|
|
Diciembre 27,
2006
Nefasto, la gratitud y los triunfadores
Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - El cubano promedio es tan agradecido
como un perro. Y más aún cuando triunfa, se realiza, consigue
unas onzas extra de pescado, un termómetro para medir la fiebre,
o un permiso para apuntalar la vivienda, entrar al caño de un hotel,
y permanecer más de seis días en la capital (si es de otra
provincia del país), entre otras proezas individuales dignas del
reconocimiento popular.
Nada pasa por alto si se trata de retribuir públicamente el favor,
la prebenda o la resolvedera que lo llevó a obtener sus sueños,
matar sus necesidades, o simplemente satisfacer un deseo.
Hay que ver con cuanta sencillez el ganador de un reñido torneo
de dominó grita a los cuatro vientos que "gracias a la revolución,
que movilizó al hombre para sembrar la semilla de donde nació
el árbol con el que se construyeron las fichas para jugar, hoy
puedo coronarme campeón en este deporte intelectual pasado por
tres o cuatro botellas de alcolifán "Bronquero".
¡Y ni hablar del nivel de gratitud de Jesusa "La curiela",
quien, con lágrimas de emoción corriéndole por el
churre de las mejillas, aseguró en el materno infantil González
Coro, que gracias a la revolución pudo lograr su vigésimo
quinto embarazo con sólo trece legrados en el haber!
Por eso es que duele que un tal Rochefoucald con intenciones igual de
retorcidas que su nombre, asegure que "la gratitud" en la mayor
parte de los hombres y mujeres no es más que un secreto deseo de
recibir mayores beneficios.
Ante un concepto tan alejado de nuestra realidad bastaría con exponerle
los casos de "Beto Pachón" y "Ñico rompe
puertas", dos ramas de un mismo gajo podrido que florecieron en el
árbol de la gratitud.
José Alberto, alias "Beto Pachón", después
de 30 años asesinando sus pulmones y las notas de una trompeta
en la banda de conciertos de su municipio, fue bajado al puesto de percusionista
como "golpeador de bombo A", y desde entonces goza de buena
salud, disfruta de igual salario y repite con gratitud "gracias al
inventor del bombo pude librarme de aquella trompeta sin pistón,
y eso sólo ocurre bajo un sistema socialista".
Por su parte, Antonio Garzón, alias "Ñico rompe puertas",
quien en su larga carrera de chofer dejó fuera de servicios más
de 50 taxis, hoy ríe agradecido como "lavador de carros B,
sin agua, pero con trapos", en una base de transporte de su localidad.
Y yo me pregunto: ¿No son estas razones suficientes para estar
agradecidos como un perro a quienes inventaron la música, los automóviles,
el agua, los trapos y el jabón?
Esto es decencia, objetividad y no un deseo de recibir nuevos beneficios.
También me duelen las vitriólicas palabras del filósofo
Diderot, quien, sin conocer a los cubanos, asegura que "la gratitud
es una carga, y todos tienden a liberarse de ella".
¿Acaso el talento es una carga? ¿Cuántos talentosos
artistas, escritores, deportistas y otros destacados cubanos no están
seguros de que sin la revolución no hubieran podido ser virtuosos
en un instrumento, escrito una obra monumental, imponer un récord,
o descubrir una vacuna contra el calor?
¿Están equivocados? Entonces, ¿quién les vendió
el piano o la guitarra, los enseñó a leer, los entrenó
noche y día para el salto, o les dio la materia gris, el centro
estudiantil o laboral, y la bicicleta o el camello para llegar a tiempo?
Y no me vengan con eso de que Bebo Valdés, Guillermo Cabrera Infante,
Kid Chocolate y Carlos J. Finlay, por mencionar algunos, no crecieron
con la revolución y triunfaron en sus respectivas profesiones,
pues sólo por ser cubanos tienen que estar agradecidos a nuestra
causa que ya venía en sus genes.
Pero, si como citaba en su columna Acuse de Recibo el periodista José
Alejandro Rodríguez: "El agradecimiento es la memoria del
corazón", ¿entonces los transplantados del músculo
cardíaco no sienten gratitud debido a las carencias de información
de la otra bomba que los volvió a la vida?
Eso se lo dejo a los talentosos especialistas en agradecimientos y complacencias
"Chepo siete curvas", Angelito "Machaca" y Raquel
"pata e plancha".
Yo, simplemente, soy Nefasto "El agradecido".
CubaNet no reclama exclusividad de
sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo,
siempre que se le reconozca como fuente.
|