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¿Convicciones o pretextos?  

Juan Carlos Linares Balmaseda 

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - ¿Tan difícil es admitir que en Cuba hay un gobierno que reniega la esencia de la Declaración Universal de Derechos Humanos; que veda el derecho al ejercicio cívico y al debate público de sus gobernados; que proscribe por cualquier medio la más mínima estructura de oposición interna; que rehúsa liberar a cientos de presos políticos? ¿Esas violaciones pueden tacharse mediante contrataciones intergubernamentales de contingentes de médicos y maestros cubanos en otras naciones del planeta?  

¿Hay que consentir que el gobierno de Venezuela o cualquier otro gobierno subvencione al gobierno de Cuba y a eso se le llame solidaridad, fraternidad o integración de los pueblos; pero cuando el gobierno de los Estados Unidos de América, o de cualquier otra zona del planeta auxilia en la isla a un opositor, acorralado por el gobierno de Cuba, a eso se le llame subvertir el orden interno, violar la soberanía nacional o procedimiento imperialista?    

¿Los cubanos atípicos (faltos de consentimiento gubernamental) seremos unos desamparados de convicción, de opinión y de acometer proyectos independientes, de criticar a los que nos gobiernan y conseguir sustituirlos? Ó, ¿acaso proponer y buscar alternativas a situaciones cruciales del país compete sólo al oficialismo y sus adeptos? ¿Es lícito sojuzgar a los que reniegan comulgar de fidelistas, socialistas, revolucionarios o comunistas, siendo relegados al quebrantamiento del orden jurídico y poniéndolos en mano de la policía política para que les administre castigos selectivos?   

¿Es lícito asediar al abogado Wilfredo Vallín por impartir seminarios sobre ciertos detalles de Teoría Constitucional, Derecho Penal, Procesal Penal, Derecho Internacional y Pactos de los Derechos Civiles y Políticos y Derechos Económicos, Sociales y Culturales a una docena de activistas en casas particulares, donde la policía política irrumpe e intimida?  

¿Deriva en carácter obligatorio asumir que en vez de mediáticos pretextos son convicciones las esgrimidas por el gobierno de Cuba para salvaguardar sus intereses?


¿Han de preocuparse los cubanos de otro bloqueo que no sea el que les restringe al máximo la existencia de su pobretón pasado, presente y futuro designado? ¿Goza de fundamento ético intercambiar cinco espías al servicio del gobierno de Cuba sorprendidos en tierras norteñas a cambio de cientos de disidentes en Cuba?   

¿Detener a disidentes por uno, dos y más años en espera de juicio y luego liberarlos, así como si nada, es una tortura mayor o menor que el ahogamiento simulado? ¿Tiene sentido el lograr metas humanas dividiendo al pueblo en revolucionarios y contrarrevolucionarios? ¿Cómo hacer frente a una fuerza que lo abarca todo? ¿El derecho de los pueblos a escoger su propio destino corresponde sólo al personalizado gobierno de Cuba?

¡Pretextos, más que convicciones!