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Febrero 24, 2006

Entre frivolidades y conservadurismos anda la opinión

Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press

LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - Más allá del derecho a la opinión personal o colectiva de considerar como frívola la boda de un actor en una televisión concebida para el adoctrinamiento y las batallas constantes, ya sea entre versos, ejércitos, ideas, utopías, o contra todo lo que se oponga a un plan de imponer gustos e ideologías aunque sea a la fuerza, sacar del aire un programa porque supuestamente ofendió al pueblo, resulta no tanto ridículo como increíble.

¿Cuál segmento de la población rechazó la inserción de la boda de uno de sus actores favoritos en un libreto al que si bien no aportó en su estética, no quitó nada por el carácter anodino del programa?

¿Acaso los que no quieren o no pueden acceder a los letales (por su estupidez) programas de Cristina que, sin embargo, son seguidos hasta el frenesí y la multa de 700 o 1,500 pesos por cientos de cubanos que lo reciben a través de una antena parabólica clandestina para el pueblo, y símbolo de la subversión y la decadencia del capitalismo?

¿O tal vez los nostálgicos o neo seguidores de las novelitas rosas que sollozan cada verano frente al televisor cuado irrumpe Alfredo Rodríguez en la pantalla chica y les dice haciendo pucheros: "Los amo mucho muchooo, muchoooooo… de mi corazón al cielo", con una cursilería tan grande que dan ganas de suicidarse?

No, seguro que no. Los que "se quejaron" son los que ¿prefieren? -para el consumo público- pasar seis horas ante un Aló, Presidente, cinco frente a una mesa redonda, y tres días con sus noches siguiendo un congreso de barberos en vivo y directo por los cuatro canales de la televisión cubana encadenados.

Puede ser que también sean los cultos y prácticos ciudadanos que prefieren aquella visión del realismo socialista en la boda de la novela El viejo espigón, de Maité Vera, donde la pareja de recién casados (¡en traje de boda!) se montaron en una combinada y partieron para los campos de cañas a construir la patria.

Pero el pueblo no. Y no porque esté de acuerdo con estas boberías de bodas y otras sandeces que sólo les interesan a los protagonistas, sino debido a que pocas o ninguna vez se necesita de su opinión real para cambiar programas.

¿Alguien votó por la desaparición de Sabadazo? ¿Cuántos recuerdan haber pedido lo mejor de TeleSur? ¿Quiénes opinaron indignados contra la puesta en pantalla de la telenovela mexicana Gotita de gente, la brasileña El rey del ganado o la cubana Salir de noche?

¿No fue premiada por el público Al compás del son? La vida no puede ser un constante campo de batalla, un monasterio medieval para estudiosos, ni tampoco una revista del corazón donde la banalidad y lo más desechable de cada persona salgan a la luz pública como un sueño azul en su supuesta perfección.

Pero, caramba, entre campesinos sin tierras, indigentes, inmigrantes, refugiados, amenazas, huracanes, maremotos, guerras y otros desastres que inundan las pantallas cada día, dejen un espacio a la pequeña frivolidad, que si no da vida y cultura, tampoco mata o embrutece. Sólo a los que llevan un frívolo dentro disfrazado de censor.

Además, resulta sospechoso que muchos de los ofendidos porque "fisgonear" en la vida de los "famosos" se ha convertido en un tipo de televisión que privilegia el goce superficial por encima de valores de mayor calado, ahora se quejen por los complicados asuntos de una telenovela nacional donde convergen, sin ningún tipo de tapujos, el sida y la homosexualidad, la marginación social y la mentira, la doble moral y el sexo como telón de fondo de una realidad sumergida durante más de cuatro décadas, y que aflora en la pantalla tras la cara oculta de la luna.

¿Queremos evadir la superficialidad edulcorada de una juventud que sufre similares trastornos y enfrenta iguales riesgos que cualquier adolescente en otra sociedad?

¿Hay que evitar que se den la mano el goce superficial con el entrenamiento fácil y el adormecimiento del espectador? Pues bienvenido a la pantalla chica el mundo subterráneo que hoy rechazan muchos de los televidentes que ayer se ofendieron por la trivialidad de una boda en televisión, inseguros entre lo que no les gusta y le ordenan, y aquello que disfrutan, pero le dicen malo, en un ejercicio de obediencias colectivas por parte de ciudadanos curtidos en realidades ajenas a su contexto.

En un país donde la opinión pública es en toda ocasión supuestamente unánime, a veces paradójica, contraria o a favor, pero siempre manipulada si discrepa del diseño para el adoctrinamiento, la supuesta cultura o la defensa de la identidad nacional, no se puede creer que el criterio de muchos sea tomado en cuenta a la hora de quitar o poner en pantalla una programación.

Si no es así, que vengan los frívolos o los conservadores y me lo demuestren.

LUX INFO-PRESS
Agencia Cubana Independiente de Información y Prensa
E-mail: Fsindical@aol.com

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