Febrero 5, 2007

CPJ
Ataques a la prensa en el 2006

CUBA

Versión en español del informe regional de las Américas Programa de las Américas (Cuba), Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ)

Al enfrentar el creciente interés internacional por la hospitalización del presidente Fidel Castro y el traspaso del poder a su hermano, el gobierno cubano restringió severamente la información sobre la enfermedad de Castro en nombre de la seguridad del estado y bloqueó de modo selectivo el ingreso de periodistas extranjeros al país.

El 31 de julio, en una proclama transmitida sin previo aviso por la televisión cubana, Castro anunció que había sido operado de urgencia por una hemorragia intestinal y que temporalmente le entregaría el poder a su hermano, Raúl. Un segundo mensaje de Castro, transmitido el 1 de agosto, despejó toda duda sobre cómo el gobierno cubano manejaría la información sobre su enfermedad. Castro llamó a su condición de salud "un secreto de estado", y los funcionarios se negaron a revelar la gravedad de su enfermedad, su causa, su pronóstico, o incluso el hospital en el cual estaba siendo tratado.

A partir de entonces, las apariciones de Castro - de ochenta años - fueron contadas y manejadas con sumo cuidado. Después de 40 días en septiembre y octubre durante los cuales no hubo información alguna, el gobierno finalmente hizo circular imágenes y una breve entrevista a Castro que buscaron combatir los rumores respecto de su debilitada salud. Las declaraciones del gobierno anunciaron de modo impreciso que se estaba recuperando, pero no dieron detalles; las fotografías mostraban a un presidente demacrado y pálido. En un momento, funcionarios anticiparon que regresaría a su cargo en diciembre, pero en el otoño el cronograma se pospuso indefinidamente. La información, escasa e imprecisa, alimentó especulaciones que Castro no retornaría a sus funciones con plenos poderes.

Periodistas extranjeros se apresuraron a viajar a Cuba para informar sobre una de las principales noticias del año, pero muchos, incluyendo el columnista del The Washington Post, Eugene Robinson, fueron rechazados en apariencia porque no tenían las visas adecuadas. El CPJ documentó por lo menos 10 casos en los cuales el gobierno prohibió el ingreso de periodistas extranjeros que portaban visas de turista. Según la ley de inmigración cubana, los reporteros extranjeros deben solicitar visas especiales para periodistas a través de las embajadas cubanas en el exterior. La investigación del CPJ muestra que los funcionarios cubanos históricamente les otorgaron visas a los periodistas extranjeros de modo selectivo, excluyendo a aquellos medios a quienes consideraban poco amistosos. La ley cubana además especifica que los periodistas extranjeros que viajan al país con una visa turista "deberán abstenerse de ejercer el periodismo".

El gobierno también canceló las visas de por lo menos cuatro periodistas extranjeros que habían recibido aprobación para viajar a La Habana, según la investigación del CPJ. Varios reporteros de Reuters que lograron llegar al país con visas de turista fueron obligados a irse. Y Ginger Thompson, una periodista del diario The New York Times, fue seguida y expulsada luego de que su diario publicara una nota sin firma desde La Habana. The Miami Herald logró conseguir que algunos de sus reporteros ingresaran a Cuba con visas de turista. Pasaron sin ser detectados durante varias semanas, realizando notas que sondeaban a los cubanos acerca de sus ideas sobre el traspaso del poder y el futuro del país.

Contrariamente a algunas predicciones según las cuales el régimen se desmoronaría en ausencia de Castro, el episodio mostró que la élite gobernante podía mantener el poder con un firme asidero. Se esperaba que un gobierno encabezado por Raúl Castro, cinco años más joven que su hermano, instituyera eventualmente algunas reformas económicas y continuara suprimiendo a la prensa y los derechos políticos.

En un informe por el Día Mundial por la Libertad de Prensa, el 3 de mayo, el CPJ nombró a Cuba como uno de los 10 países con mayor nivel de censura. El análisis del CPJ observó que la Constitución cubana le otorga al Partido Comunista el derecho a controlar a la prensa y reconoce los derechos de la prensa sólo "conforme a los fines de la sociedad socialista". El gobierno es dueño y controla todos los medios además de limitar seriamente el acceso a Internet. Los tres principales diarios representan las opiniones del Partido Comunista y de otras organizaciones controladas por el gobierno.

Los medios operan bajo la supervisión del Departamento de Orientación Revolucionaria del Partido Comunista, que desarrolla y coordina estrategias de propaganda. Aquellos que intentan trabajar como reporteros independientes son hostigados, detenidos, amenazados con ser procesados o encarcelados, o se les prohíbe viajar. Sus familiares son amenazados con perder sus empleos. Un pequeño número de corresponsales extranjeros informa desde La Habana, pero los cubanos nunca llegan a ver sus artículos.

Los periodistas cubanos independientes, que escriben notas para sitios de Internet extranjeros, continuaron cubriendo noticias ignoradas por los medios oficiales. Durante el 2006, periodistas independientes informaron extensamente sobre brotes de dengue, una enfermedad viral transmitida por un mosquito, que estaban produciéndose en toda la isla. Entretanto, las autoridades y los medios oficiales se negaron a reconocer la existencia de dengue en Cuba durante gran parte del año, enfocándose en cambio en los esfuerzos del gobierno por erradicar el mosquito que transmite la enfermedad. Finalmente, en octubre, el ministerio cubano de Salud informó a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sobre los brotes de dengue en cuatro provincias cubanas. Funcionarios de salud sostuvieron que el número de casos había bajado significativamente - sin proporcionar a la OPS cifras sobre la cantidad total de casos documentados.

Cuba siguió siendo uno de los primeros países en relación al número de periodistas encarcelados, segundo sólo después de China. Durante el 2006, dos periodistas encarcelados fueron liberados, pero otros dos fueron enviados a prisión. Uno de ellos -Guillermo Espinosa Rodríguez, quien fue sentenciado a dos años de reclusión domiciliaria - había cubierto el brote de dengue en Santiago de Cuba.

De los 24 periodistas que permanecen en prisión, 22 fueron encarcelados durante la embestida contra la prensa independiente en marzo del 2003. Las condenas a prisión, tras ser acusados de actuar contra los intereses del estado, oscilan entre los 14 y los 27 años. Sus familias han denunciado las condiciones carcelarias insalubres, la inadecuada atención médica y la comida en mal estado. A algunos periodistas encarcelados se les negó guía religiosa, y la mayoría compartía las celdas con delincuentes comunes. A muchos se les permitían las visitas familiares solamente cada tres meses y las visitas conyugales cada cuatro meses - un cronograma de visitas mucho menos frecuente que el permitido a la mayoría de los reclusos. Los familiares fueron hostigados por hablar con la prensa extranjera y por protestar por el encarcelamiento de los periodistas.

Informe completo:

Ataques a la prensa en 2006 / Informe regional de las Américas


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