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Carta a la Sra. Reyna Luisa Tamayo Danger, de Eva Barbas Arango

MIAMI, Florida, abril, www.cubanet.org

Querida Reyna:

Comprendo su dolor y su inquebrantable determinación por lograr que su hijo Orlando no haya perdido su vida en vano.  Yo soy la madre de Pablo Morales Barbas.  Pablito, junto con otros tres jóvenes, Armando Alejandre hijo, Carlos Costa y Mario de la Peña, fue asesinado por orden de Fidel y Raúl Castro en el premeditado derribo de dos avionetas de Hermanos al Rescate el 24 de febrero de 1996, cuando realizaban la labor humanitaria de búsqueda de balseros en aguas internacionales.  El crimen aún permanece impune.   

Los Castro desataron contra nuestra familia una campaña de terror que incluyó actos de repudio.  Al igual que usted, los acusé de asesinos y cobardes. Como sabemos, los Castro y su camarilla  odian al pueblo cubano e intentan subyugarlo sistemáticamente mediante el terror generalizado, el adoctrinamiento mentiroso, la desunión,  la negación de lo necesario para cubrir las necesidades básicas y el quebrantamiento de la dignidad humana. 

Reyna, cómo agradecerles a usted, a su hijo Orlando y a todos los demás miembros de la oposición no violenta en Cuba que hayan asumido la responsabilidad de salvar al pueblo cubano y de lograr una Cuba libre, democrática y cubana, como la hubiera querido mi hijo.  Gracias a ustedes el mundo cada día se solidariza más con nuestro pueblo.  Ustedes  están movilizando a sus hermanos en el exilio, cuyo deber es apoyarlos.

Permítale a esta vieja madre darle un consejo.  Creo que es justo y necesario que la oposición logre que el pueblo en Cuba, que piensa  igual que ustedes,  se les una en la lucha.  El pueblo, guiado por ustedes, poco a poco perderá el miedo y se integrará, en la medida a su alcance, al desafío cívico y a la no cooperación con el régimen, que ustedes hábilmente encabezan.  Es de esperar que este difícil proceso avance gradualmente.   Al ver que la oposición le gana poder al régimen, los miembros de las fuerzas armadas y del gobierno  que no están manchados de sangre ni de delitos también se unirán al pueblo, del que son parte.  Llegará el día cuando el invencible poder del pueblo unido desintegrará a la tiranía.  Los tiranos lo saben y tienen miedo, lo cual los hará aún más brutales antes de su final.

Usted y yo hemos sido bendecidas.  Pablito, como Orlando, era una excelente persona, un devoto Cristiano y un buen cubano.   Sé que usted, dentro de su infinito dolor, tiene el inmenso orgullo de haberle dado a Cuba un hijo íntegro, un hijo bueno.  Su amor, coraje, dignidad y firmeza, que le inculcó a su hijo, son el ejemplo a seguir por todos, los símbolos y la esperanza de la verdadera Cuba.  Que Dios la bendiga y la proteja.  Cuba la necesita. Zapata vive. 

Reciba todo mi cariño, admiración, agradecimiento y respeto. 

Eva Barbas Arango