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Diciembre 13,
2006
Nefasto, los merolicos y la cartelera del festival (II y final)
Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - En mi comentario anterior
sobre los vericuetos, despelotes y sorpresas de Festival Internacional
del Nuevo Cine Latinoamericano, si prometí hablar de la actuación
en las propuestas fílmicas paralelas al mismo fue porque en ese
apartado no hay quien le saque una nariz a los cubanos.
Nacidos en un escenario donde la actuación es ley, los cubanos
superan sus miedos e inseguridades los métodos del realismo psicológico
y la técnica vivencial del ruso Konstantin Stanislavski, como receta
eficaz contra el "quítate tú pa´ponerme yo".
Armados con estos instrumentos de actuación, el cubano promedio
enfrenta con diez caras lo mismo al presidente de un comité de
defensa, al jefe de la terminal de ómnibus interprovincial, que
a un vecino curioso que desea conocer lo que piensa sobre el presente
y el futuro rumbo del país.
Para ello, y como complemento esencial, suman a estas técnicas
algunos mecanismos de distanciamiento creados por el alemán Bertolt
Brecht, tales como los apartes y las máscaras (sobre todo las máscaras)
para evitar que el interlocutor identifique sus reales sentimientos.
Convertidos en Robert De Niro con terror a la jubilación, o en
Meryl Streep con ganas imposibles de pasear en una bicicleta china forever
(por su falta de mérito laboral para obtenerla), los cubanos se
adentran en la vida con dotes de actuación.
Basta con ver el desempeño como actor de Arnold "casco de
mulo" en el thriller "Motín en el camello M-6",
o la excelente actuación de Gudelia "mala hoja" Goza,
en la cinta de catastrofismo "Esperando a Godoy bajo un derrumbe",
para justipreciar el desempeño histriónico de un cubano
puesto en situación.
¡Y ni hablar del desgarramiento, la introspección y la cara
de hambre de los protagonistas del drama agro ecológico "La
papayita valiente vende cara su entrega", para comprender que los
premios Oscar, Goya, Toni, César y Coral fueron ideados pensando
en la actuación de algún cubano.
Sin que medie la más mínima intención de chovinismo,
resuello a reconocer que otros festivales como el de Cannes, Berlín,
San Sebastián, Sundance o San Paulo muestran filmes interesantes,
quiero recalcar que ninguno supera al de La Habana.
Y no por la cantidad de desastres, triángulos amorosos, miserias,
sueños y crímenes que presentan las cintas en competencia,
sino por el nivel organizativo y sanitario en la programación de
los filmes y la puesta en vigor del uso de los baños.
Aparte de la magia que requiere trasladarse de El Calvario a El Vedado
para ver un filme en competencia, y la quimérica ilusión
de recorrer a pie y llegar en hora del Ambassador al Payret, donde proyectan
"Tiempo de valientes"; o del Alameda al Infanta para caer bajo
el embrujo de "El círculo vicioso", ¿en qué
otro festival se mantienen sin utilizar los climatizadores y los urinarios
de las salas de cine durante todo un año?
¿En cuál de dichos festivales se vive la emoción
de que te anuncien para un cine "Los tres entierros de Melquíades",
y al llegar sudoroso y con el alma llena y embarrada de maní garapiñado,
te anuncien que hoy proyectan el filme "Nadie sabe?
Con estos presupuestos estéticos y educativos que demuestran lo
variable y finito de todo en esta vida, ¿alguien se atreve a asegurar
que el "Pasaporte rojo" no es un filme maldito? ¿O que
"El segundo asalto" será una pesadilla para quienes no
hayan visto "Colegiales", y se adentren desprotegidos en "El
laberinto del fauno"?
Puesta en evidencia la superioridad de nuestro festival, de más
está decir que si "Sembrando la esperanza" es una fiesta
para quienes asisten a la muestra oficial de cine latinoamericano de La
Habana, los que optan por la sala El eterno apagón, apuestan por
el filme "Esto está de apaga y vámonos", como
aseguro yo Nefasto "El realizador cinematográfico".
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