www.cubanet.org |
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente y su autor. |
¡Busquese un particular! Juan Carlos Linares Balmaseda LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) – La cocina de casa estaba maltrecha. Era casi imposible abrir las llaves y los quemadores comidos por el óxido. Llamé entonces a la Empresa de Gas Manufacturado para solicitar ayuda urgente. En un dos por tres expuse mi caso a la persona que me atendió, explicándole el peligro que corría mi familia. La respuesta fue: -Mire, aquí sólo se atienden roturas en conductoras, fuera de los domicilios. Búsquese un particular. En Cuba los que ejercen oficios particulares están divididos en dos grupos: los autorizados por la Oficina Nacional de Atención Tributaria, y los que trabajan por su cuenta y riesgo. Unos y otros han ido desapareciendo debido al acoso gubernamental. La Empresa de Gas Manufacturado y la Empresa de Gas Licuado, si bien son las únicas entidades comercializadoras del combustible, no proveen los servicios básicos que requiere la población. O mismo ocurre con muchas otras empresas estatales que monopolizan las diferentes ramas de la economía y los servicios. El rechazo del gobierno hacia la industria de bienes y servicios privados es otro de los múltiples factores que hacen nuestra vida cotidiana cada vez más difícil y provocan la emigración de los cubanos hacia otras tierras, donde se respete el derecho al libre comercio. Los que necesiten los servicios de un albañil, un plomero, un electricista o un carpintero, no tienen otra opción que acudir a los talleres del Estado, y negociar con los empleados, bajo la mesa, el servicio que necesitan. En la mayoría de los casos, los trabajadores que prestan el servicio clandestinamente, utilizan materiales que roban a las empresas. Así las cosas, hasta vaciar una fosa repleta de excremento se convierte en un asunto de locos. En la empresa Aguas Negras de La Habana no hay camiones, o los hay pero no tienen mangueras, y si tienen mangueras las turbinas no generan la fuerza suficiente para succionar los desechos. Al final tenemos que adaptarnos a vivir acompañados del perfume de las heces fecales. La eficiencia de las empresas estatales cubanas es simplemente nula. Sólo un cambio de drástico en la política, resolvería la situación; pero el gobierno no cede espacios a la iniciativa privada por miedo a perder el poder. ¿Hasta cuándo seguiremos padeciendo estas cotidianas calamidades?
|