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Los malapaga 

Oscar Mario González 

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Los malapaga constituyen un grupo numeroso de cubanos que, después de comprar efectos electrodomésticos y de cocción, con los créditos otorgados por el gobierno, se muestran morosos  a la hora de pagar las deudas.

El tema hizo crisis en 2008, luego de cumplido el primer año del otorgamiento de los créditos sin el correspondiente abono por parte de numerosos deudores. Para abril de ese año el Consejo Provincial de Ciudad de la Habana (equivalente a una gobernación alcaldía), se vio obligado a emitir un aviso en el que amenazaba a los malapaga con el embargo de los salarios.

Desde entonces, y hasta el día de hoy, la exigencia estatal ha ido subiendo de tono, de lo cual podemos percatarnos por los listados de los deudores colocados sobre las puertas de las bodegas, donde aparece el nombre y la dirección de éstos. Junto a la relación de deudores pude leer en la bodega de la avenida Dolores y calle Armas, en Lawton, la siguiente advertencia:
                               
Aviso a los deudores de electrodomésticos 

Deben pagar los equipos antes del 15 de abril de 2009 en su bodega, en cheque o en efectivo. Quien no pague será puesto a disposición de los tribunales. El puesto de mando está en la calle Milagros y San Anastasio

Horario de atención: de lunes a viernes de 1:30 a 6:00 de la tarde. Sábados de 1 a 5:00 pm.

Muchas han sido las críticas y reproches hacia los malapaga a través de los medios de comunicación oficialistas. Se ha enfatizado el pago como deber social y como gesto de gratitud hacia la revolución. Al inicio, todo lucía color de rosa y los vecinos que compraban los equipos no escatimaban alabanzas al gobierno frente a las cámaras de televisión. Pero cuando llegó el momento de pagar, todo cambió de tono.

En realidad, la adquisición de los efectos no puede considerarse espontánea; si acaso, puede conceptuarse como “voluntaria” al estilo marxista.

Si a usted le dicen que para su viejo refrigerador ruso o americano no habrá piezas de repuesto y, por tanto, los talleres estatales no asumirán la reparación, y encima de ello le aseguran que el cambio del equipo está a tono con el esfuerzo del Comandante por llevar a cabo una “revolución” energética encaminada al ahorro de petróleo, ¿quién osaría negarse a la sustitución? ¿Quién se atreve a ignorar los anhelos del padrecito de la patria?

Desde el principio se dijo que a las personas de bajos recursos económicos que no pudieran asumir los pagos, se les fijarían plazos convenientes

De todos modos estos plazos mínimos andan por el orden de una cuarta parte del monto de las pensiones individuales, y ello es bien difícil de asumir sin afectar seriamente el ya precario nivel de vida de una parte mayoritaria de la población.

Realmente, no todos los que no abonan las mensualidades son malapaga. Muchos, en verdad, andan encaramados en la cuerda floja de la subsistencia, haciendo maromas para evadir el cementerio y continuar en el mundo de los vivos.

Además, como se ha dicho desde siempre que esta revolución es del pueblo y también se ha proclamado, por parte de un gobierno que le debe a “maría santísima”, el no pago de la deuda externa, algunos pensaron que la cosa no se pondría tan fea como se ha puesto. Nada. Como dice el cha cha cha de la Orquesta Aragón, “toma chocolate y paga lo que debes”. Claro que en nuestro caso el “chocolatín” está perdido de la libreta. Sólo se puede adquirir en moneda fuerte.