SI DESEA RECIBIR LAS NOTICIAS POR E-MAIL, PULSE AQUÍ
IMPRIMIR
Venezuela bajo las aguas
 

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – Desde fines de noviembre, incesantes lluvias torrenciales han mantenido en emergencia  los estados de Falcón, Vargas, Miranda y el  distrito capital de Caracas, que circundan, y han puesto en estado de alerta la mayor parte del territorio de Venezuela.

Las fuertes inundaciones arrasan calles, carreteras y puentes. El deslave sepulta las míseras viviendas de los cerros. Los pobres moradores se resisten a abandonar sus hogares por temor a los saqueos, aunque la crecida y la fuerza de las aguas no le brindan otra opción, en un país donde la criminalidad y la corrupción no tienen límites.  

De todas formas pierden sus pocas posesiones, sin esperanzas de reponerlas. En muchas regiones alejadas no ha sido posible la evacuación a tiempo, y cientos de personas están incomunicadas o posiblemente desaparecidas. Los campesinos presencian la devastación de sus cosechas. La producción petrolera, principal fuente de ingresos de la nación, tiene afectaciones hasta con la paralización de refinerías debido a cortes prolongados de electricidad.

Los consejos comunales permanecen movilizados junto al ejército, los bomberos y la policía, que debe cuidar el orden, y también pierden sus pertenencias. Los damnificados son tantos, que los lugares de evacuación y los abastecimientos no son suficientes. Se procuran donaciones de artículos de primera necesidad. La catástrofe desborda las posibilidades del gobierno. Lamentablemente, con anterioridad, las aguas llegaron a la vecina Colombia, donde existe una verdadera crisis humanitaria, que parece extenderse a Venezuela, con el peligro de epidemias.

En la República Bolivariana trabajan 44 mil cooperantes cubanos, dispersos en toda la geografía. Por tanto, gran cantidad de ellos han sido evacuados, en muchos casos para refugios de emergencia. En Tocuyito, estado de Falcón, han estado en gran riesgo, pues la represa ha podido colapsar, según publicara el periódico Juventud Rebelde el 1 de diciembre, cuando se ofreció información para asegurar que todos los trabajadores se encontraban bien y laborando en las condiciones de emergencia. 

Junto al drama humanitario, el cual motiva la solidaridad de los cubanos, los efectos sobre la economía venezolana son inmensos, pues junto a las pérdidas se requieren grandes erogaciones para asistir a los damnificados y restaurar la infraestructura productiva, vial, eléctrica y la agricultura.

Hasta la llegada de las lluvias desoladoras, el Presidente Chávez utilizó métodos populistas para procurar afincarse indefinidamente en el poder. Las elecciones municipales y provinciales de septiembre demostraron un descenso apreciable del apoyo popular e iniciará 2011 con un Congreso sin la mayoría absoluta a que aspiraba para continuar su consolidación como caudillo. Además, los resultados económicos desfavorables ya auguraban la necesidad de corrección de sus dadivas a manos llenas en el marco del ALBA, otras “ayudas silenciosas” con maletas de dólares, así como los suministros de petróleo a precios preferencial hasta en Nueva York y Londres.

El gobierno de Cuba ya había dado señales de temor por la dependencia de los subsidios venezolanos, que le permitieron sortear la crisis de los años 1990 y mantener el manejo de la economía incólume para preservar el totalitarismo caprichoso e ineficiente. Pareció buscar fuentes alternativas en Brasil, China, Irán, Angola, Argelia, Viet Nam y Rusia, pero sin resultados contundentes.   

No obstante, la celebración en La Habana, en noviembre, del décimo aniversario de la firma de los acuerdos de integración y su prórroga por 10 años con los compromisos de Chávez, incluyendo la priorización de inversiones y empresas supuestamente conjuntas, parecieron darle prolongadas seguridades. Posiblemente esto fue una causa importante para el abandono de los “cambios estructurales y de concepto” prometidos por Raúl Castro el 26 de julio de 2007, y la convocatoria del VI Congreso del Partido Comunista para aprobar los Lineamientos Económicos y Sociales que regirían “la actualización del modelo económico, en el que primará la planificación y no el mercado”. Una posible imposición de Fidel Castro y la burocracia anquilosada, y una aceptación de los eventuales reformistas, conocedores de la necesidad de medidas raigales, pero temerosos de poner en peligro la prolongación de su poder absoluto.

Las inclementes aguas  venezolanas podrían conmocionar los planes en Cuba. Las autoridades cubanas deberían enmendar la dependencia, diversificar y normalizar las relaciones internacionales, y restituir a los cubanos sus derechos, pues la “actualización del modelo” sólo ha anunciado los deberes y mayores penurias, al son del cese de prohibiciones irracionales, el desempleo masivo y muy limitada apertura del puño en la esfera económica.  Se tendrá que echar a andar con cabeza y pies propios.




http://www.cubanet.org/inicio_tienda.html
 
 
 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.