|
| Marzo 12, 2007
Nefasto, las asignaciones y las promesas no arruinan Víctor
Manuel Domínguez, Sindical Press LA HABANA, Cuba - Marzo (www.cubanet.org)
- La "triste y desesperada" historia de la cándida Eréndira
contada por el octogenario escritor colombiano Gabriel García Márquez,
no tiene ningún tipo de contacto con la de Yumari Díaz Pérez,
residente en Palmarito de Cauto, allá en Santiago de Cuba, como presumen
muchas personas mal intencionadas. Para corroborar mi justa opinión
sólo basta con ver que mientras el personaje de ficción de Gabo
era víctima de una desalmada abuela, la muchacha real de nuestra historia
fue merecedora de una asignación por parte del Poder Popular, que viene
a ser algo así como "te regalo el planeta Marte". Y no
por la lejanía, la difícil transportación para esos parajes
o la falta de combustible para realizarlo, sino por su luminosidad, grandeza e
imposibilidad de alcanzarlo. También es lógico establecer
que mientras la tiránica ocamba exigía a su nieta pagar con el sudor
de su cuerpo la destrucción de su casa, el gobierno local de Palmarito
de Cauto hacía lo contrario, pues pedía a Yumari demoler su vivienda
para construir una obra social frente a ese domicilio, y a cambio se le haría
una nueva en otra zona de la localidad. Sin embargo, este acto de buena
voluntad, esta muestra de preocupación por elevar la calidad de vida de
una persona, tropezó de nuevo con la misma piedra de la incomprensión
ante las promesas revolucionarias. Sin tomar en cuenta que la palabra
asignación no quiere decir entrega, sino promesas (y estas no arruinan),
tanto la joven como miles de personas que dicen verse retratadas de cuerpo entero
en esta foto de la familia cubana, arremeten airados contra los promesistas y
usureros de sueños. Incapaces de comprender que la falta de poder
y la necesidad de ser aceptados engendran mecanismos de alivio y sumisión
como el uso y abuso de asignaciones y promesas, estos individuos olvidan, se insensibilizan
y violan el derecho del otro a soñar como le venga en gana. ¿Es
criticable que Chepo Siete Cuevas le asegure a Gudelia que a cambio de que lo
perdone le entregará un colchón que sustituya la eterna, útil
y antiartrítica colchoneta hogareña conocida en la intimidad como
"mar de chinches" o "Canaleta", por la cantidad de insectos
y alambres que almacena? ¿Acaso no es meritoria la intención
de René Tumbavieja cuando dice a Esperanza que vote las cazuelas y los
equipos electrodomésticos antediluvianos, ya que la semana que viene él
se los comprará nuevos, pues comienza a trabajar de almacenero en la corporación
Cuba al Servicio del Extranjero (CUBALSE)? ¿Se puede criticar a
Juanita "rompeprisa" por engordar veinte libras, conocer numerosos sitios
turísticos del país, hacer una casa nueva y disfrazar de payasos
a sus hermanos a cambio de asignarle su cuerpo a un vejestorio extranjero?
¡Seguro que no! Pues lo que importa son las intenciones y no el incumplimiento
de los hechos. Lo importante es mostrar buena voluntad ante las necesidades
del prójimo, no importa si se jubilan esperando un aumento, o si nacen
o mueren en una cueva mientras le construyen la casa asignada. Y más
en una sociedad tan solidaria como la nuestra, donde por aquello de la tradición,
arraigo familiar y otros tipos de asignaciones se cruzan en un mismo hogar las
sabias por arrugadas palabras de un mambí, con las intrascendentes por
infantiles de un pionero. Así que no me vengan con eso de que resulta
deshonesto asignar una nueva casa y no cumplir, prometer rapidez y demorar muchos
años para construir siquiera un llega y pon en el solar, pues las promesas
no arruinan, y en eso los cubanos somos los primeros. CubaNet
no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción
de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente. |