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Carta abierta a Guillermo Fariñas de un compatriota en el exilio

Sr. Guillermo Fariñas: 

Mi nombre es Salvador Inclàn. Vivo en USA desde 1994 fecha en que arribé  a las costas de este país en compañía de mi esposa e hijo a bordo de una pequeña embarcación. En el exilio nunca he militado en ninguna organización anti-castrista. Me he dedicado a rehacer mi vida y a fomentar la de los míos. Mi profundo desprecio al régimen castrista y a todos y cada uno de quienes lo encarnan, no es menor por ello.  

Me dirijo a Vd. con la esperanza y el más profundo deseo de que deponga la huelga de hambre y sed que dignamente lleva a cabo. Para ello, lo invito a que razonemos juntos. Como bien sabe, la decisión de dejarlo morir ya ha sido tomada.
El General Presidente, y su hermano, consideran que el mal menor es la muerte de Vd. y piensan, no sin razón, que una vez más podrán tergiversar y manipular la verdad echando mano a  sus amañados videos, valiéndose de la obscena propaganda en que son expertos y de los viles servidores de que disponen en cualquier latitud,  incluidos algunos mandatarios de países “democráticos”. 

¿Por qué matarlo a Vd. es de todos, el mal menor? Porque le temen; como siempre han temido a aquellos, que en palabras de Martí, eligen ponerse de pie sobre el yugo para que luzca más brillante la estrella que ilumina y mata. Parafraseando nuevamente a nuestro Apóstol quiero decirle que usted lleva el decoro de muchos hombres, que representa el decoro que le ha sido arrebatado al pueblo cubano por más de 50 años y por eso lo necesitamos VIVO, con nosotros.

Desafortunadamente el cabecilla de la tropa verde olivo que se adueñó de Cuba en 1959, logró sus objetivos: destruir la nación, económica y moralmente para su propio beneficio. Hoy estos septuagenarios y octogenarios desde el poder apuestan a lograr un día más, pues saben que son menos los que les quedan. En cambio, usted tendrá  muchos días para dedicárselos a una Cuba mejor y evitar con su poderoso ejemplo que una vez más se tuerza el camino de la libertad y la democracia. 

En varias ocasiones ha citado usted un verso de nuestro Himno Nacional “morir por la Patria es vivir”. Es cierto, pero dadas las actuales circunstancias, el sacrificio de su vida podría ser más útil a la tiranía que a la causa de la libertad. No alargue usted con su muerte la vida del régimen. ¡Viva usted!  Viva, para que junto a sus hermanos de lucha alcance a abrir la puerta grande de la paz y la libertad para todos los cubanos. 

¡Dios quiera que un día podamos darnos un fuerte abrazo en cualquier lugar de nuestra natal Santa Clara!  Quizás en el Parque Vidal a los pies de Marta Abreu, o en la entrada del teatro La Caridad, o en la cima de la loma del Capiro.
Hagamos votos para que ese día llegue. Deponga su huelga para que siga en la lucha y alcance a ver el triunfo de la libertad por la que tanto ha sacrificado ya. 

Salvador Inclán

Pennsylvania, USA