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Singular publicación de una carta de despedida a Cuba
Miguel Saludes

MIAMI, Florida, noviembre, www.cubanet.org  -Noelia Miosotis Núñez Arias llegó a Cuba procedente de la vecina tierra dominicana. Pasó de una isla a otra acompañada de su familia en el 2004 cuando contaba apenas diez años. Un hecho común que adquiere notoriedad solo por el lugar donde ocurre y las circunstancias en que se produce. “Un día como cualquier otro mi familia y yo salimos de mi país en busca de una mejor vida y decidimos hacer “una parada” en la bella Cuba. Podrá parecer extraño pero cuando llegué no quería estar aquí, me sentía incómoda, fuera de lugar. Pero como dicen por ahí, todo lo cura el tiempo.”

La experiencia de Miosotis es la misma de toda persona que deja lo suyo para rehacerse en un sitio extraño, condición que en Cuba y República Dominicana no se aprecia tanto por razones de cercanías geográficas y culturales.

Detalle interesante es que Juventud Rebelde, órgano de la prensa oficialista cubana, brinde espacio a la carta, que a modo de despedida, enviara la ya jovencita quisqueyana antes de partir de la Isla. Y no es que Miosotis, quien se va triste y agradecida de un país del que ahora dice sentirse parte, no lo merezca. Su sentimiento es comprensible a pesar de la corta estancia de seis años. A veces basta menos para identificarse con un lugar que nos brinda el calor de la acogida y donde dejamos momentos importantes de nuestras vidas.

Es la misma historia de cientos de miles de emigrantes que durante décadas llegaron a Cuba en el pasado siglo, motivados por igual anhelo al que motivó a la familia de Miosotis. Tal vez más pobres que ellos, con el reto de  enfrentar un idioma o costumbres diferentes, llegaron chinos, judíos, árabes, latinoamericanos y europeos. Con mayor ventaja vinieron centenares de españoles. Todos tenían en común un futuro incierto que debían labrar a golpes de sudor, lágrimas y el esfuerzo sobre humano necesario para hacer realidad el sueño que traían cuando arribaron. Para aquellos viajeros Cuba era el destino final. No había la posibilidad de nuevas “paradas.” En esa isla pusieron su fe y con creces vieron cumplir sus sueños. Ni siquiera pensaron en otras tierras y las promesas de crecimientos que otras fronteras ofrecían.

La familia de Miosotis también fue a Cuba en busca de una mejoría, que al parecer pudieron conseguir. Según afirma la muchacha en su carta, ahora emprenden viaje en pos de mayores metas. Decisión, nada reprobable, por la que muchos cubanos han sido estigmatizados y desterrados, por el mismo régimen que hoy se enternece con la despedida de la dominicana.

«Pobre de aquel que reniega de ti”, dice Miosotis en un fragmento de su carta. Los declarados renegados de Cuba han sido precisamente aquellos que en algún  momento tomaron el camino del exilio, no para buscar una vida mejor, sino porque en su propio país no les dejaron otra opción. Fue el destino de muchos de los antiguos emigrantes, ya asentados en su nueva patria- o de sus descendientes, hijos de esa tierra- enfrentados al horror de una partida que nunca estuvo en sus planes. Con sus sueños destruidos, sin más recursos que los que llevaban encima y con el peso del tiempo sobre sus vidas desgastadas, tuvieron que irse a un destino incierto para comenzar en cero. Los que quedaron en la Isla, tenían al menos el consuelo de seguir estando en el suelo que otros lloraban en lejanía, a pesar del bienestar reconstruido. 

Para esos a quien quizás se refiera la joven dominicana no hubo hasta la próxima. En su caso mayoritario la despedida fue para siempre. A pesar de ello ninguno renegó de Cuba. En la lejanía se fueron apagando con esas cuatro letras en los labios y el recuerdo como último adiós. El gobierno que los declaró apátridas, acuñó para ellos la imagen que Miosotis retoma sin saber su origen.

La de Miosotis es una historia bonita sin dudas. Es evidente que Cuba y su gente calaron profundo en ella. Los sentimientos expresos en su despedida son dignos de admirar. Solo que en el mundo, en otras fronteras, muy cercanas incluso, existen cubanos de nacimiento a los que se les veda el reconocimiento a la Patria que para ellos sigue presente en sus corazones.

Pudiera haber muchas cartas como las de Miosotis, escritas por niños, adolescentes, jóvenes y viejos, que se van de Cuba con el alma en pedazos, sin la esperanza del regreso, a causa de un sistema infeliz que hace a los hijos alejarse del suelo natal, bajo el decreto de la salida definitiva.