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Reporteros sin Fronteras

Balance 2001
Agresiones a la prensa en 2001

Evidente degradación de la libertad de prensa en el mundo, en 2001. Cada vez hay más periodistas detenidos, La libertad de prensa retrocede en varios países.

Reporteros sin Fronteras

La libertad de prensa en cifras

En 2001
31 periodistas asesinados
489 periodistas detenidos
716 agredidos o amenazados
398 medios víctimas de la censura
110 periodistas están presos al 2 de enero de 2001

En 2000
32 periodistas asesinados
329 periodistas detenidos
510 agredidos o amenazados
295 medios víctimas de la censura

Tendencias y prioridades
Con excepción del número de periodistas muertos, que se mantiene estable, todos los indicadores (periodistas detenidos, agredidos, amenazados, medios de comunicación censurados) han experimente una fuerte alza, en relación con 2000. El número de periodistas detenidos (489 en 2001) aumentó en cerca de un 50%, y el de los periodistas agredidos a amenazados (716) en más de un 40%. Cada vez hay más periodistas encarcelados en el mundo. Actualmente, son 110 los que se encuentran tras las rejas. Aunque el número se había venido reduciendo desde 1995, ha aumentado bruscamente en 2001.

Cada día, en el mundo se censura un nuevo medio de comunicación y cerca de un tercio de la población mundial vive en países en los que no existe libertad de prensa. En muchos Estados (Bangladesh, Eritrea, Haití, Nepal, Zimbabue, etc.), la situación se ha deteriorado considerablemente, mientras que han sido muy pocos los regímenes que han efectuado progresos en materia de libertad de prensa. Resulta inaceptable la impunidad que caracteriza a la casi totalidad de esos casos. Los Estados, y las organizaciones intergubernamentales, deben concentrar sus esfuerzos en este terreno. En caso contrario, se puede apostar que continuarán multiplicándose en los próximos años los asesinatos y las agresiones de periodistas.

31 periodistas muertos en 2001.
Todavía este año han muerto más de treinta periodistas en el mundo, por sus opiniones o en el ejercicio de sus funciones. Quince de ellos fueron asesinados por grupos armados o milicias. Las autoridades tienen una parte de responsabilidad, al menos en tres de los casos. Nueve profesionales de la prensa murieron en conflictos armados (ocho de ellos en Afganistán). Por otra parte, además de estos treinta y un periodistas, también murieron durante el año diez colaboradores de los medios de comunicación (técnicos, personal administrativo, etc.).

Asia ha sido el Continente más asesino para los periodistas en 2001 (14 casos). En Afganistán, la guerra emprendida por Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre, ha resultado especialmente nefasta para la prensa. Ocho enviados especiales resultaron muertos mientras cubrían el conflicto. En China, Feng Zhaoxia, un periodista del diario Gejie Daobao, fue encontrado muerto degollado, el 15 de enero, en la provincia de Shaanxi (sudoeste de Pekín). Rápidamente, la policía declaró que se trataba de un suicidio, a pesar de las protestas de su familia, de sus colegas y de asociaciones de periodistas locales. Según ellos, se trata de un asesinato relacionado con dos artículos publicados por el periodista quien recientemente había denunciado connivencias entre grupos mafiosos y algunos responsables políticos locales.

En el continente americano, fueron asesinados diez periodistas y diez colaboradores de los medios de comunicación. En Haití, este año también ha sido asesinado un periodista. El 3 de diciembre, Brignol Lindor, responsable de información de Radio Echo 2000, murió a consecuencia de una agresión con piedras y machetes. Había sido amenazado de muerte, por responsables locales del partido en el poder, tras haber invitado a algunas personalidades de la oposición a intervenir en su programa. El asesinato supuso una auténtica advertencia para toda la profesión, que se siente amenazada (consultar). En Estados Unidos, un periodista y ocho técnicos murieron en los atentados del 11 de septiembre contra el World Trade Center, en Nueva York. Igualmente, un reportero norteamericano resultó víctima de la enfermedad del ántrax, después de haber recibido una carta anónima contaminada. En Colombia, fueron asesinados tres periodistas. Entre ellos, Flavio Bedoya, del semanario Voz, asesinado de cuatro balazos el 27 de abril. Había recibido amenazas de muerte tras haber publicado un artículo sobre las exacciones cometidas por los paramilitares. Criticaba "la incapacidad del ejército y de la policía para capturar a los criminales".

También en Europa ha aumentado el número de profesionales asesinados por sus opiniones (7). En Irlanda del Norte, un periodista fue asesinado, por primera vez desde el inicio de los años sesenta. Martin O'Hagan, reportero del semanario Sunday World, fue asesinado en la noche del 28 de septiembre, delante de su domicilio, cerca de Belfast. "Los defensores de la mano roja", un grupo militar legitimista, le acusaron de haber cometido "crímenes contra el pueblo legitimista". Por otra parte, también se ha registrado el caso de un periodista asesinado en Ucrania, otro en Kosovo y otro más en el País Vasco, en España.

Las dos noticias buenas nos llegan de Africa y del Medio Oriente, donde ningún profesional de los medios de comunicación ha perdido la vida en el desempeño de sus funciones. Veintisiete casos más de asesinatos de periodistas durante 2001, en el mundo, se encuentran todavía en fase de investigación pero, a fecha 1 de enero de 2002, no hay nada que permita afirmar que puede establecerse una relación con sus actividades profesionales.

La impunidad sigue siendo la regla
La casi totalidad de los casos de muerte y de asesinato de periodistas no se han resuelto nunca. Sus inductores se encuentran en libertad, y nunca han sido molestados por la justicia de sus países.

En Burkina Faso, por ejemplo, la investigación se encuentra atascada, cuando han pasado más de tres años del asesinato de Norbert Zongo, director de L'Indépendant, el 13 de diciembre de 1998. El hermano del Presidente de la República, François Compaoré, ampliamente implicado en este caso, fue interrogado por primera vez en enero de 2001, es decir, cuando se habían cumplido más de dos años de los hechos, por un juez de instrucción (consultar).

La situación no es mejor en Haití. La investigación relativa al asesinato de Jean Dominique, director de Radio Haïti Inter, en abril de 2000, ha estado a punto de pararse en varias ocasiones. El Senado, controlado por Fanmi Lavalas, el partido del presidente Jean-Bertrand Aristide, multiplica las argucias para no pronunciase sobre el levantamiento de la inmunidad parlamentaria de Dany Toussaint, principal sospechoso en este asunto. Por otra parte, y a pesar de sus confesiones, todavía no han sido detenidos los asesinos de Brignol Lindor, cercanos al partido en el poder (consultar).

En Sri Lanka, todavía no se ha resuelto el asesinato, en octubre de 2000, del colaborador de la BBC, Mylvaganam Nimalarajan. No hay ningún detenido y la policía está muy lejos de haber puesto los medios necesarios para descubrir la verdad (consultar).

En Ucrania, el aparato del Estado es un poderoso obstáculo para averiguar la verdad en el caso del asesinato del periodista Géorgiy Gongadze, en septiembre de 2000. El Ministerio Fiscal y el Ministerio del Interior se oponen a cualquier investigación seria. En septiembre de 2001, el Consejo de Europa votó a favor de una recomendación apelando "a las autoridades ucranianas a poner en marcha una nueva investigación sobre la desaparición y la muerte de Géorgiy Gongadze y, para ese fin, crear una comisión de investigación independiente", compuesta especialmente por expertos internacionales (consultar).

Más de quinientos periodistas detenidos durante el año
A fecha 1 de enero de 2002, 110 periodistas continúan encarcelados en el mundo, por sus opiniones o a causa de sus actividades profesionales. Un año antes, no eran "más que" setenta y cuatro. Hay que remontarse hasta el 1 de enero de 1995 para encontrar una cifra tan importante. Cerca de la mitad (50) se encuentran detenidos en países del Continente asiático. Las mayores prisiones del mundo para los periodistas son Irán (18 detenidos), Birmania (18), China (12), Eritrea (8) y Nepal (7).

En Irán, la mayor parte de los periodistas cumplen largas penas de cárcel. En enero, cuatro de ellos fueron condenados a penas de entre tres y ocho años, por "haber atentado contra la seguridad nacional". En cambio, Reza Alijani, redactor jefe del mensual suspendido Iran-é-farda, y premio Reportero Sin fronteras – Fundación de Francia 2001, fue puesto en libertad en diciembre, después de nueve meses de detención (consultar).


En Birmania, las autoridades tienen una actitud criminal con los periodistas encarcelados, privándoles de las atenciones médicas necesarias para su estado de salud. Cumpliendo condenas muy graves, por haber "difundido informaciones contra el Estado", o por haber informado a periodistas extranjeros, se encuentran detenidos en condiciones inhumanas, que tienen dramáticas consecuencias sobre su salud física y mental. Myo Myin Nyein, encarcelado desde septiembre de 1990, se encuentra muy débil y padece trastornos psíquicos. El periodista permaneció detenido durante ocho meses en una de las jaulas de la perrera de la cárcel de Insein, en Rangún.

En China, a los doce periodistas encarcelados hay que añadir veintidós ciberdisidentes, detenidos por haber difundido, por Internet, informaciones calificadas de "subversivas". Uno de ellos fue condenado a cuatro años de cárcel.

En total, 489 profesionales de la prensa estuvieron privados de libertad en 2001, en un momento u otro, y a menudo sin explicaciones.
En Nepal, donde a finales de noviembre se decretó el estado de excepción, las fuerzas del orden han detenido a más de cincuenta periodistas y profesionales de los medios de comunicación. En Cuba, en Pakistán, en la República Democrática del Congo y en Zimbabue, han sido detenidos más de veinte periodistas. A menudo, sin mandato oficial y sin que se les diera ninguna explicación. La mayoría de ellos quedan en libertad rápidamente, pero algunos pasan varias semanas, incluso meses, tras las rejas. En conjunto, son muy malas las condiciones de detención. Son frecuentes los interrogatorios duros y los malos tratos. En Irán, algunos periodistas se han visto sometidos a malos tratos, para conseguir falsas confesiones o hacerles escribir cartas de arrepentimiento. En la República Democrática del Congo, este año un periodista fue golpeado con porras por sus carceleros.

Más de setecientos periodistas agredidos o amenazados.
Cada vez son más numerosas las agresiones contra profesionales de la prensa. Tanto si proceden de las fuerzas del orden, como de militantes de partidos políticos, de grupos armados o de delincuentes, casi nunca son objeto de investigaciones serias y respaldadas. De esta forma, se refuerza enormemente el sentimiento de impunidad de sus autores. En muchos países, algunos responsables políticos se encuentran en el origen de estos actos de violencia. Atacan directamente a los periodistas que les han criticado, en lugar de emprender procedimientos judiciales contra ellos.

En Bangladesh, más de 130 periodistas han sido víctimas de agresiones de militantes o simpatizantes de los partidos políticos. En la mayoría de los casos, los ataques procedían de militantes del Bangladesh Nationalist Party y del Jamaat-e Islami (dos partidos miembros de la coalición en el poder), o de la Liga Awami (en el poder hasta julio). Sus objetivos preferidos son los periodistas que denuncian asuntos de corrupción, violencia política o intolerancia religiosa.

En Colombia, cerca de una treintena de periodistas fueron agredidos o amenazados por los diferentes grupos armados, que se enfrentan en el país. En Zimbabue, los antiguos combatientes de la guerra de liberación son los autores de numerosos ataques contra reporteros de la prensa privada. En Ucrania, en Rusia y en las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central, la violencia está siempre presente y se han denunciado muchas agresiones.

Ocho periodistas resultaron heridos de bala, en los territorios ocupados por Israel. Después de una investigación, Reporteros Sin Fronteras ha denunciado la responsabilidad del ejército israelí, en la mayoría de los casos. Al término de investigaciones superficiales, las autoridades han afirmado que no son responsables de esos disparos.

Obligar a los periodistas al exilio es otra forma de amenaza, empleada por algunos gobiernos. En Cuba, en Haití, en Etiopía y en Somalia, muchos periodistas han huido de sus países, por miedo a las represalias. En Colombia, los periodistas escapan de la violencia de los grupos armados.

Cada día, un nuevo medio de comunicación censurado.
En 2001, 378 medios de comunicación fueron censurados en el mundo. En Turquía, más de un centenar de canales de televisión, de emisoras de radio y de órganos de prensa escrita, fueron suspendidos provisionalmente por el RTUK, el organismo gubernamental de vigilancia audiovisual, o por los diferentes Tribunales de Seguridad del Estado. En la mayoría de los casos, los medios son acusados de "incitar a la violencia" o de "atentar contra la seguridad del Estado", por haber criticado al régimen o haber informado sobre las preocupaciones de determinados movimientos de extrema izquierda.

En Eritrea, el gobierno ordenó la suspensión de todos los medios privados, en el mes de septiembre, haciendo del país uno de los pocos lugares del mundo sin prensa privada. El mismo día, al menos ocho periodistas fueron detenidos y conducidos a una comisaría de la capital. Otros han desaparecido o han huido del país. El director de la televisión pública explica, en antena, que "los medios de comunicación privados ponían en peligro la unidad del país".

En Marruecos, al menos nueve periódicos –entre ellos, siete extranjeros- fueron censurados por haber tratado asuntos como el del Sahara Occidental y la corrupción, o por haber criticado al rey. Los medios de comunicación franceses y españoles están especialmente vigilados, por las autoridades marroquíes.

En Túnez, no existe censura propiamente dicha, por la simple razón de que no hay prensa independiente. En cambio, los pocos periodistas que intentan difundir informaciones por Internet, o trabajar para los medios de comunicación internacionales, se ven acosados. Sus líneas telefónicas están fecuentemente bloqueadas y sus conversaciones son escuchadas, e incluso a veces cortadas. Igualmente, el acceso a Internet está muy controlado.

La prensa extranjera estrechamente vigilada.
Los corresponsales de la prensa extranjera se encuentran en el punto de mira de muchos jefes de Estado o de gobierno, en todo el mundo. En Zimbabue, tres de ellos han sido expulsados del país. El gobierno intenta, por todos los medios, conseguir que se apruebe un proyecto de ley obligando a los medios de comunicación internacionales a emplear únicamente a periodistas de nacionalidad zimbabuense. En Cuba, el corresponsal de la agencia Reuters se vio obligado a abandonar la isla, después de los ataques en la prensa local. En Liberia, el gobierno se lamenta sin cesar de la "masiva propaganda negativa" contra el presidente Charles Taylor, que publican, según él, algunos medios de comunicación extranjeros. En China, los corresponsales extranjeros que residen en el país, tienen que conseguir una autorización del ministerio de Asuntos Exteriores, cada vez que quieren realizar un reportaje.

Por otra parte, los periodistas no siempre pueden visitar algunos países, sin ser objeto de vigilancia constante. Es el caso, entre otros, de Arabia Saudí, Birmania, Corea del Norte o Vietnam. También encuentran enormes dificultades para conseguir visados para trabajar en Argelia, Libia o Irak. En Pakistán, las autoridades han negado visados a periodistas indios, o de origen indio, que querían cubrir el conflicto afgano. Por esta razón, fueron expulsados del país dos enviados especiales de diarios norteamericanos.

Las consecuencias del "11 de septiembre" para la libertad de prensa.
Además del enorme tributo pagado por los enviados especiales muertos sobre el terreno, los atentados de Nueva York y Washington del 11 de septiembre de 2001, y la operación militar emprendida en Afganistán, han tenido importantes consecuencias para la libertad de prensa en el mundo. Varias de las leyes que se han aprobado para luchar contra el terrorismo resultan inquietantes y debilitan el principio fundamental de la libre circulación de información. En Canadá y en Estados Unidos, algunas de las medidas cuestionan el secreto de las fuentes y refuerzan la vigilancia sobre Internet. Los gobiernos norteamericano y británico han llamado al orden a los medios de comunicación de sus respectivos países.

En ocasiones, ese control adquiere un aspecto aun más represivo. En Kazakhstán, por ejemplo, las tropas armadas del ministerio del Interior invadieron, en noviembre, el edificio del canal privado de televisión KTK, interrumpiendo temporalmente su programación. Las autoridades explicaron que, en el marco del conflicto en Afganistán, "todas las instalaciones estratégicas de la República debían estar vigiladas, por el ministerio del Interior".

 

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