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Los nuevos hijos de la siempre fiel

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Ignoraba que la negra Justina había tenido un abuelo gallego. De eso me enteré cuando se montó a mi lado en un almendrón (auto de alquiler colectivo con más de 50 años en circulación). Muy contenta iba al encuentro de su hermana Emma que vive en La Habana Vieja y había marcado en la cola de los turnos para ambas.

Rotundamente convencida de la obtención de un certificado de nacionalidad española, se extendió en consideraciones sobre el cambio de futuro de sus hijos al obtener esa categoría civil. Una vez afincada en España, ella sacaría allá mayor beneficio de la venta de tamales porque “apetito a las doce del día hay en todos los países”,  sentenció, persuadida por su experiencia cubana.

Una vecina, Carmela, nieta de españoles, corrió a estirarse el pelo rebelde legado por algún pariente de pelo más crespo para presentarse el día de la cita previa, que logró después de gastarse unos cuántos pesos convertibles en un Cyber café para conseguirla a tiempo.


Otra pidió auxilio a un ex vecino, residente actualmente en la Península, para que desde allá promoviera la obtención de los documentos civiles relacionados con la abuela fallecida en La Habana, hace años, y que necesita para presentar su reclamación en el Consulado.

Ella me contó el disgusto que le ocasionó la negativa de una prima segunda a proporcionarle una copia del certificado de nacimiento de la abuela y del carné de extranjería de la difunta. Y fue necesario llegar hasta el pago de una suma en divisas para que  los documentos imprescindibles aparecieran por arte de la magia verde.

Hace medio siglo, nadie se preocupaba por esto, si no descendía de algún apellido ilustre y una sólida fortuna lo empujaba a redorar olvidados blasones de una nobleza venida a menos. Y a veces ni eso. 

Una de mis abuelas queridísimas, hija de español y morena, pero muy cubana, se enojaba cuando yo le preguntaba por qué no viajaba a España un día. Su respuesta invariable y que me producía risa, no sé por qué, era: “A España ni a recoger centenes”.

Según me cuentan, en el parque de las Misiones, frente al antiguo Palacio presidencial, se agrupan quienes acuden a reclamar el beneficio de ser acogidos como nuevos hijos de la Madre Patria.

Una de las últimas preocupaciones de los cubanos ahora mismo es la de redescubrir genealogías y parentelas olvidadas. La oportunidad  de recuperar la nacionalidad  española desató ahora la fidelidad familiar de miles de cubanos.

La mulatería abundante marca el mestizaje consecuente de una población que desde el siglo XVI no deja de mezclarse.