LA HABANA, Cuba – Recientemente presencié cómo un joven de no más de 25 años sustraía un celular a un anciano delante de todos los que se agrupaban en la puerta de un ómnibus de la ruta 222, en la parada de la céntrica esquina de J y 23, en el capitalino barrio del Vedado.
La víctima reaccionó rápidamente y gritó: “¡Ese tipo me robó el celular!” Pero el caco se deslizó con agilidad a través de la puerta que cerraba en el momento de arrancar la guagua, sin dar tiempo a que alguien interviniera y pudiera evitar que escapara impunemente, a la carrera.
De inmediato comenzaron los comentarios entre los pasajeros. “Eso es en combinación con el chofer”, dijo uno, a lo que otro agregó: “Con tantos policías que hay aquí y nunca aparecen cuando hacen falta”. Otro más insinuó que “la pala (el cómplice) seguro que está aquí todavía, porque ellos siempre trabajan en equipo”.
Las historias sobre carteristas en las guaguas no faltan, pero estos hechos suceden cada vez con más frecuencia y sin solución por parte de las autoridades.
Un carterista es un delincuente especializado en detectar a los distraídos para sustraerle cualquier pertenencia que se lleve en bolsillos o bolsos, sin violencia y con la habilidad necesaria para evitar ser detectado.
Uno de los personajes más enjuiciados por la opinión popular en estos casos, el chofer del ómnibus, me respondió un par de preguntas condición que no le tomara fotos y que no revelara su nombre. “No quiero que me vayan a poner un cartelito de ‘chivatón’, porque me pueden dar hasta una puñalada o un navajazo”, explicó.
“¿Qué puede Ud. decir del juicio que hacen sobre los choferes cada vez que carterean a alguien en la guagua?”, pregunté, a lo que respondió: “Son juicios completamente injustos y sin base, porque me atrevo a decir que ningún chofer va a poner en juego su trabajo y arriesgarse a ir a parar a la cárcel por mucho que le pueda dar un carterista”.
Cuando indagué con qué frecuencia ocurren estos hechos en su guagua, contestó: “Cada mes uno se entera que suceden al menos un par casos, aunque ocurren más de los que les llegan a uno a al oído. Los carteristas conocen los días de cobro de los centros de trabajos y de las actividades festivas para ser más efectivos, aunque estoy seguro que no desperdician ningún descuido. Y desgraciadamente los más perjudicados son los ancianos.”
En Cuba es muy difícil obtener estadísticas oficiales sobre tales hechos, pero este flagelo cada vez golpea con más frecuencia a la población. Quien escribe estas líneas ha sido víctima de carteristas en tres ocasiones en menos de dos años, y su esposa recientemente fue robada de la misma manera dos veces en tan solo una semana.
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