Diciembre 11, 2000 Un lugar para la libertad
Oswaldo Payá Sardiñas, Movimiento Cristiano Liberación
LA HABANA, diciembre - El día ocho de diciembre, mientras se está
desarrollando en la Catedral de La Habana El Congreso Eucarístico, se
estará realizando, allí en el malecón, frente a la Embajada
de los Estados Unidos, otra de las llamadas tribunas abiertas. Decimos llamadas
porque si algo está cerrado en Cuba es la Libertad de Expresión y
el derecho a la opinión.
Lo sorprendente no es que se ordene esta concentración el día
del inicio del evento más importante que en muchos años hayamos
celebrado los católicos habaneros, sabiendo el Gobierno que su tribuna
implica perturbación del tráfico y movilización de
transporte, cuestión que siempre dificultará a muchos llegar a la
catedral. No es sorprendente que los medios de comunicación se
concentren en esa llamada Tribuna Abierta, cuando deberían trasmitirse
las celebraciones del Congreso Eucarístico por radio y televisión,
por ser un derecho de los millones de católicos cubanos que también
son pueblo, que son mayoría y que con su trabajo también pagan esa
televisión y esa radio, ahora usurpadas por el poder político.
Tomadas en exclusividad cuando son propiedad del pueblo. Denuncio esta usurpación
de los medios de difusión por parte del poder político y exijo que
se permita, como derecho, el uso de los medios de difusión masiva por
parte de las iglesias, de los creyentes, de todos los sectores sociales y de
todos los ciudadanos, sin restricciones a la libre expresión. No estoy
pidiendo migajas ni concesiones, sino que no se siga usurpando la propiedad del
pueblo y coartando la libertad de expresión. Lo que sí sorprenderá
a muchos que hoy pasen de cuarenta, es que se inaugure este 8 de diciembre una
estatua de John Lennon y se le dedique al menos en parte esta llamada tribuna
abierta. Me pregunto si en la estatua el Beatle tendrá melena. Recuerdo
cómo allí mismo en el Vedado muchos jóvenes por cantar a
los Beatles y tener melenas eran literalmente cazados como animales por las
fuerzas represivas, muchos fueron enviados a campos de trabajo forzado. Miles
de jóvenes, por ser religiosos fueron enviados a esos campamentos de
crueldad. En ese tiempo ya Silvio Rodríguez era un cantor oficial que
junto a otros hacían la llamada Canción Protesta, aunque nunca
protestó ni ha protestado contra el Gobierno que desató esa práctica
fascista contra la juventud. Mucho menos protestarán ahora, ya que
algunos de estos trovadores son nada menos que empresarios ricos.
Quién iba a decir que la era iba a parir ese corazón. Pero no
es la ironía, sino la denuncia directa, el sentido de este articulo,
porque es el mismo Gobierno que nos confinó y aisló de jóvenes.
El mismo gobierno que ahora convoca sin que nunca haya reconocido el daño
y el sufrimiento que causó a cientos de miles de jóvenes y
familias y que todavía impone un solo discurso, persigue a los que
reclaman libertad y sigue intoxicando el ambiente con su cultura de miedo.
Denuncio todo esto como una gran mascarada, aun cuando Roberto Robaina, haya
cambiado el estilo, poniéndose en la frente una cinta al estilo Rambo y aún
cuando la opresión y la libertad se quiera envolver en un ropaje de Rock.
No quiero ser nota discordante, pero tengo que recordar también que
todo esto ocurre mientras se celebra en Cuba otro Festival de Cine
Latinoamericano, donde como de costumbre se reúne el Olimpo, la
quintaesencia de los cineastas y artistas, muchos autoproclamados progresistas,
independientes, revolucionarios y todos los calificativos que expresan vocación
por la libertad y la justicia. Pero, como siempre, no tendrán una
palabra para denunciar la ausencia de libertad en Cuba y la existencia de
cientos de prisioneros políticos, hombres y mujeres que sólo han
desafiado el miedo y expresado sus ideas. Por este silencio cómplice
también a ustedes, que festejan frente a un pueblo amordazado; los
denuncio.
Termino con una anécdota, que es una historia sencilla: Allá
en el año 69 estando muchos jóvenes católicos, masones,
protestantes y de todas formas de creer y pensar, confinados en Isla de Pinos,
castigados a trabajo forzado en las canteras de mármol y en la construcción,
algunos nos fugábamos íbamos al único lugar donde éramos
tratados con dignidad y donde nos recibían, la iglesia. Una noche cuando
ya estábamos en el templo cerrado, y una veintena, alrededor del órgano
que tocaba el entonces seminarista Troadio, cantábamos en voz baja
canciones religiosas y también de los Beatles, mientras entonábamos
con mal inglés la canción Something, irrumpió la tropa de
la Contrainteligencia Militar por una puerta trasera de la casa parroquial.
Algunos lograron esconderse, otros sacaron pases no sé si auténticos.
El oficial anotó los nombres de todos y dijo que ya nos veríamos.
De todas maneras de la Isla no se podía salir pues el puerto y el
aeropuerto eran controlados por la policía militar; ya estábamos
presos no era necesario volvernos a encarcelar, solo ficharnos aún más.
Tiempo después este oficial me amenazó con liquidarme si se
formaba algo. Se refería a una nueva invasión o levantamiento, de
lo que sólo ellos hablaban. Lo importante es que allí en aquella
iglesia hablábamos y leíamos sobre San Pablo, Luther King, Gandhi;
orábamos y cantábamos las canciones de los Beatles. Allí
también descubrimos algunos de nosotros la hermosa idea de la Liberación.
Allí en la Iglesia de Nueva Gerona, comenzó la cosa.
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