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El aroma de Pura Monzón Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Jamás imaginó Pura Monzón llegar a tanto. Inició su vida laboral en una bodega donde vendía pan, y al mismo tiempo servía de blanco a los malos humores de los clientes hastiados de la mala calidad del producto. El Nene, amigo de Papito, entabló una amistad íntima con Yuzmyladis, trabajadora de la fábrica de jabones y perfumes Suchel. De allí salió la materia prima. Mientras, Pura recorrió las casas de los vecinos y recogió cuanto pomo de perfume vacío encontró. En Arroyo Naranjo nadie se había enterado de la cadena de montaje de la aromatizadora casera. El cliente aceptaba cualquier explicación con tal de llevar un poco de buen olor a su vida. Después, apremiados por la demanda, Papito puso a Yuzmyladis y a su abuela a rellenar los pomitos con el menjunje que, decía, era mejor que cualquier perfume francés. -¡Vieja buza! ¡Vieja buza! Lo peor se desató cuando Papito insultó a Nancy, la acusó de ladrona y la echó del negocio. La muchacha, vengativa, ligó con orine de varias fuentes el último lote de perfume fabricado, listo para su distribución. Cuando Mariví compró un frasco para usarlo en la misa espiritual convocada por su madre con el propósito de espantar los malos espíritus, descubrió que del envase emanaba un olor extraño. Y ardió Troya. Se desataron los espíritus de los orines viejos, y a casa de Pura Monzón se fue la tropa a reclamarle. El escándalo fue mayúsculo, la policía intervino y descubrió el negocio clandestino. Pura y Papito fueron juzgados y multados con tres mil pesos. Y lo peor fue la andanada de insultos que recibieron del vecindario. Muela y las implicadas desaparecieron del mapa. Así terminó Pura sus días de empresaria. Sólo le queda el estribillo que los muchachos majaderos del barrio entonan cuando pasa: -¡Pura, Pura, cochina, tu perfume no es más que orina! |