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Santoral alternativo
 

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Los aspirantes a vender churros, herrar caballos, forrar botones y otros oficios medievales de actualidad en el país, continúan haciendo colas en los estanquillos de prensa de la Isla. La Gaceta Oficial de la República se ha convertido en la Biblia de los desempleados. Nunca los seguidores de San José, patrón de los trabajadores, pidieron tanta misericordia.

Sin nadie confiable que les asegure bienaventuranzas en el porvenir, los cubanos rastrean en la Gaceta un artículo salvador que los aleje del infierno laboral que se avecina. Devotos de San Apapucio, seguidores de San Atracón y adoradores de Santa Balsa, buscan respuestas en las nuevas disposiciones más que los cristianos en los versículos de la Biblia, o los musulmanes en los suras del Corán.

Hasta los santeros, cartománticos, espiritistas y clarividentes de todas las especies que alivian penas en el imaginario popular, se auto consultan para desentrañar cuál es el rumbo que más conviene a quienes buscan una solución. Bolas de cristal que determinen si Ambrosia ganará con la venta de croquetas al plato, despojos con Abre caminos para conocer si a Idelfonso le irá bien en su pequeña empresa de maní tostado, son temas de conversación recurrentes en la capital.

En el interior del país, cordones espirituales aderezados con gajos de cundiamor y salvadera, se extienden por la loma de los Rejondones, en Holguín, y por la ribera del Guaso, en Guantánamo. Ya pocos creen en las promesas de las autoridades después de medio siglo de tomaduras de pelos.

Por eso una fe sin épocas ni fronteras recorre la nación. A santería limpia se busca el futuro de la estabilidad laboral. En un pueblo apegado a Dios cuando el río suena, y a Santa Bárbara si empieza a tronar, todo vale. Si el oráculo de Delfos buscaba la respuesta a través de una sacerdotisa en trance, y en Dodona mediante las señales que producía el tintineo de una caldera golpeada con una cadena, en Cuba también.

El alto al fuego entre las creencias religiosas y un ateísmo gubernamental que sólo dejó vacía las alacenas, y ocultas entre un monte de palabras las libertades básicas del ciudadano común, puso fin a la confrontación.

Tomados de la mano por el sueño compartido de sobrevivir, ex ateos y religiosos elevan un canto a cualquier Dios, en busca de una armonía que les indique y alumbre el camino a seguir.

No hay escrúpulos ni arrepentimientos al echarle mano lo mismo a la oniromancia que al vudú, al Palo Monte o al candomblé, o a San Judas Tadeo y a San Isidro Labrador. La cuestión es dejar el trago amargo atrás. Lo importante es vivir, más allá de que sean santos o demonios quienes animen el amplio santoral al que acuden en masa los desesperados cubanos de hoy.

 vicmadomingues55@gmail.com





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