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¿Por qué no firmamos el Proyecto Varela?


Partido Popular Joven Cuba

Alrededor del Proyecto Varela se ha creado un gran debate entre sus partidarios y detractores. El Partido Popular Joven Cuba, al negarse a apoyar dicho documento, ha sido objeto de críticas por quienes lo apoyan, lo mismo que le ha sucedido al resto de las organizaciones que no lo han apoyado, llegándose al extremo de considerar a algunos de nuestros miembros como agentes y partidarios del régimen de Fidel Castro, orquestándose a nuestro alrededor una campaña desacreditativa, por lo que consideramos necesario explicar las razones por las que no les brindamos nuestro apoyo.

En Cuba se hace necesario presentar propuestas con un sentido de la realidad, si nuestras alternativas no son conocidas por el pueblo no se debe a un problema de legitimidad, sino de legitimación por parte del gobierno que limita nuestra eficacia. Las fórmulas que presentemos deben ser concretas, pero amplias y abiertas, que nos permitan movilidad para no dejar de ser alternativas, mientras que un plebiscito, a diferencia del diálogo político, es estrecho en marco de movilidad y actuación.

Para nosotros los derechos humanos no son plebiscitables, los derechos de las minorías deben reconocerse casi por doctrina. No se debe privilegiar unos derechos sobre otros; si queremos democracia en nuestro país, el gobierno en el poder debe respetar y cumplir íntegramente la Carta Universal de los Derechos Humanos.

Durante cuatro décadas el gobierno de Fidel Castro ha usado también el plebiscito como una fórmula para legitimar su dominación, justificando así el poder de una mayoría sobre una minoría. No es aconsejable sentar el precedente también por nosotros de que las decisiones en un futuro las vamos a solucionar de esa manera, pues entonces ¿cómo vamos a garantizar los derechos de las minorías?

En las actuales condiciones de Cuba no hay quien gane un plebiscito contra las autoridades, debido al control que tienen sobre las comunicaciones y su capacidad manipulativa de los ciudadanos. Si el pueblo votara 51-49 contra el Proyecto Varela, ¿qué hacemos, dejamos de ser opositores? ¿Dónde quedarían nuestros derechos como minoría? Sabemos, con todas las evidencias en las manos, que el gobierno cubano no quiere dialogar. ¿Cómo pensar entonces que va a organizar su propia derrota?

En cuanto al exilio, creemos que nuestros hermanos tienen todo el derecho y deber de aportar y participar en las decisiones que tomemos sin exclusiones de ningún tipo, y si se habla de amnistía tiene que ser completa, incluyendo a los que se enfrentaron por la vía armada, pues hay que respetar la memoria de quienes perdieron sus vidas, aunque estamos conscientes de que la solución debe transcurrir por un camino pacífico.

Supongamos que se gane el plebiscito y miembros de la oposición sean elegidos diputados a cualquier nivel de gobierno. Según el sistema electoral, los diputados deben jurar fidelidad a la Constitución, la patria y las leyes, lo cual traería como resultado que tendrían que dejar de ser opositores, ya que:

La Constitución está hecha para perpetuar un gobierno unipartidista, ahora con Castro en el poder y mañana con cualquiera de sus acólitos. La patria, según los comunistas, es la de los órganos represivos (como el Departamento de Seguridad del Estado, las Brigadas de Respuesta Rápida y otros). Y por último, tendrían que respetar las leyes y normas jurídicas que mantienen encarcelados a cientos de presos políticos.

En cuanto a la legalidad de la petición, si se recogieran las diez mil firmas, tarea de por sí difícil, no serán válidas sin la declaración jurada ante notario de cada uno de los firmantes, y en las condiciones actuales de represión, ¿cuántos de esos firmantes se atreverán a ir ante un funcionario del gobierno y expresar públicamente su oposición al sistema castrista?

Consideramos estas razones suficientes, aunque existen otras, pero haríamos muy largo este documento. Estamos conscientes de que hay muchos intereses en juego alrededor del Proyecto Varela, pero el mismo Padre Félix Varela nos enseñó que las verdades deben ser dichas aunque el mundo entero se nos oponga.

Queremos una democracia en nuestro país. Para lograrlo tenemos que aprender a vivir en ella, ya que en la pluralidad de criterios y el respeto al derecho ajeno está la fórmula para lograr los cambios en Cuba; el que desea respeto debe respetar.

Nosotros deseamos y trabajamos por la libertad y la democracia en Cuba. Hay tres condiciones mínimas que le exigimos al gobierno:

- Reconocimiento y legitimación de una sociedad civil que tiene sus propias propuestas para sacar adelante a nuestro país.

- Libertad para los presos políticos sin excepciones.

- Respeto y cumplimiento irrestricto de la Carta Universal de los Derechos Humanos.

Sólo entonces comenzará a hacerse realidad el sueño de nuestro Apóstol José Martí: "Una República justa y democrática con todos y para el bien de todos".

Ciudad La Habana
Agosto 2001

Rafael Ernesto Avila Pérez, presidente

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