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Las vidas paralelas de Cabrera Infante Miguel Iturria Savón LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Guillermo Cabrera Infante fue un narrador atraído por el cine, la historia y la política. Su largo exilio en Europa no lesionó su arraigada cubanía, aunque la nostalgia gravita en sus obras de ficción y en los ensayos y compilaciones sobre temas y autores insulares, en los que mezcla las experiencias compartidas con exploraciones literarias y humanas de gran agudeza, sentido del humor y fuerza alusiva. El autor de Tres tristes tigres, Vista del amanecer en el trópico y La Habana para un infante difunto inventó una ciudad de artistas y noctámbulos venidos a menos, y recreó desde Londres o Madrid la peculiar sensibilidad de aquellos héroes y creadores devorados por el proceso revolucionario de 1959. Mea Cuba y Vidas para leerlas son la mayor expresión de sus fobias y pasiones sobre la isla perdida y reinventada en la orilla del exilio y la memoria. Vidas para leerlas es un libro ameno, ingenioso y de alto vuelo literario. Como en Vidas paralelas, de Plutarco, hay mucha parodia, reflexiones y chismes de salón en las biografías, ensayos y ponencias culturales, incluidas en esta compilación, donde Cabrera Infante crea imágenes luminosas y precisas que calzan su escritura aluvial. Son textos escritos entre 1980 y 1998. Evocaciones de autores contrapuestos como Lezama Lima y Virgilio Piñera, Calvert Casey, Lydia Cabrera y Enrique Labrador Ruiz, Carlos Montenegro y Reinaldo Arenas, Novás Calvo y Antonio Ortega, Nicolás Guillén y Alejo Carpentier. Personajes del cine (Néstor Almendros), el ajedrez (José Raúl Capablanca), la poesía (Federico García Lorca) y la historia (Cristóbal Colón); junto a piezas sobre el español y la literatura, el exilio y voces perdidas como Henry Hudson. “Nada querría yo más que mis modestas vidas sean para leerlas, para gozarlas y para evitar, en muchos casos, la aciaga muerte de muchos que vivieron, cortesanos renuentes, y murieron para, por la literatura”. En ese tono satírico e irreverente, especulativo y simpático transcurre la colección de vidas de nuestro Plutarco exiliado. Cabrera Infante rinde homenaje a amigos y enemigos; valora sus obras; analiza hechos como el Congreso de Educación y Cultura de 1971; ofrece claves y digresiones personales y, entre datos y anécdotas, configura el perfil psicológico de creadores marginados como Antonio Ortega, Severo Sarduy, Néstor Almendros o Heberto Padilla, el poeta sacrificado por los comisarios que impusieron el realismo socialista en nuestras letras. El buen humor, la sutileza del estilo, el manejo de la sátira y las innovaciones formales cohabitan en Vidas para leerlas, donde Cabrera Infante supo escuchar al pájaro de la nostalgia y proponer un modelo de lectura que exalta nuestra cubanía. |