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Cámaras policías

Osmar Laffita Rojas

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - En el informe Índice de Desarrollo Humano que presentó Naciones Unidas el pasado 2008 (179 países), Cuba aparece en el puesto 51. Su nivel de alfabetización sobrepasa el 97% de la población.  

Después de Estados Unidos y Canadá, es el país que tiene mayor número de matriculados en las carreras de ingeniería y licenciatura en informática. Súmese a esto que hay centenares de centros donde se enseña computación, y que en las principales ciudades del país funcionan escuelas que forman programadores y técnicos. 

Es decir, supuestamente el país puede enfrentar los enormes retos que plantea la tecnología de la información. Visto en cifras frías, todos estarían de acuerdo, pero la realidad choca contra ese potencial. 

De acuerdo a cifras brindadas por la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba y la Unión Internacional de Comunicaciones, las conexiones por cada cien habitantes al cierre de 2008 de telefonía fija, celular y acceso a Internet, Cuba se encuentra por debajo de Jamaica, República Dominicana y Haití, el país más pobre del hemisferio occidental. 

Pueden brindarse un sinnúmero de explicaciones, pero nada podrá justificar este criminal desaprovechamiento del capital humano que tiene el país, cuya población es prisionera de un gobierno que se aterroriza cuando oye hablar de libertad de información.

Por otra parte, los ministerios de Información y Comunicaciones y el del Interior, están implicados en la inversión a marcha forzada de instalar cámaras de alta resolución en los lugares públicos que consideran neurálgicos en las principales ciudades del país. Es decir, sitios donde pueden surgir brotes de protesta, negocios ilícitos y otros que pueden “alterar la tranquilidad ciudadana”. 

Era común hace algún tiempo observar al policía moverse de esquina a esquina, pedir el carné de identidad (sobre todo a los negros), registrar bultos o detener autos y ordenar al chofer abrir el maletero. Esto ya no se ve.  

Ahora  las cámaras vigilan las 24 horas. Tan pronto graban algo anormal, se avisa a los policías que se presentan en el lugar para reprimir, y atropellar a los ciudadanos.  La efectividad de las cámaras se constata en lo ocurrido a Nelson Manito, que vende alimentos y refrescos.

El sábado 26 de junio, 55 vecinos de la barriada Capdevila, en el municipio Boyeros, Ciudad de la Habana, hicieron una excursión a la playa de Varadero en un autobús de una empresa estatal. Manito tenía previsto vender pan con jamón durante el tiempo que durara la excursión.  

Al terminar su faena se percató que dos policías lo seguían. Atinó a entregar la mercancía y el dinero a un conocido, excursionista como él. Los agentes lo detuvieron, le pidieron el carné de identidad, y le dijeron que tenía que acompañarlos. Le explicaron que la detención se debía a que la cámara policía lo había grabado vendiendo y el operador les avisó, porque ellos no lo habían visto. 

Manito les dijo que se trataba de una confusión, con tanta personas como había en la playa, y que seguramente la cámara lo había grabado en el momento en que repartía la merienda que  trajeron a la excursión. Los policías le respondieron que estaba bien todo eso, pero tenían que llevarlo a la estación. Le pidieron que vaciara sus bolsillos y la billetera, pero no encontraron nada. 

Un grupo de excursionistas, al percatarse del hecho, se presentaron en la estación, el lugar y como muestra de la complicidad colectiva y de rechazo a la policía, declararon que la merienda era de ellos. 

Los policías llamaron al departamento de cámaras y pidieron que revisaran la grabación, porque no era cierto que estuvieran vendiendo panes. Al no poder probar ningún delito, devolvieron el carné a Manito y se retiraron sin pedir disculpas por las molestias causadas

ramsetgandhi@yahoo.com