestas no se hicieron esperar y se cuestionó la potestad de las autoridades para el decomiso. Los militares tuvieron que apelar a las amenazas de detención y entrega a las autoridades policiales, a los que se negaran a ceder el botín.
Las autoridades impidieron entrevistar a los tripulantes, dos de los cuales les fue facilitada la salida del lugar por vía terrestre.