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Palabras que hablan de ti 

Yosvani Anzardo Hernández 

HOLGUIN, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - “Iba un niño travieso cazando mariposas”. Bueno, en verdad las mariposas escasean, y en los tiempos de Martí deben haber sido abundantes cuando él comenzó uno de sus poemas de esa forma.  

Cuando intentaba aprender a leer, cometí muchos errores, y los primeros fueron leyendo precisamente La Edad de Oro. Por ejemplo, me costó trabajo entender El Camarón descarado (encantado).  

Los Zapaticos me rozan; Las ruinas indias, La explosión (exposición) de París. Luego supe que los títulos no se correspondían con los argumentos, y es que mi imaginación sustituía las palabras por lo que más escuchaba: ofensas, zapatos que se quiebran pronto, marcas, mujeres supuestamente en celo y explosiones. 

Martí no inventó una forma de decir, pero su honestidad al escribir le permitió transmitir sentimientos. Es como cuando se elabora un plato con amor. La comida resulta exquisita porque tiene un ingrediente especial, que no se ve pero se siente. Claro que tal vez para nosotros, por ser cubanos, sea más sencillo. 

Si le preguntan a un extranjero quién fue Martí, es posible que responda: Fue un prócer dominicano, venezolano, o hasta tal vez cubano. Martí no dejó espacio sin ocupar en Latinoamérica; y no existe una palabra salida de su pluma que permita a nadie pensar algo diferente.
 
Martí, para el extranjero, puede ser un guerrero que usó su pluma como espada y murió escribiendo con sangre sobre el pergamino de la patria la palabra libertad. Lo que no podrá decir nadie es que no fue antiimperialista, y clamó por la libertad de todos, porque la esclavitud es la opción de los idiotas para sentir lástima por sí mismo, y la tesis de los explotadores para humillar a los pueblos y protegerlos de sus instintos naturales. Y es que tiende el hombre a la libertad por instinto y se esclaviza por ignorancia o por impotencia. 


No habrá hombre o mujer en el mundo que después de leer a Martí no comprenda lo que sintió este hombre tierno y guerrero, fuerte de espíritu y enfermo. Para cualquier extranjero puede Martí ser la síntesis de un buen ser humano. Y debemos saber los cubanos, con seguridad, que sus palabras han de ser “ara y no pedestal”, que el buen cubano no se humilla ni arrodilla ante nada ni ante nadie, que “el amor madre, a la patria no es el amor ridículo a la tierra, ni a la hierba que pisan nuestras plantas. Es el odio eterno a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca”.  

Debemos saber que Cuba puede cargar el peso de todos los cubanos y no necesitamos buscar en el extranjero lo que nuestra tierra debe y puede dar. El fruto de nuestra campiña es sagrado y abundante porque es nuestro. En fin, los cubanos debemos saber que hubo un hombre llamado Martí que murió por nosotros y no hay otro camino hacia la dignidad que el seguido por él. 

Por eso estamos aquí, llamando a reunión. La patria reclama a los cubanos que busquen su sitio tal y como dice una canción española: Busca mis ojos, toma mi mano, acércate / este es tu sitio, esta es tu taza de café / no digas nada, dices con la mirada / más de lo que crees. / A la deriva llevas el alma en el timón / vas por la vida solo escuchando el corazón; / buscas un puerto, buscas un cielo abierto / lejos del dolor. / Tanto camino, tanto buscarte en otra piel / a tu destino querías mantenerte fiel. 

Anhelas el cielo cuando vives el infierno, y no dejas de escuchar las voces de los que sufren el lamento de los inocentes, la mirada vacía de los idiotas y hasta las palabras incoherentes de los cobardes. Y es entonces cuando puedes escuchar el silencio entre las notas de melodías que surgen en tu cabeza para calmar el tormento y el dolor de la existencia, porque tienes alma peregrina y pies con raíces, y es que ¿de qué sirven las grandes alas sin pies fuertes?  

Nunca te vas del todo, nunca estás todo el tiempo, pero perteneces aquí por siempre. No importa el acento ni la apariencia por ser de aquí. El camarón encantado nos concederá deseos, los zapatos rosas nos mostrarán el camino, y pequeños como Meñique haremos grandes cosas y apreciaremos los logros del extranjero porque nos apreciamos nosotros.

Y recuerda lo que son estas palabras que hablan de ti.