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Atrapado en el aeropuerto Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Los mejores aeropuertos del mundo cuentan con un servicio de transporte adecuado para trasladar a los viajeros a su destino final. Taxis, trenes suburbanos, metro, ómnibus forman una red que transporta a los viajeros y a quienes desean despedirlos desde uno o varios sitios de la ciudad a la terminal aérea, y viceversa. La terminal 3 del Aeropuerto Internacional de La Habana no fue concebida para cubanos de a pie. Sin embargo, tuve la osadía de acompañar a un familiar que regresaba al país donde reside, a la terminal 3 del aeropuerto capitalino. La aventura comenzó bien. El taxi que solicitó por teléfono apareció a los pocos minutos. El conductor del vehículo preguntó antes de arrancar cuánto habíamos pagado en otras ocasiones por el mismo trayecto. Me percaté entonces que no encendió el taxímetro. ¿Cuál sería el destino final del dinero? Rápidamente llegamos a nuestro destino, y como era la hora de almuerzo y faltaba más de una para que saliera el vuelo, decidimos sentarnos en una cafetería cerca de los mostradores de chequeo de pasajeros. Comimos algo ligero y tomamos refrescos. ¡La cuenta sobrepasó los 10 pesos convertibles! Después de los abrazos y recomendaciones usuales, mi familiar pasó la aduana y ya no había por qué seguir allí. Salimos. Indagamos si había una conexión de regreso a La Habana y un maletero nos dijo que sí, que pasaba un ómnibus cada 40 minutos. Después de esperar tres horas decidí acercarme a un taxista y preguntar cuánto costaría la carrera hasta el Vedado. -Veinticinco chavos –me dijo. Equivalentes a 600 pesos. Casi mi sueldo de un mes. Regresé al banco resignado a esperar. Después de un rato, alguien gritó que a dos cuadras había una guagua que iba para La Habana, y sin el orden de las carreras olímpicas, pero como si hubiera sonado un disparo, nos lanzamos a correr hacia el vehículo. Subimos y nos dejó en la carretera que une la zona del aeropuerto con la ciudad. Minutos después un auto se detuvo y nos cobró veinte pesos a cada uno por dejarnos cerca de la casa. Sentimos que habíamos escapado de una trampa. Eran las seis. Estuvimos atrapados en la terminal 3 del aeropuerto toda la tarde de aquel día.. |