www.cubanet.org |
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente y su autor. |
Ser o no ser Osniel Carmona LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Estructuradas de manera que abarcan todos los órdenes, las llamadas organizaciones políticas y de masas conforman una especie de filtro del cual es imposible escapar. El trabajo, la interacción comunitaria y hasta el propio hogar son monitoreados por el lente del Partido Comunista, la UJC, los Comités de Defensa de la Revolución, la Central de Trabajadores de Cuba y la Federación de Mujeres Cubanas. A pesar del rechazo general debido al objetivo real de sus funciones como columna vertebral del sistema totalitario, estas organizaciones ejercen una férrea dictadura sobre la vida de los cubanos. A través de ellas se implementan instrumentos de control que lindan con la represión. Violentado por la inseguridad, el cubano tuvo que aprender a navegar en todas las aguas, y dadas las circunstancias, se identifica “lo mismo con el pre que con el pro”. La idiosincrasia criolla, mofadora pero noble, implementó otra versión pícara y maliciosa, capaz de sacar punta de cualquier asunto con tal de paliar las dificultades. El cubano está consciente de que para ser visto con buenos ojos, es preciso dejar a un lado los criterios personales y seguirle la rima al régimen. La intolerancia del gobierno no da tregua a los que plantan bandera y resisten. Ello obliga a integrarse, sin la entrega espiritual requerida, en las organizaciones que apuntalan al grupo en el poder. Estas actitudes de aparentar y no ser exponen el andamiaje político del régimen a la peor crisis existencial de su historia. Pertenecer a las organizaciones de masas en el contexto actual depende más de las ventajas y oportunidades que brindan que de la conciencia revolucionaria. Llama la atención cómo las nuevas generaciones también han hecho suya la alternativa de transitar inadvertidos, en franco mecanismo de escape de la vigilancia política. Ligada a la prioridad que recibe la militancia comunista para ocupar puestos en las instituciones y la sociedad, enmascarar las posturas paralelas a la ideología oficial se ha convertido en una subcultura de la simulación. Gracias a las ventajas que aporta, inclina la balanza hacia el crecimiento numérico de las organizaciones gubernamentales. |