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Carta a Javier Bardem

Filiberto Hebra

MIAMI, Florida, marzo, www.cubanet.org

Querido Javier:

Acabo de regresar de New York, ciudad donde nos conocimos y donde inmediata y candorosamente me “comiste” a preguntas sobre Cuba y mis experiencias en la isla en que nací. En ese momento todavía no dabas por segura tu actuación en el film de nuestro amigo Julian Schnabel. La proposición de actuar en Antes que Anochezca era tentadora, pero más fuerte era tu sincera duda de encarnar en la pantalla a un escritor cubano disidente que había muerto en el exilio, un transgresor por naturaleza que siempre había puesto por delante la decencia de expresar la verdad, y hacerlo magistralmente. La decencia de Reinaldo Arenas, la misma que también siempre he constatado en ti.

Sé que te resulta mucho más importante ser consecuente con tus valores morales que con las cámaras y la fama. A fuerza de oírte preguntar y dudar comenzó la amistad. Años después constaté ese compromiso tuyo con la decencia, saliste a la calle con el NO A LA GUERRA. No me sorprendió tu foto en la multitud, comenzaba una guerra a todas luces basada en engaños, una guerra manipulada y afincada en extorsiones emocionales al pueblo estadounidense, guerra que después envolvió a tu querida España.

Estábamos en Montauk, Long Island, y Antes Que Anochezca aún en pañales pero no tu conciencia y fidelidad a las ideas de los Bardem. El guión del film te seducía, el grito desgarrado de un intelectual que pagó muy caro el precio de denunciar el abuso del poder y sus injusticias. Nos venían a la mente Lorca, Miguel Hernández. Tú continuabas dudando, como debe ser, pero estuviste de acuerdo con mi idea de que visitaras Cuba y también con mi sugerencia de que no fueras en un viaje “oficial” como actor sino como simple ciudadano europeo.

Nadie del gobierno cubano te sirvió de “guía” turístico ni te enseñó el maquillaje de los hospitales emblemas, esos a los que no puede acceder el cubano común, nadie te mostró las escuelas donde los alumnos, si quieren seguirlo siendo, no pueden usar lo aprendido; no ya para disentir sino para crecer y actuar como plenos y libres individuos.

-Me bastó, vamos a hacer la película-nos dijiste a tu regreso.

La película está ahí, sigue viva. Quedan también los recuerdos de La Mostra de Venezia, los premios, mi honor de acompañar a tu madre entre las luces y la alfombra roja, en EEUU tu merecida nominación al Oscar. También sigue viva mi admiración por ti, el actor, el ser humano. Y sigue viva en Cuba la represión y los abusos del poder en el día a día del cubano de a pie, los presos políticos.

Ahora veo que has firmado una carta, entre otros muchos, donde se expresa:” A nuestro parecer, la reacción contra las declaraciones de Guillermo Toledo se ha convertido, en muchos casos, en una auténtica campaña contra su persona. Por este motivo, le expresamos nuestro más firme apoyo.”

Siempre has sido un ejemplo de solidaridad con todo lo que crees es justo, por eso no me sorprende ver en esa carta tu nombre.

En Cuba murió recientemente un prisionero político después de una larga huelga de hambre, Orlando Zapata Tamayo.

El actor Toledo tiene todo su derecho a expresar lo que piensa, como lo tiene todo aquel que difiera de él. Ese derecho vital nunca lo tuvo el preso de conciencia Zapata Tamayo en Cuba y acusarlo de común “delincuente” fue también de parte del actor una infamia, y (vuelvo a citar la carta) “una auténtica campaña contra su persona”.

Mi humilde sugerencia esta vez no es que los firmantes visiten Cuba como simples ciudadanos, sino simplemente que se reúnan para ver Antes Que Anochezca y tu excelente personalización de un intelectual que fue acusado, procesado y encarcelado como delincuente común por el básico y humano derecho a disentir que tienen Guillermo Toledo y sus detractores.

Tu amigo,

Fili