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Contaminación ambiental

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org ) - Cuando Rosa Elena Simeón fue ministra de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente, ya se hablaba de los efectos contaminantes de Antillana de Acero, ese monstruo metalúrgico que intoxica a La Habana desde el sudeste de la capital, donde varias industrias lanzan sus desechos hacia el espacio o el manto freático, amparadas en el atraso técnico, las negligencias y la aplicación de medidas ecológicas que disminuyen las inversiones de capital, pero no solucionan los problemas generados por empresas productivas de interés nacional.

Se dice que Antillana es un cáncer espacial. La principal metalúrgica del país convierte chatarras en palanquilla y produce alambrón y cabillas. Como el acero hace combustión a 1600 grados, y el laminador de vaciado continuo montado por los rusos no llegó a funcionar, los desechos de silicio, azufre y otras sustancias necesitan de una torre de 120 metros de altura para evacuar los gases hacia el mar. La chimenea más alta quedó en 70 metros, por lo que los gases se condensan en el aire y caen como lluvia ácida sobre el entorno.

Un experto en lubricantes afirma que esto se agrava por la ausencia de una empresa ecológica que controle las muestras y multe a las compañías que contaminan la tierra o la atmósfera. “Hay que recuperar los aceites y evitar que por roturas tecnológicas caigan al subsuelo, lo cual sucede a veces en Antillana y otras fábricas del Cotorro, Guanabacoa y San José de las Lajas, donde las plantas depuradoras son anticuadas”.

Un ingeniero de Antillana de Acero asegura que los problemas empeoran en esa empresa por la ausencia de campana de radiación y campanas anti ruidos, lo que daña la salud de los fundidores, soldadores y otros obreros retirados antes de tiempo, además de afectar a la población y al ecosistema. En el Jardín botánico de La Habana han desaparecido algunas especies por los ácidos vertidos al espacio.

“Esto no sucede en el Laminador de Las Tunas, de tecnología italiana, realmente ecológico y con planta de agua. Allí los fundidores usan un collar  y un anillo que recoge la radiactividad diaria, analizada en un laboratorio de La Habana cada mes. Los talleres de pizarra eléctrica instalados por ACINOX con tecnología española en El Cotorro y Las Tunas también cumplen las normas internacionales”.

Las fábricas del Cotorro contaminan los afluentes del río Almendares que atraviesan su territorio, donde están ubicados el basurero provincial denominado Cayo Cruz, y el vertedero Roca Azul de Residencial América, que filtran la tierra y el último contagia la presa El Cacao a través de un riachuelo cercano. Al manto freático van los aceites, combustibles y desechos energéticos de la cervecería Hatuey, el Complejo Lácteo de La Habana, la jamonera de Santa María del Rosario y de otros centros productivos con problemas en la planta de tratamiento de agua, cuya piscina de decantación y trampas de productos ligeros no funcionan, pues nadie multa a los responsables.

La gomera de Loma de Tierra y la de Cuatro Caminos lanzan a la atmósfera el humo negro, menos agresivo que la lluvia ácida de Antillana de Acero y los desechos de plomo que la Fundición Vulcano vierte sobre los pobladores de los repartos Paraíso y Cruz Verde.

Algunos ingenieros hablan del daño irreversible al flujo de aguas en el sur de la capital. Las zanjas de los municipios Cotorro, San Miguel del Padrón y Arroyo Naranjo se interconectan con los riachuelos que desembocan en la presa Ejército Rebelde, cuyas aguas son cada vez más grises. Algo similar sucede con la presa del Parque Lenin que fluye al río Las Cañas, acoplado al Cristal, afluente del Almendares.

Aunque la prensa cubana apenas aborda estos problemas, es evidente que la industria ubicada en la periferia de la capital sigue contaminando la atmósfera. Las consecuencias son impredecibles. Tal vez tan graves como la disecación de la Ciénaga de Zapata para sembrar arroz, o la construcción de terraplenes sobre el mar para enlazar a los cayos del norte con los pueblos de Morón y Ciego de Ávila.

El tema de la contaminación ambiental rebasa los datos recogidos en torno a uno u otro municipio de la capital. Lo expresado hasta aquí es sólo un botón de muestra de lo que acontece en otras partes de la isla.