Octubre 5, 2006 No hay sillas en los hospitales Marilyn Díaz Fernández, Lux Info Press CAMAGUEY, Cuba - Octubre (www.cubanet.org) - Los hospitales cubanos se han convertido en ruinosos edificios repletos de filtraciones, salideros, paredes despintadas y carencias de todo tipo desde los días iniciales del "período especial", luego de la desaparición de la Unión Soviética. El calificativo de "especial" a aquel período le fue otorgado por el comandante, y ha sido una época en que los cubanos hemos sobrevivido de un modo extraño. Las personas que son hospitalizadas (niños, adultos, mujeres embarazadas, ancianos) tienen que llevar al centro asistencial donde los internan todo lo que van a utilizar, desde la cuchara, el vaso, la sábana, la toalla, el cubo para el agua, hasta los medicamentos que requieren, porque en las farmacias de los hospitales no existen. Cuando alguien se enferma o va a parir, la familia tiene que hacer una verdadera mudada para que la estancia sea más "placentera". Pero como se dice que la virtud más admirable del ser humano es su capacidad de adaptación, ya nos hemos acostumbrado a esto, como al hecho de que nuestros hijos no reciban más leche cuando cumplen 7 años, a las cinco libras de arroz una vez al mes. Todo lo aceptamos sin protestar. Una nueva carencia ha provocado altercados en los hospitales cubanos entre los acompañantes de los enfermos y las autoridades de Salud Pública. Estas hablan de multas y prohibición; y los primeros de cansancio y agotamiento. Me contó una mujer que en el hospital materno de Camagüey discutió con una enfermera que se oponía a que se sentara en la cama de la paciente, su sobrina. "Le sonreí -expresó-, y acepté su indicación, pero cuando agregó que en los hospitales Amalia Simoni y Manuel Ascunce hay que llevar una silla de la casa para sentarse a cuidar al enfermo, me reí a carcajadas, tal vez por eso que dicen que los cubanos nos reímos hasta de nuestras propias desgracias". No hubo necesidad de investigar si lo que decía la mujer era cierto, porque recientemente, se pudo comprobar, en medio de una acalorada discusión entre dos madres que se disputaban una silla para sentarse. "No te asustes -dijo mi interlocutora-, no hay sillas en los hospitales. No sé qué hicieron con ellas, pero no hay. En cualquier momento tendremos que llevar hasta la cama para el enfermo". Entonces recordé una tartaleta de guayaba que compré para merendar en el hospital habanero 10 de Octubre, y que dejé sobre la pequeña mesa donde tenía mis pertenencias, cuando padecía de leptospirosis. Me acosté a dormir la siesta, y al despertar, las cucarachas devoraban la tartaleta sin compasión. Me alegré en ese momento de vivir en un país que, según el discurso oficial, es una "potencia médica". De no ser así -me pregunté-, qué sería de nosotros. LUX INFO-PRESS CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente. | ||
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