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II Encuentro Nacional de Campesinos y Cooperativistas Independientes



Octubre 7, 1999


Ponencia "La Niñez y la Juventud en el Campo"

Delegación de Santiago de Cuba.

En esta ponencia se abordarán aspectos sensibles de la niñez, la falta de oportunidades económicas para la obtención de recursos de las familias campesinas, el alto grado de parasitismo infantil, una alimentación inadecuada, donde la leche, considerada primordial en la dieta del campesino no puede ser garantizada.

La situación escolar, su falta de motivación y la falta de recursos y avituallamientos para asistir a la escuela. El niño como centro y víctima de la marginación social del campesinado.

Causas de la pérdida de la tradición campesina y la poca participación de la juventud. El Estado pone en función de sus intereses la fuerza juvenil, a través del Servicio Militar Obligatorio, becas y planes de mayor perspectiva económica. La recuperación agraria sólo es posible, si las labores agrícolas se convierten en un medio de vida socialmente justo y es lo que se trata de demostrar.

Desarrollo

Cuando entramos a analizar este sector de la comunidad campesina, nos damos cuenta que uno de los aspectos que afecta con mayor fuerza es la carencia de oportunidades económicas para la obtención de recursos, dado por un paternalismo estatal, un excesivo control que impide toda autonomía que le permita al campesino alcanzar un desarrollo adecuado, satisfacer sus expectativas y brindar a su familia una atención adecuada.

Esta situación se refleja con mayor peso en la niñez y la juventud campesina. Es común ver a los niños caminando grandes distancias descalzos para asistir a la escuela, por caminos en malas condiciones, que en tiempo de lluvias se hacen intransitables. La situación se empeora cada día, ya que se han tenido que cerrar varias escuelas rurales y relocalizar a los alumnos en centros muchos más lejanos.

Los niños en el campo están siendo víctimas de un permanente parasitismo intestinal, debido a su andar permanentemente descalzo, conviviendo con animales domésticos, que en muchos de los casos se sitúan dentro de las mismas habitaciones en horas de la noche, para protegerlos de la delincuencia. Esta situación se potencializa por una higiene inadecuada debido a la falta de un módulo de aseo personal, que sólo se vende en divisas a las que los campesinos no tienen acceso.

Todo esto se ve agravado por la contaminación de las aguas, la falta de letrinas sanitarias y condiciones mínimas de vida, como viviendas con piso de cemento, etc., junto a un nivel alimentario muy pobre, carente totalmente de grasas y la ausencia casi total de calcio, ya que la leche no se les garantiza ni siquiera a los niños, razón por lo que la población rural de hoy está casi desprovista de dientes y los problemas estomatológicos son una de las afecciones de salud bucal más frecuentes. Las diarreas y trastornos gastrointestinales siguen siendo una de las enfermedades más comunes entre nuestros niños del campo.

La elevación de los precios en productos de primera necesidad hasta en un 500% y la imposición de una política de precios no equitativa, que no tiene en cuenta el alto costo de la vida actual y tampoco los costos de producción del campesino coloca a la familia campesina en una posición difícil, que repercute directamente en la niñez y la juventud, a los que no se le pueden satisfacer las necesidades propias de sus edades, sumiéndolos en una frustración constante.

Los jóvenes son impulsados por una masiva política educacional, que no tiene en cuenta el grado de desarrollo del país y su infraestructura productiva, graduándolos de profesiones que no pueden ejercer después, viéndose obligados a retornar al seno familiar después de años de esfuerzos y sacrificios, sin la posibilidad de conseguir un empleo, por lo que muchos se ven obligados a dedicarse al jineterismo como una vía para satisfacer sus necesidades básicas.

Para comprender mejor esta actitud de la juventud en el campo tenemos que remontarnos a los primeros años del llamado proceso revolucionario, el cual encontró una población rural bastante numerosa y plenamente establecida, con ciertas costumbres y tradiciones que se iban transmitiendo de generación en generación.

La juventud campesina siempre fue una juventud emprendedora, con ciertos patrones éticos y morales muy positivos. Esta juventud pasó a formar parte del alumnado que fue llevado a las grandes ciudades, en ocasiones a cientos de kilómetros de sus familias, donde empiezan adquirir nuevas costumbres y hábitos de vida y un progresivo desarraigo de sus raíces, rechazando más tarde su propio origen, por lo que se rompió el vínculo generacional de las buenas costumbres. Las escuelas en el campo han sido uno de los medios que más han favorecido la deformación social de los jóvenes, al separarlos del control familiar, quedando bajo la tutela del estado, que sólo se preocupó por imponerles una orientación ideológica, a la vez que les inculcaba un liberalismo como parte de sus derechos.

En un proceso tan largo hay que reconocer que aquellos jóvenes se transformaron en padres de familia después y su formación es la causa principal de la irresponsabilidad familiar, sin hábitos ni interés por el trabajo, buscando la vía fácil de conseguir dinero, por lo que las conductas delictivas pasan a formar parte de la vida cotidiana de la juventud campesina.

Para tener una idea de este planteamiento sólo es preciso conocer la cantidad de prisiones y centros correccionales ubicados en todas las zonas rurales del país. La tasa de jóvenes laboralmente activos que se encuentran en prisión sobrepasa la media de todas las épocas pasadas y los centros de reeducación de menores en nada difieren de los demás centros penitenciarios.

Cuando la juventud comienza a ver al campesino como un símbolo de miseria y atraso no lo quiere imitar y por otro lado el gobierno priorizó al campesino que se incorporaba a la cooperativización proestatal de sus tierras, facilitándole ayuda financiera por medio de créditos, maquinarias, viviendas y todo tipo de ayuda, y dejando al campesino disperso desamparado, sin facilidades para reparar sus viviendas, sin asesoramiento técnico, etc. Estos, por tanto, deben realizar sus trabajos en condiciones muy difíciles, sin electricidad, transporte y demás. Pero al fracasar la agricultura estatal, aquellas presuntas prebendas han desaparecido y solo ha quedado una población rural o semirural desamparada, sin perspectivas de ningún tipo, lo que induce a la juventud a dedicarse al alcoholismo, juegos prohibidos y hasta al consumo de estupefacientes como la mariguana y otras plantas alucinantes.

Lo anterior justifica el alto grado de violencia juvenil en el campo, los homicidios y delitos pasionales y en gran medida hasta los suicidios, que han alcanzado niveles alarmantes en todo el país.

Una de las medidas del gobierno para revertir el éxodo campesino, tratando de atraer a la juventud hacia el campo fue el llamado Plan Turquino, cuyo proyecto tenía como lema: "Hacer de la montaña lo más bello" Esta idea trató de concretarse con jóvenes miembros del EJT, (Ejército Juvenil del Trabajo) y técnicos del sector agrícola recién graduados de nivel medio y superior, para llevar adelante la recuperación cafetalera.

Los técnicos, por ejemplo, se utilizaban por parejas; donde ubicaban seis varones, llevaban seis hembras, para que se asentaran y reubicaran en estas zonas montañosas. Estos jóvenes recibían empleo, vivienda y ciertas condiciones de vida. Sin embargo, la idea fue un fracaso, pues al ser humano no se le puede imponer un medio como a los animales, donde hasta se les predeterminaba hasta la pareja, y al no estar adaptados a los hábitos y costumbres del campo en la primera oportunidad lo abandonaron.

Recomendaciones

Hay que liberar de intereses y prejuicios políticos los métodos y procedimientos con la juventud; crear un clima propicio, donde la juventud y la niñez lleven una vida más soportable, junto a sus familiares.

Que la labor agrícola se convierta en un medio de vida socialmente justo y una vía para alcanzar el progreso, donde el dinero y la mejora en el nivel de vida no se vean como algo nocivo, sino algo perfectamente alcanzable debido a la alta demanda de los productos del agro y la existencia de un mercado en divisas donde se puede adquirir de todo.

Los trabajos agrícolas deben ser bien remunerados, y el campesino tiene que ser verdaderamente dueño del fruto de su trabajo, de sus tierras, de su ganado, para que la juventud vea el trabajo agrícola como una posibilidad de vida y se borre el precepto sobre sus antecesores que llevan más de treinta años en estas labores y cada vez son más pobres.

Hay que eliminar todas las condiciones que imponen que los jóvenes se dediquen al jineterismo, exponiendo hasta su vida por ponerse un pantalón o comer bien o lo que realmente debe, o poder asistir a un lugar de recreo.

El hurto y sacrificio de ganado mayor debe desaparecer como una motivación económica que lleva a los jóvenes a cumplir largas condenas en prisión, muchas veces como único medio de enfrentar el hambre y el alto costo de la vida.

Tiene que crearse un clima sociocultural donde los jóvenes sean sus propios protagonistas, con actividades diseñadas y organizadas por ellos mismos, escogidas y elegidas por sus propias motivaciones y voluntades, libres del hegemonismo estatal.

Conclusiones

Si logramos que el hombre a través del trabajo logre satisfacer sus necesidades estamos seguros que los más beneficiados serán la juventud y esa niñez, que bajo estas condiciones actuales, ya al nacer ve comprometido su futuro.

Si se mejoran las infraestructuras, donde el hombre sea el verdadero dueño de su trabajo, esto se convertiría en una alternativa que frene el creciente desempleo y la crítica situación alimentaria que nos golpea.

La propuesta hecha al Ministerio de la Agricultura en julio de 1998 por la cooperativa independiente Transición de establecer una micro vaquería en la zona de Jutinicú, la cual favorecería un total de 233 niños comprendidos entre 0 y 11 años de edad y 160 ancianos de más de 70 años no ha recibido respuesta alguna, a pesar de la necesidad de tan preciado alimento y estar los terrenos solicitados llenos de malezas. O sea, que está demostrado que todo lo que salga del control estatal por necesario, noble y justo que sea, no es permitido, siendo los niños y los jóvenes víctimas del mal de todos, de un sistema político que lo utiliza y a la vez los ignora.



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