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La tecnología erosiona al sistema totalitario 

Entrevista a Yoani Sánchez Cordero

 

Aleaga Pesant
  
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Cuando los electores de la Revista Time, seleccionaron a Yoani Sánchez Cordero entre las cien personas más influyentes del mundo en el año 2008, en la clasificación de héroes y pioneros, no sabían que esta cubana flaca y brillante leyó a los clásicos de joven y esperó dos años estudiando pedagogía, para poder estudiar filología.  Parió mientras estudiaba en la universidad.  A los 26 años decidió emigrar y emigró.  A los 27 pudo llevar a su hijo con ella y a los 28, se radicó nuevamente en su país, en contra de las leyes migratorias.  Para no ser expatriada, destruyó su pasaporte.  Participó en un proyecto político intelectual, la Revista Consenso.  Y al final, sólo al final, hizo un blog que arrasó, con los índices de comentarios y le valió el Premio Ortega y Gasset.

En el piso número 12 de un edificio de microbrigada, Yoani tiene su apartamento.  Una calurosa tarde-noche de mayo conversamos.  Ella cortaba unas hortalizas, para la cena, mientras yo tomaba un sabroso café.  

P. ¿Cuando comienza tu amor por la literatura?

Y. S. Yo siempre fui una lectora compulsiva.  Leía mucho de niña.  Mi papá era ferroviario y mi mamá trabajaba en la calle.  Papá tenía una gran biblioteca con muchos libros de la colección Huracán, muchos clásicos.  Leí a Dostoievski, Víctor Hugo, Emile Zola, Balzac.  Volvía sobre los mismos libros, por que no tenía otros.  La lectura me llevo a estudiar filología y me especialicé en Literatura Latinoamericana Contemporánea.

P. ¿Una especie de abelardita [1] en la escuela?

Y. S. Fue más complicado.  En un principio yo quería ser periodista. Pero, una profesora de español que me daba clases particulares, visionariamente me dijo:
-Tú no vas a ser periodista.  Tú vas a ser filóloga. 
Eso me  molesto bastante. 
-Cómo que filóloga, yo quiero ser periodista. 
Yo quería estar detrás de la noticia.  Pero ella me reafirmó:
-Tú vas a ser filóloga.  Fue una visión.

Terminé el pre universitario y no pude coger la carrera que quería.  Así que entre a la Facultad Pedagógica en Español y Literatura.  Durante dos años tuve que sacar buenas notas, para después trasladarme a la Facultad de Filología. 

En el Preuniversitario, leía filosofía.  Yo creo que de ahí me viene el gusto por el alemán.  Leía mucha filosofía: Hegel, Kant...  Empecé a leer a los modernos, allí conocí a Julio Cortazar, Octavio Paz, a Borges, Margarite Youcenar.  Fue una etapa diferente, la etapa de descubrir la literatura americana.  Tuve una etapa decimonónica, otra del siglo XX y una clásica, porque también leí mucho a los autores griegos, como Sófocles, las obras completa de Homero…  Pero, no me gusta alardear de académica.  Los libros están dentro de mí.  No me gusta exhibir lo leído.

P. ¿Eres habanera?

Y. S. Soy habanera, nacida en el corazón de Centro Habana, en Cayo Hueso.  Soy muy citadina, a mí me gusta el ritmo trepidante de la ciudad, por que yo soy así también.  La Habana me entregó su eclecticismo, soy tan ecléctica como ella.  Un día puedo sembrar flores y al otro día reparar una lavadora.

P. ¿Cuándo terminas la Universidad?

Y. S. Me gradué en 2000 y empecé a trabajar en la Editorial Gente Nueva.  En realidad, yo tenía una plaza en la Casa de las Américas.  Ése era mi perfil.  Mi tesis se titulaba, Palabras bajo presión y era un estudio sobre la producción literaria en el periodo de las dictaduras en Latinoamérica.

Además, tenía muy buen escalafón y aspiraba a trabajar en Casa de las Américas.  Un día, inexplicablemente, hubo un escándalo por la temática de la tesis.  Me quitaron la plaza sin decirme nada y me mandaron a una oscura oficina, de una oscura editorial llamada Gente Nueva.

Allí, hacía de todo un poco; lo mismo reparaba una computadora, hacía promoción cultural o una página Web.  Todo, menos mi profesión.  Allí estuve un año y un poquito, hasta septiembre u octubre de 2001.  En ese momento, me voy para la calle, de kamikaze.  Incluso sin terminar el servicio social, lo que implica que mi título debe estar invalidado, según las ordenanzas de la burocracia.  Me dije: no aguanto más.  Trabajaba de lunes a sábado, jornada completa.  En ir a la editorial y merendar algo en los alrededores, gastaba más de lo que me pagaban diario.  Si me comía una pizza callejera, ya sabía que me había llevado el salario de ese día. 

P. Pero decides liberarte del trabajo para el Estado

Y. S. Cuando me liberé de trabajar para el Estado, me dedique como free lance a dar clases de castellano a extranjeros y a enseñar la ciudad a los turistas (en esa época estudie alemán).  Conocía personas que querían conocer los museos, por ejemplo, y hacía ese tipo de circuito.  Me convertí en una especie de guía de turismo.  Enseñaba una Habana diferente, hablaba de la dualidad monetaria y de los problemas cotidianos.  Eso me ayudó mucho, a comprender mi propia realidad.  El explicar tu realidad, a gente que no sabe nada de ella, es un increíble entrenamiento para poder comprenderla.

En esta decisión, me ayudó mucho mi esposo, Reynaldo Escobar.  Él es un ejemplo. Lo echaron del diario Juventud Rebelde y de la Biblioteca Nacional.  En la Biblioteca Nacional, junto a otros compañeros, pidió en una carta, analizar los acuerdos tomados en el V Congreso del partido comunista y por eso lo acorralaron y amenazaron.  El no se dejó amenazar y pidió la baja.  Luego fue mecánico de ascensor. 

Por muchos años vivimos de vender el ron y los cigarros que dan por la libreta de racionamiento.  El es el ejemplo de que se puede mantener la voz independiente.
 
P. ¿En ese momento te vinculas con un grupo de personas con pensamiento alternativo?

Y. S. Eso tiene una evolución mas larga…  En 2001, logré hacerme de una profesión paralela, la informática.  Descubrí que me apasionaba el tema y, me puse a estudiar de manera autodidacta.  Aprendí de software y hardware…  Eso fue hasta el año 2002, en que emigré a Suiza.  Allí traté de hacerme camino.  Saqué a mi hijo un año después.  A los dos años, tuve que regresar, por motivos familiares.  Pero, me planteé no volver al punto de origen.  Quería hacer un proyecto ciudadano, civil.

Salí de Cuba con un permiso de once de meses, como salen todos los cubanos, y al pasar los dos años, estaba en la categoría de emigrante y no podía regresar a quedarme a vivir en mi país. 

P. ¿Como entras en Cuba?

Y. S. Entré como turista.  Eso es algo muy raro, nadie lo hace.  Estuve sin papeles como seis meses, presionando hasta que finalmente no pudieron expatriarme, ya que no tenía documentos.  Yo destruí mi pasaporte.  Como así no me podían montar en un avión, pues me quedé.
 
Viví fuera de mi país y regresé porque comprendí que para mi la vida no está en otra parte, sino en otra Cuba.  Regresé y me quede ilegal, no por que sea absurda, sino porque las leyes migratorias cubanas son absurdas e irracionales.

P. ¿En que año regresas a la isla?

Y.S. Regresé en agosto de 2004, con una energía y una cuerda tremenda acumulada en dos años de ver a la isla en la distancia.  Regreso con la profesión de informática.  Llego a La Habana en agosto, y en diciembre se da el proyecto Consenso.

En un principio participaba de manera indirecta. Estaba en la periferia, ayudaba técnicamente.  El núcleo estaba conformado por Reinaldo Escobar, que oficiaba como Jefe de Redacción, Marta Cortiza, Eugenio Leal, Dimas Cecilio, Miriam Celaya.  Yo brindaba ayuda técnica.

P. ¿Que es para ti Consenso?

Y.S. Consenso es para mí esa tarea que todo estudiante desearía tener para confirmar lo aprendido.  Consenso era el reto, yo nunca había sido Web master de una revista y de pronto tenía esa responsabilidad.

Consenso fue la prueba de que desde Cuba se puede administrar un sitio Web, a pesar de todas las limitaciones para acceder a Internet.  Yo administraba y sigo administrando el portal Desde Cuba.  Bueno, entonces es posible, es difícil, es delicado, pero es posible administrar un sitio desde Cuba. 

Así, me entero de la tecnología bloger y en una semana tenía mi blog diseñado localmente y tenía proyectada la idea.  En Cuba ya se utilizaba esa tecnología, pero yo no la había asumido.  El descubrirla me pareció perfecto, porque era una bitácora personal, donde uno se puede permitir todo, hablar en primera persona y de manera informal.  De esa manera creo el blog Generación Y, en abril del año pasado.

P. Comienzas de bloguera…

Y. S. Yo empecé a escribir y nadie me observaba.  Hasta ese momento en Cuba había muy pocos blog y ahora tampoco hay muchos.  A lo más, hay una docena, cuando yo empecé habría cinco o seis, si acaso.  Estoy hablando de blogs alternativos.

La mayoría de estos blogueros se identificaban con seudónimos.  Otros, tocaban temas culturales o folclóricos, música, cine.  Yo irrumpo con mi rostro, con mi nombre y eso creo que fue lo que marcó la empatía con la gente.

No empecé el blog con un concepto claro y creo que todavía no lo hay.  Si de algo quise sacudirme, fue de tener una línea editorial, temáticas específicas y un tono, o algo así.  Claro, uno no puede despojarse de su estilo personal.  Sólo decidí que el estilo estuviera enfilado a la crónica, a la viñeta con un poco de humor y a la foto.  Hago muchas fotos, marcadas por el mismo sello de los textos, no soy una profesional de la información, no soy una analista, no soy politóloga.  Si usted esta buscando eso, este no es el lugar.  Mi blog es la visión personal, generacional, emocional de una ciudadana que vive en La Habana. 

Eso por supuesto, te da mucha amplitud.  Cuando no hay una línea editorial clara.  Todo es posible.  Todo empezó por un exorcismo personal: Tengo cosas que contar; a nadie le interesa publicar estos arranques; me los voy a publicar yo misma.  Las cosas que veía, que me contaban, las cosas que me molestaban...  Lo mismo puedo reaccionar con algo de la televisión que con la prensa o con una persona en la calle.  A veces soy más incendiaria, a veces más política, a veces voy más a la cotidianeidad. 

P. Entonces, llega el premio Ortega y Gasset…

Y. S. El premio Ortega y Gasset, me parece, se define más por la coyuntura.  Primero, el fenómeno bloguer que, de alguna manera, cambia el concepto actual de periodismo.  Incluso los grandes medios, potencian los espacios blog.  Comprenden que la gente tiene un apetito de oír impresiones personales. 

El 2007 es el año en que sale mi blog y de alguna manera hay una “fiebre”. El blog Generación Y, llega alcanzar cifras de seis mil comentarios en un post lo que era inaudito para ese momento.  Todavía no tengo explicación para ese fenómeno. 

Pienso que ese entusiasmo, viene porque el blog se convirtió en un foro de discusión.  Eso es lo más interesante, porque mi presencia en la blogosfera, es una o dos veces por semana.  Yo doy el grano, el pequeño combustible para discutir; pero lo otro lo hace el público. 

P. Tu blog se llama Generación Y.

Y. S. Sí, pero no pretendo ser la voz de mi generación.  En mi generación hay interrogadores de la seguridad del estado, o gente que hace mítines de repudio. Hay balseros, extremistas… hay de todo.  Por lo tanto, nunca tuve la idea de erigirme como portavoz de una generación.  Además, no me gusta, eso de ser portavoz.  Es mejor decir: esto es un espacio para mi generación, yo aporto esto, si tú tienes algo que contar; tú, Yoandry, Yunieski, ven aquí, aquí tienes un espacio.

P. Defines tu mensaje como “ciudadano”; no de disidente o demócrata.

Y. S. No es una barrera; ser ciudadano es mucho más amplio.  Primero, no me considero opositora.  No tengo programa, ni color político.  Eso es algo típico de la postmodernidad.  Esas definiciones de izquierda y derecha, pasaron de moda.  Para mi generación eso es “cheo”, la gente no se define por un color político.  Es mucho más amplio.

Prefiero mantenerme en el terreno ciudadano del que está interpelando constantemente al poder.  Esa posición me gusta más, y creo que ciudadano es un concepto, muy necesario en la Cuba de hoy. 

En mis textos, nunca están las palabras democracia, derechos humanos, libertad, pero están inspirados por estas cosas.  Los cubanos tenemos un agotamiento del discurso retórico.  Ese discurso anquilosado durante cincuenta años, nos tiene saturados y hay que hablar de otra manera.  Ese discurso pesa mucho sobre los hombros del ciudadano y hay que decir lo mismo pero de otra manera, sin retórica.  Yo trato de escapar de la retórica y los lugares comunes, que me aburren muchísimo.

P. ¿Y tu inclusión en la selección de las cien personas más influyentes del año 2008 de la Revista Time?

Y. S. Para mi fue una sorpresa y creo no merecerlo.  Me parece excesivo. Pero la alegría que me produce el estar allí, es que quizás algo este cambiando en el mundo y que quizás no sólo los famosos alcanzan los espacios públicos.  El llegar como ciudadana, puede ser una señal. 

Estoy en una categoría de pioneros y héroes.  Yo prefiero ser ciudadana y no esos conceptos tan elevados. Llegué de manera inusual, no soy una estrella de la pantalla como Angelina Jolie o Brad Pitt.  Llegué como una ciudadana, que empezó a narrar su realidad y me da a entender que los medios están comenzando a entender, que en los ciudadanos es donde está el verdadero poder. 

P. Un tercer premio es el de bloguera cautiva

Y. S. Esa es una torpeza sin nombre.  Cuando empezamos los trámites, mi esposo y yo, fuimos a explicarles a esas personas que temíamos se negara la salida por una cuestión netamente burocrática y explicamos, las posibles repercusiones desagradables, a nivel internacional.

Paso el tiempo y llamamos a Eliádes Acosta, en el Comité Central comunista y hablamos con su secretaria Ofelia y le dijimos, los llamamos, para que no se dé un escándalo por gusto.  Dos días después aparece lo de Time y volvimos a llamar.  Ella nos dijo, mire yo le explique al compañero Eliádes.  El ya lo sabe.  En ese momento le comentamos: Llamamos por algo más; ahora se le une a lo anterior, la nominación de la Revista Time, y están a tiempo de evitar el escándalo. 

Cuando comencé los tramites, las probabilidades estaban a mitad, creía tanto que podría viajar como que no.  Antes de la ceremonia, de entrega del premio en Madrid, sólo me decían que se estaba estudiando.  Ahora ya emitieron un documento que dice que no puedo viajar por el momento.  En ese instante, confirmé algo que venia expresando y que de alguna manera soporta mi blog: la pelea del ciudadano contra el poder.  Este es mi mejor post en este año.

Personalmente creo que hubo la intención de castigarme, dejándome en el país, pero no veo el castigo.  Este es mi país, al que regrese de manera voluntaria y por empecinamiento personal.  He demostrado que me gusta. 

P. ¿Cambio algo en tu vida, luego de tan altos reconocimientos?

Y.S. Mi vida cambió poco. A no ser que ahora más personas me llaman y quizás haya más interés en conocerme.  No obstante, ten claro que tengo dos vidas: una virtual y otra real.  Mi vida virtual es inmensa, enorme, no tengo conciencia hasta donde llega.

Tengo menos tiempo real, por que tengo más responsabilidad con el blog.  Creo que la visibilidad del blog, me da mucha mas responsabilidad por mantenerlo.

P. ¿Detrás de una gran mujer, hay un gran hombre?

Y.S. Claro, Reinaldo mi esposo es fuente de inspiración, idea, apoyo, la persona que ejerce como ala.  Convivir durante quince años con una persona que fomenta el diálogo, la pluralidad, con una historia como la que tiene el, de atropello, pues claro que es importantísimo para mi y desde que comenzó esta historia está al lado mío, alegrándose tanto como yo por todo lo alcanzado.  Soy una privilegiada.  No se lo digas nadie, no sea que me lo quieran llevar…

P. ¿Hasta cuando el blog Generación Y?

Y.S. Hasta que tenga deseos de hacerlo.  El blog tendrá vida mientras tenga algo que contar en él, no quiero hacer una promesa.  El blog no será para siempre, todo se va redireccionando.  Quiero encauzar todos los proyectos hacia donde quieran ir ellos.

P. La blogósfera cubana…

Y. S. La blogósfera cubana es un fenómeno que está todavía en pañales.  Hace dos semanas yo decía embrionario, pero yo creo que ya esta en pañales.  Hay que contar con la blogósfera, ella cada vez va a ganar más importancia. 

Además, la tecnología erosiona al sistema totalitario, esa es una parábola. La tecnología evoluciona más rápido que los sensores.  Los censores pueden impedir que yo se me siente en una terminal de Internet,  pueden evitar que tenga Internet en mi casa, pero no pueden cerrar un dominio web.  No pueden evitar que yo publique mis cosas.  Es una batalla perdida para los censores.  Ellos podrán demorar el momento en que los cubanos entremos masivamente a Internet, pero no podrán evitar que lo hagamos.  En un par de años los cubanos entrarán a chorro en Internet y los bloguer tendrán un importante papel en eso.

Para ese momento, me gustaría que periodistas y analistas comprendan las ventajas del blog.  En Cuba se da un fenómeno negativo y es que muchas personas con algo que contar, con ópticas interesantes, que manejan las herramientas del periodismo, son analfabetos informáticos. 

Mi generación al contrario, domina las herramientas, el mouse es una prolongación de su mano, pero no están interesados en opinar, o no saben que pueden opinar para cambiar las cosas.  Hay un gran dilema.  Por eso, la generación mayor tiene que subirse al tren de la tecnología y los blogs son una forma de ella.  Mientras, mi generación debe comprender, que esa tecnología que domina, no solamente sirve para descargar juegos, filmes o musiquita, sino que también sirve para expresar ideas.

P. Eliécer Ávila, el líder del Proyecto de Vigilancia Tecnológica y Política, una de las especialidades de la Operación Verdad, dedicada según sus propias palabras “al monitoreo constante de Internet y a la misión de reporte y combate en esa área”.  El que emplazó públicamente al Presidente del Parlamento cubano, ¿tiene tus mismas inquietudes…?

Y.S. Yo vivo en mi blog cada día ese dilema. En mi blog se acuñó el término de Brigada de Respuesta Cibernética (BRC). Las BRC, son grupos de choque, radicados en Cuba.  Tienen horarios.  A partir de las 8 de la mañana empiezan a boicotear y a las 4 cesan.  Evidentemente, son orientados a atacar  con insultos, corta y pega, anuncios porno, robando la identidad de otros comentaristas para comentar en nombre de ellos y sembrar el caos. 

Conocer ese fenómeno, verlo por mi misma, me permite comprender que no tienen argumentos. Todos estos jóvenes, asumen esto como un juego.  A ellos se les orienta, pero también lo toman como el divertimento de atacar desde el pseudónimo, a otro que sí da la cara.  Pero, cuando empiezas a discutir, te das cuenta que tienen mis dudas y no tienen argumentos para defender por qué están ahí.

Eliécer tiene tantos problemas como yo.  Pero ya yo pasé la línea donde me retenía el descontento y la frustración.  El todavía piensa que dentro del sistema, dialogando con sus jefes, se pueden resolver las cosas de nuestra patria.

[1] Abelardito: niño o joven muy aplicado e inteligente