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Insuficiencias Jorge Olivera Castillo, Sindical Press LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Hay obsesiones que se convierten en pesadillas permanentes. ¿Cuántos cubanos pueden comer tres veces al día? Con esta pregunta basta para que exploten las preocupaciones y sus esquirlas comiencen a horadar los días y las noches de los cubanos. No es que las posibilidades de hacerlo estén tras una puerta de hierro con candado nuevo. El asunto más importante es con qué tipo de comestibles se cumple un ritual de insoslayable importancia: echarle el diente al condumio. No es lo mismo desayunar cuatros sorbos de café acompañados por un pan de 80 gramos con dos lonjas de aire, que un vaso de leche junto a un sándwich de jamón y queso. Lo que asombra es que esto ocurra dentro de las fronteras de un país agrícola y con suficiente capital humano para desarrollar un área que hoy presenta un panorama desolador e inquietante a la hora de medir el nivel de la mentalidad burocrática. ¿Cómo llamar al hecho de tener que efectuar una cena a base de carbohidratos, acompañados de una proteína animal reducida al mínimo? Después del fuego, ¿en que se convierten las 11 onzas de pollo, calamar o pescado que el Estado entrega de manera irregular? Tal medida raramente varía hacia el exceso. Es más factible la diferencia por defecto. La reducción de las ofertas puede llegar fácilmente a las 8 onzas. Hay familias cuyas vidas dependen del boniato, el guarapo, las croquetas confeccionadas con harina y condimentos, y los artículos racionados repartidos para consumirlos durante un mes. Alargar la duración de estos últimos es cosa de magia y otras encomiendas de naturaleza esotérica. Con un tenaz esfuerzo ahorrativo, es posible que estas provisiones se alarguen por espacio de 15 días. Por obligación, se quiera o no, hay que enfrentarse a las tarimas de los mercados agropecuarios con sus precios astronómicos. La exigua oferta en estos centros mercantiles es el detonante para una inflación que se mantiene tan rozagante como los perniles de cerdo grabados en el deseo de cientos de clientes con la manía de hornearlos a fuego lento con tres miradas y un suspiro. La prensa oficial publicó hace pocos días que la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), una de las entidades que forma parte del diseño estatal en la esfera agropecuaria, recibió en el transcurso de 2008, un financiamiento de 9,2 millones de pesos convertibles (cerca de 10 millones de dólares) de organizaciones no gubernamentales para el desarrollo de 45 proyectos con el fin de incentivar la producción de alimentos. Alrededor de esto pueden estar sucediendo dos cosas: o el monto de la asistencia es insuficiente dada la acumulación de dificultades en el sector, o los mecanismos de administración y las normativas laborales continúan supeditados a los mismos esquemas que pervierten el éxito de la productividad. Aún está por verse una mayor disponibilidad de productos, el aumento en su calidad y, por supuesto, la disminución de los costos.
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