www.cubanet.org
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente y su autor.
 

La libertad, única condición para el cese de la condena  

Miguel Saludes 

FRASE: No es el pueblo cubano el destinatario de los votos condenatorios de Europa. Mucho menos es Cuba quien carga con la condena. La censura crítica va contra los que pisotean el derecho de la gente y la sociedad cubana

MIAMI, Florida, Marzo, www.cubanet.org -La resolución condenatoria aprobada por el Parlamento Europeo contra el gobierno cubano representa un despertar de la conciencia política del viejo continente respecto a la situación de los derechos humanos en Cuba. El letargo en que se encontraba sumida la Posición Común, amenazaba en convertirse en sueño eterno, gracias a los esfuerzos del Canciller español Miguel Ángel Moratinos. El fatal desenlace de la huelga de hambre sostenida por el prisionero político Orlando Zapata Tamayo fue la sacudida que provocó el desembotamiento universal. 

La parte cubana, tan minuciosa a la hora de contabilizar los votos favorables al levantamiento del embargo norteamericano, ahora omite comentar los resultados de lo ocurrido en el euro parlamento. El dictamen de censura obtuvo la aprobación de 509 parlamentarios contra 30 y 14 abstenciones. Estas últimas pueden engrosar la cifra mayor, siguiendo las normas aplicadas por representantes del régimen en estos casos.  

Los entendidos en asuntos de diplomacia, acostumbrados a los desafueros del Comandante en ocasiones similares, calificaron de moderada la respuesta que dio La Habana ante este resultado. Esta vez el lenguaje duro quedó  a cargo de la Asamblea Nacional, un foro de voces cuya soberanía y representatividad resultan dudosas.  La declaración emitida por el parlamento cubano utiliza las tácticas de costumbre, lanzando insultos, señalando todas las pajas y vigas en ojos ajenos y sosteniendo argumentos que son harto indefendibles.   

Los grandes manipuladores, controladores de la información, maestros en hacer campañas, se ciegan en su propia soberbia, que ha sido la verdadera culpable de lo ocurrido en Bruselas. El señalamiento hecho por los euro diputados sobre "la ausencia de todo gesto significativo" por parte del gobierno cubano es más que justificado. Puertas abiertas es lo que se les ha sobrado a quienes ni siquiera consideran abrir una rendija que sirva de ventana para sus gobernados.  

No es el pueblo cubano el destinatario de los votos condenatorios de Europa. Mucho menos es Cuba quien carga con la condena. La censura crítica va contra los que pisotean el derecho de la gente y la sociedad cubana; los que hablan de soberanía agredida hablando en nombre de la Patria que se adjudican como propiedad. Esos cínicos empeñados en preservar los niveles de poder, desde el que mantienen niveles de derroche y ostentación del tipo capitalista que dicen combatir, son los únicos condenados.  

Los septenios trágicos se han sucedido desde 1989 en Cuba, trayendo dolores, esperanzas y frustraciones. Siete años se cumplirán en estos días de la Primavera Negra. Entonces, como pocas veces antes, hubo reacciones internacionales negativas, algunas de ellas de gran significado para el régimen. Pero la dictadura tozuda, no solo las desoyó aplicando penas exorbitantes a los disidentes y luchadores cívicos enjuiciados, sino que programó el fusilamiento de tres jóvenes en un oscuro episodio.  

Los totalitarios de izquierda son duchos en soportar el asedio de las democracias. Cuentan con tiempo, recursos y amigos incondicionales, siempre prestos en auxiliarles. Son los elementos a los que acuden para atrincherarse esperando el paso de eventos desfavorables. Apuestan al calendario y al olvido.  Apelan pacientemente a que los cambios, normales en ambientes democráticos, les devuelvan la calma a ellos que no creen en esa palabra. Solo queda esperar que esta vez el juicio no quede en el simple reproche condenatorio y la presión internacional logre devolver a sus casas a ciudadanos presos por expresarse con libertad. Solamente esos frutos podrán dar sentido a una vida entregada en un acto de ofrenda redentora.