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Nacidos en diciembre
 

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – En el mes de diciembre nacieron dos grandes de las Letras cubanas: Dulce María Loynaz, el día 10, en el año 1902, y José Lezama Lima, el día 12, pero de 1910. Estos nombres bastarían para proclamar a diciembre como el mes de las Letras.

Al examinar las vidas de Dulce María y Lezama, encontramos otros puntos de contacto más allá del mes en que nacieron; por ejemplo, los dos poetas fueron católicos, condición que está presente en sus obras de manera singular. Otro de los puntos que los unen, no menos importante, es la maestría con que manejaron el español, mérito que pesó mucho, en el caso de Dulce María Loynaz, para que la distinguieran con el Premio Cervantes 1992.

En los textos de Dulce María, el lenguaje semeja un refinado cristal de resonancias espirituales propias de su cultura. En Lezama, las metáforas constituyen una selva de significados, tejida de influencias de otras culturas que incidieron en el poeta, sin menoscabo de lo cubano. Si en la Dama solitaria de la calle E del Vedado, las palabras son utilizadas como dardos precisos que siempre hacen diana, en Lezama la palabra es magia perenne que nos obliga a recorrer caminos insospechados.

También en los dos encontramos la preocupación por escudriñar el interior del hombre poetizado en su medio y en contacto con su naturaleza (interior y exterior), en pleno contacto con su entorno. Aspecto éste que los acerca a la contemporaneidad. En Dulce María, el agua, por ejemplo, es maravilla de luz y sonoridad a la vez que territorio líquido; en Lezama, la ciudad y sus calles amanecen a una realidad transformada por la poesía.

Otra faceta presente en la obra de los dos, está dada por el tratamiento de la tradición como punto de partida de la indagación en el sujeto cultural cubano, protagonista de la interpretación poética.

En Loynaz tenemos como ejemplo su apego a la religión como brújula de su espiritualidad, y en Lezama, la fijeza de los mitos, que lo obligan a revisarlos con una mirada teñida por el catolicismo que profesó siempre. En los dos, el alineamiento a la fe católica marcó indeleblemente sus textos.

Dulce María y Lezama prestigian las Letras Cubanas e Hispanoamericanas, con la fidelidad a su tradición, hijos de una herencia a la que sirvieron con sus virtudes literarias.  



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