De médicos y paramédicos de Santiago de Cuba que
realizaron una protesta cívica
Al gobierno de la República de Cuba
"El poder no puede colgar como una masa sobre las
cabezas de los hombres".
La libertad ha de ser una práctica constante para que no degenere en
una fórmula banal.
El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó
y proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En el
artículo primero de este promisorio documento reza que todos los hombres
nacen libres e iguales en dignidad y en derecho.
Hoy, nosotros, profesionales de la salud, como parte del pueblo y conociendo
la enorme crisis de valores que nos afecta como sociedad, la descomunal tragedia
que sufre nuestro pueblo, privado de sus más elementales derechos civiles
y políticos hacemos uso de nuestras facultades inalienables para
manifestarles posibles soluciones a nuestros problemas. Pensamos que es nuestro
deber cívico manifestar nuestra posición como cubanos y luchar por
la realidad de éstos como patriotas, independentistas, revolucionarios y
profesionales progresistas, no siendo nuestro objetivo el de un enfrentamiento
con el gobierno.
Teniendo en cuenta que la libertad y la igualdad para todos dependen
primeramente de que un ciudadano realmente tenga voz, hacemos uso de ella para
hablar en estos momentos en nombre también de los millones de cubanos que
se han quedado sin poder hablar, sin tribunas o mesas redondas donde expresarse,
sin derecho a realizar actos cívicos, sin muchos derechos
constitucionales que los protejan. Hablamos en nombre de todo ese pueblo nacido
en esta tierra de historias de lucha por la libertad, por la democracia
verdadera y por erigir una sociedad humanamente superior. Hablamos de esos
ciudadanos a los que se les quiere acusar de parias o traidores al no querer
creer en los cantos de un sistema que no los convence, pues las condiciones
actuales del país ya lo demuestran.
Es así que en busca de un mejor espacio de convivencia social,
consideramos urge la necesidad de:
PRIMERO. Crear una nueva carta constitucional donde aparezcan refrendados
los derechos y libertades reconocidos internacionalmente. Esa parte dogmática
de la constitución de cualquier nación en la que se reconoce la
dignidad de las personas. Conservando siempre la independencia de la nación.
SEGUNDO. Hacer una apertura en todas las esferas de la economía de
modo que, mediante pequeñas y medianas empresas se incentive y estimule
el espíritu emprendedor y la iniciativa privada de las personas.
Conservando siempre la gratuidad de la educación y la salud.
TERCERO. Decretar inmediatamente, por parte del gobierno, una amnistía
general para todos los prisioneros políticos y de conciencia.
Estas posibles soluciones que estimamos tan necesarias os permitirán
como pueblo participar directamente en la vida económica del país
y que en la medida que todos recibamos beneficios económicos éstos
se reviertan en la sociedad para todos en forma de mejor nivel de vida, mejor
estado de salubridad con menos enfermedades infecto-contagiosas, con un mejor
salario a profesionales de la educación, de la salud y a otras entidades
estatales presupuestadas, evitando así la creciente emigración que
han provocado las imposiciones sociopolíticas y económicas que han
depauperado al país. Esto será posible con una nueva carta
constitucional que garantice protección, derechos y libertades para
todos, independientemente de su opinión política o cualquier otra
condición.
Amnistía a los presos políticos porque es irracional que a
estas alturas, en este nuevo siglo y milenio, continúen en las prisiones
del país personas que sólo han intentado expresar sus criterios o
han defendido sus derechos inalienables, y sería con una amnistía
la única forma en que éstos se sumarían a la construcción
tan necesaria de una nueva nación.
Hablamos de un espacio cívico-político, no de destrucción
política, no hablamos de destrucción económica, hablamos de
un espacio económico, del desarrollo económico del país
accesible no sólo al capital foráneo, hablamos de una estructura
económica funcional y viable para todos los cubanos sin excepción
ni marginación alguna. No hablamos de capitalismo salvaje o de
globalización neoliberal ni de vender nuestro patrimonio al mejor postor.
Hablamos del derecho a no ser aplastados ni ignorados por los que desde su
posición de poder dentro del país condicionan nuestras vidas.
El poder no puede colgar como una maza sobre las cabezas de los hombres. Se
es libre en la medida en que esta maza no se siente.
Santiago de Cuba, 25 de junio de 2001-07-05
Firmado por médicos y paramédicos que realizaron la
protesta cívica y otros profesionales que apoyan este manifiesto.
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