LA HABANA, Cuba.- El plan de producción de azúcar crudo para la zafra azucarera de 2016 ha experimentado y experimentará cambios, siempre a la baja. En un inicio, el segundo secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), José Ramón Machado Ventura, en un extenso discurso de clausura del XI Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) anunciaba, del siguiente modo, el incumplimiento de una cifra planificada que no ha sido divulgada: “Este año no vamos a cumplir (…) vamos a hacer casi 300 mil toneladas más que el año pasado, pero no cumplimos”. Significaba producir en este año 2 171,9 miles de toneladas, un 15,8% de incremento; aunque apenas dos meses después, el 19 de mayo y el 13 de julio de 2015, el diario Granma informó que el crecimiento sería de un 10%, que significa unas 108 mil toneladas menos.
A solo 33 días que comenzara a moler el primer central, el Boris Luis Santa Coloma de Mayabeque, la zafra recibió otra reducción importante; se informó que solo crecería en un 1%, disminuyendo así la cifra de julio; además se dio a entender que las rebajas podrían continuar y se agregó que se necesitaría emplear más caña para lograr una tonelada de crudo, así como mayor eficiencia para paliar la falta de azúcar en la caña, provocada por la sequía.
Un día después, el diario Granma dio una impresión por el estilo, pero más explícita, al señalar que la sequía había golpeado la mayor parte del país, que todavía existían limitaciones en la preparación de tierras y concluyó con una expresión –no precisamente optimista– planteando que desarrollar una campaña exitosa no era inalcanzable, pero que se necesitaría mucho esfuerzo y dedicación, de lo que se podría presumir, que al final, la producción será mucho menor que la del año anterior y para comprobarlo solo hay que esperar.
Después de caer a su punto más bajo la fabricación de crudos en 2010, con 1 164,3 miles de toneladas, nivel equivalente al alcanzado en 1894 antes del reinicio de la Guerra de Independencia; a partir de allí se produjo un progresivo incremento de un 10% como promedio anual en el quinquenio acabado de concluir, hasta alcanzar 1 875,9 miles de toneladas en 2015, por lo que no era desacertado mantener ese índice.
El optimismo aún se imponía en otra época y en una reunión de la Comisión Agroalimentaria que se celebró en diciembre de 2014, previa a la sesión correspondiente de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), Orlando Celso Ramírez, presidente de Azcuba, informó: “Se espera en 2018 alcanzar los tres millones de toneladas de azúcar que se preveían dos años más tarde”. Es decir, para 2020.
Se está lejos de obtener los niveles de ingreso de más de 4 000 millones de dólares con exportaciones que rondaban los 7 millones de toneladas que se lograron en los años 1983 a 1988, pero ya en el período 2010 a 2013 la media del ingreso fue solo de 376,5 millones por la exportación como promedio en esos cuatro años de 750 mil toneladas a un precio por libra de 22,81 centavos de dólar.
Si se lograra exportar en 2018, los 3 millones de toneladas soñadas, un nivel de 2,4 millones después de descontado el consumo interno, al precio del mercado actual, 24 centavos de dólar la libra, nada más se obtendrían 1 267 millones de dólares, modesto nivel. Pero si se toma como base el precio del crudo el primero de febrero de este año –que fue de 13,4 centavos– los ingresos solo ascendería a 707,5 millones.
Sin haber comenzado la zafra, en el mes de agosto del año pasado, un comentario del recién fallecido analista Juan Varela Pérez dejaba entrever el panorama incierto que se presentaba, argumentando que la etapa que transcurría en ese momento, era la que garantizaba la caña de la próxima zafra; dado que unas favorables condiciones climáticas entre agosto y octubre, con la humedad necesaria, propiciaba que los tallos alcanzaran su mayor madurez. Pero no favoreció el clima y los plantíos de fomento no alcanzaron la germinación que debían tener. Expresó a modo de conclusión que los cañeros estaban contra reloj y que sería imposible, después del mes de octubre, saldar lo dejado de hacer a partir de mayo.
Con posterioridad –cuando aún se habían incorporado muy pocos centrales a la molienda– ya había noticias de algunos territorios que auguraban lo que sobrevendría. Por ejemplo, en Ciego de Ávila, una provincia con grandes capacidades, los cuatro centrales que molerán tenían en contra la intensa sequía, que era causante de la disminución de los volúmenes de caña en más de 200 mil toneladas, en relación con lo previsto. En Granma, a mediados de diciembre, las reparaciones estaban retrasadas y había afectaciones por las lluvias.
Sobre Holguín –provincia con una gran capacidad de producción–, en la Asamblea Provincial del Partido Comunista de Cuba (PCC) en noviembre del pasado año, José Ramón Machado Ventura se refirió a los bajos rendimientos en las áreas cañeras con vistas a la próxima zafra e instó a buscar más azúcar con el incremento de la eficiencia industrial. Pero en enero el diario Granma divulgó una nefasta noticia –más concluyente– habría un extraordinario retroceso de la producción de azúcar en la provincia, próximo al 26%, con respecto a la pasada campaña.
Durante un recorrido por Villa Clara, ya en enero de este año, Miguel Díaz-Canel, primer vicepresidente del Consejo de Ministros, se dio la información que había “un notable atraso en la producción de crudo en el territorio” y “a causa del exceso de humedad en las plantaciones, entre otros fenómenos (…) han provocado un incumplimiento hasta la fecha de unas 45 000 toneladas de azúcar”.
El ingeniero Eduardo Pérez Valdés, experto del área agro-meteorológica, fue aún más explícito y declaró que “durante este año se producirá una disminución en la captación de divisas por la caída que irremediablemente (…) habrá en la zafra azucarera por la sequía primero y por el exceso de lluvias ahora” y argumentó que la sequía durante el período de crecimiento de la caña –de noviembre a abril– provocó bajos rendimientos agrícolas, mientras que la lluvia, durante la madurez y la zafra –de noviembre a abril– conduciría a bajos rendimientos industriales.
Los anteriores elementos hacen previsible que la producción de 2016 sea similar o incluso inferior a la de 2010, por lo cual, si esa fuera la cifra, al descontar el consumo interno, se podrían exportar apenas unas 564,3 miles de toneladas, con un valor de apenas 166,4 millones de dólares, por lo que el azúcar pasaría a ocupar el cuarto orden entre los renglones de exportación del país.
Como es de prever, la reducción anunciada será achacada exclusivamente a “El Niño”, así como en otras ocasiones se ha atribuido a los ciclones y al “bloqueo imperialista”; pero todos saben que la culpa de la ruina de esta industria y del país en general, corresponde a los que mandan de manera arbitraria en el país desde hace 57 años.
Arnaldo Ramos Lauzurique