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Cuando llegaron las manzanas

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - A pesar de que unos meses antes el gobierno cubano presentó ante los tribunales de La Habana una demanda contra Estados Unidos por daños económicos ocasionados a la isla, y le reclamaran una indemnización de 121 millones de dólares, el 13 de julio de 2002 llegó a la capital de Cuba un gran cargamento de manzanas, comprado en el mercado norteamericano. 

Hacía exactamente cuarenta años que en Cuba no se veía esta fruta. Los que nacieron después del triunfo castrista la miraban extrañados, y los que la habíamos conocido en el capitalismo volvimos a disfrutar al morder una manzana.

Las manzanas norteamericanas jamás se mezclaron con el mango, la fruta bomba y la piña en timbiriches y tiendas populares. Comenzaron a venderse en dólares como una fruta exótica, extravagante y privilegiada en las tiendas recaudadoras de divisas, y es ahí donde  continúa su venta, a un precio nada asequible al cubano de a pie. Una manzana cuesta 40 centavos de dólar, equivalente a diez pesos moneda nacional. O sea, que un trabajador que percibe el salario promedio de la nación, debe invertir la ganancia de toda una jornada laboral para adquirir una manzana. 

Los meses que rodean la llegada de la manzana norteamericana no fueron nada satisfactorios para el régimen castrista. Una vez más Naciones Unidas condenó al gobierno de la isla por violar de forma reiterada los derechos humanos; los disidentes cubanos reunieron más de once mil firmas para presentarlas a las altas instancias del gobierno y pedir cambios; el Ministerio del Azúcar cierra por primera vez numerosos centrales y quedan sin trabajo miles de obreros; Fidel Castro hace reformas a la Constitución y la declara intocable e inamovible; una semana después acusa a Rusia de traición y de aliarse a Estados Unidos, y el 15 de septiembre, a pesar de la oposición del régimen castrista, comienzan los rusos a desmantelar la base de Lourdes en La Habana, creada para el espionaje electrónico.  

Han transcurrido siete años de la llegada de las manzanas. Estamos en el mes de junio. No me equivoco si digo, a pesar de que vivimos en el trópico, que la única fruta que puede adquirirse sin caminar mucho en Ciudad de La Habana es la manzana norteamericana. Los mangos brillan por su ausencia, así como la piña y la fruta bomba. ¡Qué diríamos de la chirimoya, el anón, el caimito, la guanábana, el canistel, el limón, las ciruelas, el marañón, el mamey, la lima, el coco, el platanito, el melón, el mamoncillo!; frutas que no se ven en los establecimientos del Estado, ni en ninguna otra parte.  

Sólo manzanas norteamericanas. Ojalá y algún día las acompañen los melocotones. Se me hace la boca agua cuando un viejo enamorado que vive en Miami me dice que, a la salida de su oficina, siempre se compra un delicioso melocotón.