www.cubanet.org
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente y su autor.
 

El león no es tan fiero 

Oscar Mario González 

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Las noticias que divulgan los medios de comunicación de la Isla dan cuenta de constantes violaciones de los derechos humanos por parte de las nuevas autoridades hondureñas.

El bombardeo noticioso califica al ejército de ese país con los peores epítetos, y en general el cuadro de lo que allí sucede, se pinta con los tintes más sombríos. De brutal, genocida y  asesino es catalogado el proceder de esas fuerzas del orden.

Para el que vive aquí y quiere tener una visión real del asunto nutriéndose de otras posibles fuentes que no sean las oficialistas, el deseo se torna sumamente difícil. Aún teniendo el privilegio de poseer un radio de onda corta las radioemisoras extranjeras son interferidas por el régimen cubano con la mayor eficacia. El diapasón de la banda radial se llena de un ruido ensordecedor. Algunos, como es mi caso, insistimos, y la perseverancia nos premia con alguna que otra recepción.

Sabemos, pues, que las medidas de excepción dictadas por el régimen instaurado en aquel país, aunque para el mundo democrático resulten traumáticas, para el cubano no, pues la permanente violación de sus derechos más elementales le conduce a otra valoración. En realidad, las acciones hondureñas conculcadoras de las libertades constitucionales quedan chiquitas ante la ausencia de derechos civiles en nuestra patria. El problema del cubano no es ni siquiera la violación de los mismos, sino, como dijera el activista político  Oswaldo Payá, su carencia del derecho a tener derechos.

De acuerdo a las imágenes que muestran los televisores de la Isla se observa, junto al uso de la fuerza contra un manifestante, otra vista en la que una mujer seguidora del depuesto presidente abofetea a un joven soldado. Este, lejos de responder la agresión, esquiva el golpe con un movimiento de cabeza. Estoy seguro que a las Damas de Blanco el hecho les resulta totalmente inusitado,  pues ellas, ocasionalmente, han sido arrastradas y golpeadas por el único motivo de protestar pacíficamente sin hacer uso siquiera de la protesta verbal.

Aun bajo la tensión que se vive en ese país, con las calles desbordadas de seguidores del depuesto presidente Zelaya, la agencia chavista Telesur tenía a sus corresponsales en la calle, transmitiendo constantemente al mundo y sus informaciones eran el plato fuerte y mayoritario de los contenidos noticiosos del programa Mesa Redonda, del régimen cubano. Incluso en el momento más dramático de los hechos, durante la manifestación de apoyo al regreso de Zelaya, la cadena Telesur transmitió los pormenores acaecidos en el aeropuerto de Tegucigalpa.

Para cualquier periodista independiente cubano, tal hecho es impensable, pues aquí, donde no se mueve una paja ni se levanta una voz como no sea en la plaza pública para cantar loas a la revolución, el reportaje en vivo sobre un simple desalojo habitacional se puede pagar con la cabeza rota o yendo a parar a la cárcel, cuando menos.

En verdad que los golpistas de Honduras parecen unos niños de teta al lado de los revolucionarios cubanos. Algunos piensan, tomando como referencia a los tres hombres de la raza negra fusilados en 2003 por el intento de secuestro de la lanchita de Regla, que en Cuba esos manifestantes hubieran sido fusilados al momento y acto seguido enterrados. Matando y salando, como dice el dicho. Porque sin lugar a dudas, en esto de reprimir los comunistas son insuperables.

Las razones que puedan aludir los golpistas son ignoradas por la prensa cubana que repite hasta el cansancio las notas de Prensa Latina y Telesur. Con mucha dificultad he conocido del acto multitudinario en apoyo a las nuevas autoridades celebrado en Tegucigalpa, frente al palacio de gobierno el martes 30 de junio en horas de la tarde. Sé también que Zelaya es acusado de 18 cargos por la fiscalía hondureña con una petición de 20 años de cárcel.

También hemos conocido las denuncias que hacen las autoridades de Honduras en cuanto a elementos procedentes de Nicaragua y otros países infiltrados en ese país con la encomienda de subvertir el orden.

Hemos ido pues, poco a poco, formándonos una opinión sobre lo que allí acontece según la cual, la cosa no es para tanto; el mundo no se está acabando en el vecino país ni el león es tan fiero como lo pintan. Ojala y lleguen  todas las partes involucradas a un arreglo pacífico, que evite la tragedia con la que ciertos gobernantes y algunas fuerzas intransigentes y amigas de la violencia han amenazado. Lo demás, si regresa o no Zelaya, creo que es incumbencia del pueblo hondureño. Y por pueblo se entiende a todos los estratos sociales que forman un país.