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Jinetera y chupa-chupa Laritza Diversent LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Laura Capote recién cumplió 22 años. Dejó los estudios después que terminó el bachillerato. Ahora tiene un nuevo trabajo: se ofrece en las autopistas de la periferia de la Ciudad de La Habana. Sus clientes: conductores de vehículos que detienen la marcha, a la señal que hace con sus manos. Brinda varios servicios sexuales y por cada uno tiene una tarifa fija en moneda nacional. Yadira González tiene 21 años y se dedica a lo mismo. Estudia en la Universidad de La Habana su cuarto curso de Licenciatura en Historia. Se insinúa en las calles más importantes de la ciudad: Quinta Avenida, La Rampa, El Paseo del Prado. Laura Capote y Yadira González forman parte de esa juventud revolucionaria que tiene oportunidad de estudio y trabajo. Ambas ejercen la prostitución como un medio de vida. Sin embargo, no llaman por igual la atención de los policías. A Yadira le resulta difícil pasar inadvertida, siempre terminan pidiéndole la identificación. Tiene dos actas de advertencia por merodear sin causa aparente la zona turística. Una tercera, implica el riesgo de ir a prisión por conducta antisocial. La diferencia en el trato policial se debe, en un primer punto, a que lo que Laura hace no daña la imagen del gobierno y es recriminada socialmente. Lo que gana le alcanza apenas para sobrevivir. La situación con Yadira es distinta. Ella se insinúa en lugares concurridos. Sus relaciones con extranjeros dañan la imagen internacional del gobierno y es tolerada socialmente. Lo que gana, incrementa su poder adquisitivo. Incluso, puede convertirse en uno de los “nuevos ricos”, a los que teme la dirigencia histórica. Las autoridades policiales persiguen, exclusivamente, la prostitución asociada al turismo. Sanciona por conducta antisocial a las jineteras. Sin embargo, tolera a las que se prostituyen en las localidades periféricas y que popularmente son conocidas como chupa-chupa. Estas no preocupan, porque no perjudican. |