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Devotos de la solidaridad Aleaga Pesant LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Conocí al colega Ricardo González Alfonso, uno de los periodistas independientes condenado a prisión por el gobierno en la Primavera Negra de 2003, en junio de 2001. Ese día, Fidel Castro se desmayó ante las cámaras de televisión durante un acto político en La Habana. Ese sábado, y como parte de su institucionalidad, el Partido Solidaridad Democrática celebró su segunda Convención Nacional en la casa de Nery Gorostiza, en el municipio de Marianao. Por diferentes motivos ambos fuimos invitados. La reunión, donde participaron más de 50 opositores, asumió el suceso con la madurez y serenidad propia de políticos experimentados. Ante la probable crisis, esa actitud impidió la interrupción del acto por parte de la policía política que acechaba en las cercanías. Mi primera relación con la organización viene de finales de 1999, cuando junto a otros patriotas participaba en la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada (MROM), un conclave que dejaba establecido el afán de modernizar al país por métodos pacíficos y participativos, y su intención de desarrollar la gestión del conocimiento a partir del Centro de Estudios Liberales “Francisco de Arango y Parreño”. Esta visión estratégica le permitió considerarse en un periodo como la segunda fuerza política por la cantidad de miembros y el inestimable papel de sus líderes regionales en la recogida de firmas para el Proyecto Varela en su primera etapa. Como toda organización viva y actuante, el PSD, a lo largo de tres lustros enfrenta el asedio de las maniobras destructivas del gobierno y también de la diversidad de sus componentes. Sobre esto último, desde hace un tiempo sufre un cisma que poco ayuda al objetivo principal de su trabajo. Sin embargo, la vocación democrática de sus líderes y los largos años de trabajo en común a favor de la democracia pueden hacer reversible esta realidad, en bien de las fuerzas modernizadoras y de la nación. Buena ofrenda para tantos héroes y sacrificios. |