SI DESEA RECIBIR LAS NOTICIAS POR E-MAIL, PULSE AQUÍ
 
IMPRIMIR
La reconstrucción de la ciudadanía

Vicente P. Escobal

MIAMI, Florida, agosto, www.cubanet.org -Las dictaduras inspiradas en el marxismo-leninismo no toleran a los ciudadanos vehementes. 

El comunismo es una filosofía diseñada para mantener a los seres humanos sumidos en la más ominosa obediencia. Toda expresión  de disconformidad, de disidencia,  de descontento,  es interpretada como un acto de traición.

La estrategia marxista-leninista en el ámbito social es bien clara: sumisión total, acatamiento absoluto,  pleitesía  incondicional y  subordinación  ilimitada. El halago al máximo líder  es lo que cuenta.  Cuando un ciudadano expresa con humildad y  civismo  puntos de vista desiguales a  los entronizados oficialmente,  es  registrado  en  el   catálogo de  los  “no confiables”.

El  totalitarismo marxista-leninista crea sus propias pautas para juzgar la conducta humana.  El más humilde de los ciudadanos  puede convertirse súbitamente en un colaborador del enemigo, en un mercenario al servicio de  la burguesía. Y unos espías confesos y convictos, en héroes nacionales.

Ariel Sigler Amaya, recientemente excarcelado,  es una muestra patente del  brutalidad de la tiranía cubana.

Ariel decidió  apartarse de  la duplicidad moral impuesta a los cubanos y se incorporó a una organización promotora de  la democracia y los derechos humanos.  Dejó colgados sus guantes y  con ellos sus sueños de llegar a ser un famoso boxeador.

Hace unos días, Ariel  llegó a Miami procedente de La Habana con las huellas visibles de su decisión.  En  su frágil anatomía están presentes  los  vestigios  de  la barbarie.

Para torturar  a un ser humano no es necesario someterlo al  martirio corporal. Basta con confinarlo a una celda solitaria, negarle la atención medica, suministrarle alimentos  inadecuados  y mantenerlo alejado  de  su familia. No hay peor tortura que la soledad,  la enfermedad  desamparada, la escasez  de alimentos y la incomunicación con los seres queridos.

Ariel Sigler Amaya  no reclamó  una propiedad confiscada ni exigió  compensación por la pérdida de  un bien material o un privilegio. Nunca propuso algo que atentara contra los sagrados intereses nacionales.  Su pensamiento se inspiró en las mejores tradiciones de  los fundadores de la nacionalidad cubana. Patria libre, libertad de expresión y respeto a los derechos humanos resumen   su estrategia política.  Quiso ejercer su condición de ciudadano y a cambio de ello recibió el tratamiento del esclavo que con vehemencia se  revela.  Pretendió  vivir  en libertad  y la respuesta  a ese desafío  lo llevó a la cárcel.

Ariel nos indica – y nos alerta –   a todos  que  Cuba  no es un país de ciudadanos.  El régimen de derecho,  las prácticas sociales, las formas brutales y primitivas en que se ejerce el  poder en todos los órdenes  no sustentan los derechos amplios y complejos que entraña la ciudadanía.

Los derechos ciudadanos no son una concesión  de  ningún funcionario bondadoso.  Esa no es – no puede ser  –  la base de  nada que se le parezca a la libertad y a la democracia. Esos derechos no se aplican a partir de ningún decreto,  de ninguna incondicionalidad, de ninguna obediencia,  sino que exigen un orden social muy distinto al que hoy se  ha  impuesto a la sociedad cubana.

El ejercicio de la auténtica ciudadanía  es también el derecho mínimo al bienestar, más allá de aquel que  se  le ofrece  en el terreno de  la salud o la educación. ¿Para qué sirve un ser humano saludable y educado si en el plano de las ideas se le limita y encarcela? ¿Para qué sirve un ser humano alfabetizado al  que se le quebranta el  derecho de  leer?

Los excesos de los funcionarios del  aparato burocrático y represivo  constituyen el pilar donde se limitan  los derechos ciudadanos.  La reconstrucción de la ciudadanía en Cuba  será  un proceso arduo y  lleno de obstáculos impuestos desde arriba y sostenido abajo por la ignorancia, el miedo y la enorme desprotección que padece  aquella sociedad.




http://www.cubanet.org/inicio_tienda.html
 


CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.